Acerca del final de «El estudiante», de Santiago Mitre

Acerca del final de «El estudiante», de Santiago Mitre

por - Críticas
30 Sep, 2011 07:24 | comentarios

Este post habla del final de EL ESTUDIANTE. Ergo, todo lo que sigue es un gran SPOILER. Después no digan que no avisé. De cualquier manera, para no toparse con alguna línea incómoda en el campo visual de esta especie de «bajada» que tiene la nota según el diseño del blog, aprovecho estas primeras líneas […]

Este post habla del final de EL ESTUDIANTE. Ergo, todo lo que sigue es un gran SPOILER. Después no digan que no avisé.

De cualquier manera, para no toparse con alguna línea incómoda en el campo visual de esta especie de «bajada» que tiene la nota según el diseño del blog, aprovecho estas primeras líneas para contarles que EL ESTUDIANTE, de Santiago Mitre, sigue en cartel en la Sala Lugones todos los días hasta el miércoles 12 de octubre siguiendo, tras este fin de semana, el siguiente «schedule»: Lunes 3 a las 14.30, 17, 19.30 y 22 horas. Del martes 4 al domingo 9, a las 19.30 y 22 horas. Martes 11, a las 22 horas y miércoles 12, a las 19.30 y 22 horas. Y también que a partir de octubre se va a dar dos veces por semana en el MALBA: viernes y sábados a las 20. Y, ya que estamos, que el 8 se presenta en el New York Film Festival. Y que de ahí sigue a otros varios festivales. Y que, aseguran, ya pasó los 10 mil espectadores.

Ok, ya pasó el período de adaptación, vienen los SPOILERS, asi que la responsabilidad es toda de ustedes. No se me quejen después.

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Mucho se cuestionó, y me incluyo, el final de EL ESTUDIANTE. Para algunos, ese final implica toda la escena de la conversación entre Roque (Lamothe) y Acevedo (Félix). Para la mayoría el problema tiene que ver con una frase, un sólo momento, un «No» dicho por Roque cuando Acevedo le hace una oferta para reinsertarse en el partido político tras haberlo manipulado y «cagado» flagrantemente muy pocos minutos atrás.

No voy a explicar mucho cómo la trama llega a esto porque, primero, es largo y complicado. Segundo, asumo que si lo están leyendo es porque lo vieron. Digamos nomás que Roque es un «fiel soldado» de Acevedo, candidato a rector, y que fue «engañado» por el propio candidato negociando un acuerdo con autoridades políticas. Entonces, con todo el bagaje aprendido de su «mentor», Roque le complica a Acevedo su llegada al poder manipulando a otra agrupación política (troskista) para tomar la rectoría. Acevedo lo convoca a Roque para solucionar el problema y le ofrece a cambio determinados beneficios políticos a futuro. Allí es cuando Roque dice que NO y la película, sin vueltas, termina.

Con respecto a la escena en general, que incluye la propuesta de Acevedo y una suerte de parábola acerca de un hombre que vivió, digamos, 150 años, lo que se nota es su formato más «guionado» y de «moraleja». Acevedo le cuenta que cuando al hombre le preguntan cómo hizo para llegar a esa edad, el tipo contesta que lo hizo «por no contradecir nunca a nadie». Entonces le repreguntan: «No puede ser por eso». Y el hombre contesta: «Es verdad, tiene razón, no puede ser por eso».

La parabolita servirá para la siguiente escena de la negativa de un Roque que hasta ese momento se manejaba políticamente haciendo sentir a todo el mundo que estaba haciendo lo que ellos querían. Y ganando espacio político no por la vía de la confrontación sino por el de la pragmática empatía. Una especie de doble agente que a todos les decía lo que quería escuchar, siempre -al menos en apariencia- jugando para Acevedo.

Cuando viene la propuesta de volver a ser parte de las huestes de Acevedo, en principio muchos coincidimos que un mejor final podría haber sido dejar el plano en el rostro de Lamothe unos cuantos segundos y fundir a negro. Cada uno podrá interpretar ahí que es lo que el personaje va a hacer. Pero el director, lo ha dicho, no quería esa ambiguedad tan típica del nuevo cine argentino. Prefería, en su lugar, una toma de posición clara.

Ahora, bien, ese NO ha sido interpretado de diversas formas. La que sale inmediatamente es la opción, digamos, inocente, moralista, «hasta aquí llegué». Roque se da cuenta que la política universitaria es un nido de ratas y decide abandonar esa carrera y, quien sabe, volver a los estudios, irse a vivir al Bolsón, poner una banda de rock chabón con la amigovia de Avellaneda. No importa. El NO se piensa como un «esto es demasiado para mí» o «yo tengo valores y aquí ya no importa nada».

Si se piensa así uno podría coincidir que el final peca de ñoño. Vimos a Roque entrar en roscas rarísimas, meterse en política por una mina, nunca supimos exactamente que ideas políticas defiende y, en ese sentido, esa negación más que «ética» podría ser «amorosa». Digamos: así le puedo demostrar a Paula (Romina Paula), la chica que ambos sutilmente se disputan, que yo soy más «persona» que Acevedo. O bien, también se puede pensar que ese NO viene a cuento de que no le cree, de que va a hacer lo que Acevedo le pida y que, poco después, el tipo lo volverá a cagar.

Ahora bien, hay otras dos lecturas posibles para ese final. Una es más de western, si se quiere. Y pone a Roque en un plan superador de las transas del propio Acevedo. Ese NO no significa «no quiero», significa «no te necesito». Esto es: ya aprendí lo suficiente, puedo manejar mi propia agrupación, sé que tengo en mis manos un hierro caliente y voy a negociar mejor y no me voy a quedar con lo que me ofrecés. Esto es: Roque como un ser aún más «monstruoso» (si se quiere) que el propio Acevedo. En resumen, la interpretación sería: ahora que aprendí las reglas, ya no te necesito. Yo dicto las condiciones, no vos.

Lo de western o filme de samurai viene a cuento de la saga Yojimbo y la trama de Cosecha roja, de Hammett, donde un hombre opera a un bando frente a otro para hacerlos enfrentar entre sí y luego emerger como el único verdaderamente poderoso. Esta postura sin duda es más cínica y «negra», si se quiere, pero resulta más coherente con el desarrollo del personaje, cómo sus aprendizajes lo fueron transformando en otro potencial Acevedo.

La tercera opción sería puramente pragmática y menos simbólica. No acepta ese plan y punto. No es un cierre definitivo ni una pelea definitiva. Es una toma de posición que implica: ahora negociemos como pares, ya no soy tu «mano derecha». Es decir, ni un inocente, ni un «jugador». Un político, advertido de su nueva situación y sus posibilidades.

No sé cuál de todas es la que manejó Mitre cuando tomó la decisión seguramente discutida de cerrar con ese NO. Sigo prefiriendo un final sin esa escena con parábola y sin esa palabrita -me gusta que sea el espectador el que termine poniendo su interpretación en esas circunstancias, que es lo que hace que las películas revelen más cosas sobre uno que sobre los personajes, que de última es lo que importa-, pero me doy cuenta al pensarlo y al haberla visto dos veces, que ese NO no es tan «inocente» o «moralista» como parece de entrada. O que puede o no serlo. Y que esa posibilidad de analizarlo sigue abierta.

La interpretación de lo que significa ese NO, al igual de lo que podría haber sido el silencio de Roque, sigue revelando más del espectador que de los personajes.

PD. Los comments están para escuchar sus interpretaciones del final. Sepan lo que los leen que es puro SPOILER.