Cine online: ¿cómo se resuelve un «problema» como Cuevana?

Cine online: ¿cómo se resuelve un «problema» como Cuevana?

por - Críticas
24 Nov, 2011 02:22 | comentarios

Los juicios y amedrentamientos a través de los cuales intentan cerrar sitios por los que circulan películas, series y programas de televisión, parten de un presupuesto bastante absurdo: se niegan a reconocer la realidad. La explosión digital, la posibilidad de convertir películas en archivos fácilmente subibles y bajables de la red de diversas maneras (por […]

Los juicios y amedrentamientos a través de los cuales intentan cerrar sitios por los que circulan películas, series y programas de televisión, parten de un presupuesto bastante absurdo: se niegan a reconocer la realidad. La explosión digital, la posibilidad de convertir películas en archivos fácilmente subibles y bajables de la red de diversas maneras (por búqueda directa o a través de páginas como las consabidas y discutidas Cuevana y Taringa), implican que no hay forma legal ni sencilla de frenar este crecimiento. ¿Meter gente en la cárcel una tras otra? ¿Hombres, jóvenes, adolescentes y niños que cometieron el pecado de ver una película por internet?

No hay forma. Si la realidad llevó la situación hacia zonas no tenidas en cuenta por la legislación, lo que hay que hacer es adaptar la legislación a los tiempos que corren, no ignorar la realidad. El cierre de un servidor que linkea películas hará que aparezca otro. Y así. Eternamente. Si el Estado puede frenar a Cuevana o Taringa porque son argentinos, ¿qué podrá hacer con las películas que se bajan de sitios españoles, asiáticos, rusos, lo que sea? ¿Cómo se manejará en esas circunstancias?

El “problema” se fue de las manos, es lo primero que hay que reconocer. Primero hay que pensar hasta qué punto es un problema, de la misma manera como se lo plantea en la música. Es cierto que los músicos pueden casi regalar sus discos y recuperar dinero en shows, algo que los cineastas no pueden hacer, pero de alguna manera la exposición aún gratuita y sin beneficio económico directo para ellos, puede llevar a que el público tenga un mayor interés en la siguiente película de ese realizador.

Si sitios como Taringa o Cuevana sólo revelan links subidos por otros. ¿Hasta que punto son responsables de la piratería? No digo que ese universo de linkeadores, ripeadores y uploadores (¿se dirá así?) sea una organización sin fines de lucro que actúa para el beneficio de todos y todas… Sabemos que hay una operación económica detrás de la mayoría de estos sitios, y tal vez sea por ahí que haya que empezar alguna negociación que permita la convivencia. ¿Qué tal si ellos le pagan algo a los productores y en lugar de cobrar a los usuarios los productores le pagan publicidad? Digo, no ganarán dinero los productores, pero tendrán publicidad gratis para 12 millones de usuarios únicos!

Algunos países latinoamericanos que visité llegaban a acuerdos “por debajo de la mesa” para que los piratas no suban o vendan películas nacionales. En Colombia, por ejemplo, en un centro de piratería enorme, descubrí que no había películas colombianas y me dijeron que existía un arreglo de no editarlas hasta que salieran de cartelera. Y sé que lo mismo sucede en otros lados. Para los “piratas” no es más que un buen gesto: la mayor parte de sus ingresos vienen de subir o piratear películas extranjeras. Con ese gesto se sacan el problema local de encima. Y sin presión nacional, no creo que a nadie le preocupe demasiado los dólares que pierden las grandes compañías que, de cualquier manera, hacen millones y millones en “theatrical”.

También se puede pensar en la opción de pagar un impuesto, pequeño, en la conexión al cable. Si tu Fibertel, ponele, sale 100 pesos por mes, no creo que a nadie le cambiaría la vida pagar 105 pesos y que esos 5 vayan, no sé, a SADAIC, y que después encuentren una fórmula para repartirlo, tal vez una centrada en la taquilla que cada película tuvo previamente. Esos 5 pesos extras de millones y millones de usuario de internet para “recuperar” los derechos de autor perdidos por la piratería podrían no sólo equiparar las pérdidas sino hasta generar una ganancia extra para los productores nacionales. ¿O me equivoco?

