Netflix: ¿algo nuevo o más de lo mismo?

Netflix: ¿algo nuevo o más de lo mismo?

por - Críticas
19 Sep, 2011 08:46 | comentarios

La idea de las películas online, via streaming, que Netflix acaba de lanzar en América latina se ha topado con un par de complicaciones que ya fueron reportadas por varios cinéfilos que han entrado a «revisar» el videoclub, que se ofrece de manera gratuita durante el primer mes, y luego habrá que pagar 39 pesos […]

La idea de las películas online, via streaming, que Netflix acaba de lanzar en América latina se ha topado con un par de complicaciones que ya fueron reportadas por varios cinéfilos que han entrado a «revisar» el videoclub, que se ofrece de manera gratuita durante el primer mes, y luego habrá que pagar 39 pesos por mes (en la Argentina).

Dos eran los problemas principales que se reportaban. En principio, la poca variedad de películas. En segundo lugar, la cantidad de películas dobladas al castellano o directamente en inglés sin subtítulos. Los comentarios eran del tipo, «es como un Blockbuster en decadencia», o cosas por el estilo. En general, salvo excepciones (algunos hablaban bien de la calidad de las películas, otros no tanto), las críticas fueron bastante negativas.

Yo, lo confieso, no lo probé porque me topé con otra posible sorpresa. Para probar tu «mes gratis» te hacen poner tu tarjeta de crédito, y hay quien me ha dicho que se ha querido dar de baja y no ha podido hacerlo. Así que para probar algo que encima no viene muy recomendado, paso…

A todo esto se suma una ya vieja y conocida historia: la piratería. El espectador argentino está muy acostumbrado ya a consumir productor gratis vía piratería. Es cierto que los que tienen que pagar una copia trucha en un mantero terminarán gastando más que los 40 pesos al mes que cobra NETFLIX (tal vez ese sea el público «cautivo» de esta gran empresa multinacional). Porque en lo que respecta a los usuarios de Torrents, Descargas Directas, Cuevana y otros formatos, difícilmente se los pueda convencer de pagar por un producto cuando pueden conseguir uno gratis y mejor. En cierta manera ilegal, pero todavía no están definidas bien las reglas y castigos de este intercambio de archivos online.

Tal vez NETFLIX, con la ayuda de la MPAA y de las diversas organizaciones que se ocupan de los derechos de autores, estén planeando un asalto brutal contra los servicios de «file sharing» y, quien sabe, en unos días alguno se topará con que Cuevana desapareció. No creo, igual, que eso cause mucha simpatía respecto a los que logren ese cometido. De cualquier manera, el trabajo se está haciendo (muchos pueden notar como permanentemente se cierran páginas donde se pueden bajar series y películas) y el futuro es todavía incierto.

A mí, en realidad -o al menos en este post- lo que más me preocupa es otra cosa. Si Netflix va a brindarnos la misma y limitada variedad de películas que podemos ver en los cines, más allá de su menor costo, el beneficio es mínimo. Digo, es la versión online del videoclub de barrio que no tiene nada más que los estrenos y algunos «clásicos» (como se refieren a películas, no se, de los ’80) para ver. Y no mucho más. Los que quieran corregirme en los comments están en todo su derecho de hacerlo: tal vez Netflix tiene mucho más y nadie me lo ha dicho.

Esto, para mí, abre la puerta a otro tipo de servicio. Una de las cosas más complicadas de conseguir online son las llamadas películas de autor o de arte. No circulan tanto, no hay tanto público potencial, se manejan en selectos grupos, no se consiguen fácilmente. Y, lo principal, tampoco se estrenan en las salas. Esto es: no sólo no se pueden ver online, tampoco se puede ir al cine. Ya no sólo es problema de dinero, es problema de acceso.

¿Hay soluciones para estos temas? Hay algunos emprendimientos locales o zonales que intentan entrar en ese complicado mercado: menos películas, pero curadas, con criterios de selección y buena calidad. Se complica, nos dicen, porque esas películas independientes (a diferencia de las de los estudios majors) tienen decenas de dueños de derechos en distintos países del mundo, lo cual torna más farragosa la negociación por cada filme.

En los Estados Unidos (creo que también en Europa y Asia) funciona MUBI, título no del todo feliz para un sitio en el que se pueden ver películas de ese tipo y en el que también, por ahora en inglés, hay espacio para el debate y la charla entre los espectadores. Casi como un club cinéfilo para un público especializado. El que leería otroscines, por ejemplo. O, calculo, este blog.

Hace tiempo que los organizadores de MUBI hablan de «bajar» a América latina, empezando por Brasil, México y siguiendo por la Argentina. Si bien el tiempo pasa y no parece haberse encontrado la solución al asunto, me aseguran que siguen encaminados en conseguirlo. Y la recepción de Netflix confirma que hay un público, un espacio abierto (Twitter en ese sentido es una buena herramienta de marketing para saber qué opina cierta gente de estas cosas) para espectadores que quieren ver películas online fuera de las convencionales.

Ahora bien. ¿Estarán dispuestos a pagar por ellas? Uno duda. Por un lado piensa que sí, que con una cuota similar a la de Netflix la gente podría acercarse con gusto a ver películas que no podría ver de otra manera. Por otro, uno imagina que seguirán esperando encontrarlas en algún torrent raro, con subtítulos en cantonés o catalán, o via algún screener pirateado por ahí. Lo cierto es que si bien es un público más chico el que estaría interesado en este tipo de propuestas, da la impresión de que tienen más sentido como alternativa a los cada vez más cerrados estrenos.

¿Será así? ¿Podrá algún servicio de streaming de cine alternativo pago tener éxito en la Argentina? ¿O seguiremos en este limbo? Les dejo la respuesta a ustedes…