No uso Cuevana porque soy de los que prefieren buscar lo que quieren ver y no agarrar lo que ofrece un “supermercado” o un “videoclub” que se maneja con las reglas del mercado de la oferta y demanda más convencional. Entiendo su comodidad e inmediatez, y la fiaca que a muchos les da “buscar”. Pero esa es, fundamentalmente, la “aventura” de internet: recorrerlo, encontrar cosas que no podés ver en el cine, hallar perlas. Ver lo que está en el videoclub mediante Cuevana para ahorrarse 5 pesos (si la pasás a un DVD para verla en la tele ya te gastás dos), con las complicaciones extras del streaming, me parece una tontería. De cualquier manera, jamás aprobaría que lo cierren. Sí me gustaría que mejoraran -o amplíaran- su oferta…

Todo esto deriva en la actual situación que se está viviendo en la industria del cine a partir de las aparentemente virulentas reuniones de distribuidores, productores y exhibidores con funcionarios argentinos que pidieron cosas bastante absurdas (iré sobre este tema en otro post, todavía siento que no tengo totalmente en claro los reclamos, pedidos y problemas específicos: es un “work in progress”). ¿Qué rol tendrá que tener la piratería si los estudios norteamericanos deciden coartar o limitar sus estrenos a partir de las nuevas legislaciones? ¿Pasará a ser nuestro único “contacto con el exterior”? ¿No se perderá con eso también los impuestos que ingresan por el estreno de tanques en cine?

El futuro de los sitios de internet en los cuales se pueden bajar películas en incierto. Penar (multar, encarcelar, lo que sea) al consumidor es absurdo. Negociar, encontrar una solución, con los intermediarios, parece ser la opción más lógica. Juzgarlos, llevarlos a la cárcel, condenarlos, parece problemático. El casi boicot a TELEFE que se montó tras el anuncio de la compañía de llevar a juicio a la gente de Cuevana dejó en claro que hay que animarse a meter la cabeza y bancarse el odio de la gente. No parece un solución posible.

También se puede pensar en cambiar las estructuras de pago de derechos de autor. En vez de ser porcentuales al consumo (por cada DVD vendido le toca un X por ciento), se podría pensar en una estructura fija, más parecida a la del cineasta contratado por un estudio (o nosotros, los periodistas, que nos pagan por escribir y luego usan lo que hacemos indiscriminadamente y nunca vemos un peso) que recibe una cantidad de dinero específica y el resto ya no es problema suyo. Y, además, se sabe: el cine nacional no explota por recaudación en salas y DVD. La mayoría del dinero ingresa via subsidios y premios, locales e internacionales, además de la “recuperación industrial” y el “subsidio por medios electrónicos”. ¿Cuánto dinero real se pierde por la baja de ventas de DVD debido a la piratería online? ¿Alguien lo tiene en claro? A mi me parece que es un porcentaje minúsculo.

Hay posibilidades de encontrar alguna solución. Es cuestión de sentar a las partes y pensarlo. El juicio, la amenaza carcelaria, la amedrentación, son todas formas espantosas, injustas y de improbable apoyo de la gente. La sola idea de que un internauta pueda ir en cana por bajarse algunas películas resulta indigesta. No quiero ni imaginar lo que pasaría públicamente de darse un caso así…

Hoy la realidad es muy distinta que hace 10, 15 años. Y así como se abren nuevas vías para el financiamiento de proyectos que no tengan que estar terminados en 35mm., ya que es un formato caro y que hoy no hace falta (financiamientos que igualmente no funcionan del todo bien), también es cuestión de pensar esta nueva situación de la circulación de películas y tratar de armar un plan que deje a las partes mínimamente satisfechas. Los productores, los consumidores, y todos los que estamos por el medio…