PROMETEO: abrir puertas y ventanas

PROMETEO: abrir puertas y ventanas

por - Críticas
11 Jun, 2012 11:32 | comentarios

Todos los que vieron -vimos- ALIEN en la década del ’80, cuando todavía no era común titular directamente en inglés, recordarán que la película tuvo un, para mí, sugestivo título local: ALIEN, EL OCTAVO PASAJERO. Ese «octavo» era el misterioso «Alien» (podía ser el nombre de una persona, tomando en cuenta el poco inglés que […]

Todos los que vieron -vimos- ALIEN en la década del ’80, cuando todavía no era común titular directamente en inglés, recordarán que la película tuvo un, para mí, sugestivo título local: ALIEN, EL OCTAVO PASAJERO. Ese «octavo» era el misterioso «Alien» (podía ser el nombre de una persona, tomando en cuenta el poco inglés que circulaba entonces) que «ingresaba» a una nave evidentemente tripulada por 7 pasajeros. En un momento de PROMETEO, la película que podría tomarse como inicio de una serie de precuelas de ALIEN (o tangente narrativa/¿»pre-spin off»?, si se quiere) que arranca unos 30 años antes de los sucesos de la primer ALIEN, se menciona que la nave tiene 17 pasajeros/tripulantes.

En realidad, PROMETEO arranca mucho antes, miles de años tal vez, en una escena inicial que puede, o no, transcurrir en la Tierra y que da a entender que el origen de la vida ¿aquí? es el sacrificio de un alienígena, una raza aparentemente superior (los «Ingenieros») cuya sangre, mezclada con una especie de espesa jalea negra, empieza a generar algo que podemos suponer es el ADN humano. La película seguirá con este tema «genético» más adelante…

Sin ánimo de «spoilear» demasiado la película (de cualquier modo algunas cuestiones narrativas se comentan en estas líneas), ese paso de 7 a 17 personajes, y el de un período de tiempo específico y contenido a uno que abarca eternidades que va de ALIEN a PROMETEO es lo que marca a las claras las diferencias entre las dos películas y, especialmente, las diferencias entre cómo se encaraban proyectos de esta naturaleza entonces y cómo se encaran ahora, poco más de treinta años después.

ALIEN era concentrada, específica, brutal: una película de terror primal, si se quiere, en el envase de un relato de ciencia ficción. PROMETEO, en cambio, es pura ficción especulativa. El terror está como un elemento de la trama clave, pero lo importante parece ser otra cosa: la «mitología». En 1979, más allá de STAR WARS y algunas pocas películas, la idea de que todo filme debía ser parte de un complejo universo extracinematográfico era algo raro (funcionaba en los cómics, claro). Esa «inflación» (de tiempos y personajes) se repite aquí también: la trama necesita ese mismo grado de inflación narrativa, donde tienen que pasar no sólo mucho más cosas «dentro» de la trama, sino que tienen que abrirse a otros medios (videos virales de internet, extras de DVDs, juegos de redes sociales, algo mucho más complejo que las viejas y queridas «novelizaciones» de la trama), casi al infinito.

Muchos podríamos pensar que PROMETEO está llena de agujeros narrativos, que abre muchas puertas que no se cierran, no se explican, no se entienden. Pero lo que antes era un «plot hole» (un agujero narrativo) ahora es una incógnita que, tengo yo la impresión, puede ser dejada a propósito. Las películas que más se comentan, más viven en las redes sociales, blogs y sitios de internet, son las mitologías abiertas, especulativas, donde miles y miles de fans suponen qué pudo haber pasado, porqué, encontrando sentidos y significados donde nadie los ve. Otro paradigma ha cambiado ahí: si antes se les pedía a las películas que cerraran todas las puertas que abrían, ahora se requiere que las dejen abiertas, para que la especulación siga online, primero, y luego en las esperadas secuelas.

PROMETEO deja en claro eso: es la primera película de una saga. Pero, a diferencia de ALIEN, ya está planeada como tal, se la abandona a media res (ALIEN también terminaba así, pero creo que nadie había pensado cómo seguirla), con conocimiento de que habrá deseos de saber qué pasó con determinados personajes, porqué otros actuaron como actuaron y, fundamentalmente en este caso, la respuesta a la gran pregunta que la película y la saga se hacen: ¿Hay o no un Creador?, ¿de dónde viene, si no, la raza humana? ¿qué clase de mutación genética somos?

Los temas específicos de la película los dejaremos para una crítica más clásica (quizás esto sea hoy una versión de una crítica clásica, ¿quién sabe?), pero lo cierto es que PROMETEO toma elementos e imágenes de la ciencia ficción que ALIEN había abandonado: cierta mitología cósmica a lo 2001, ODISEA DEL ESPACIO. Si ALIEN era, en cierto sentido, la reacción punk a 2001, PROMETEO parece querer unir ambas tradiciones. Digamos, una banda punk reversionando sus éxitos con la Filarmónica de Londres. De vuelta, los 17 pasajeros, los miles de años, los hologramas tan… Alan Parsons: la sequedad e intensidad ablandadas por la necesidad de construir y dar la bienvenida a un universo en dos horas. Si la saga ALIEN terminaba siendo un universo, lo era «a posteriori»: se sentaban las bases de un edificio y luego se construía confusamente sobre él.

Ahora, los cineastas y sus guionistas (Damon «LOST» Lindelof es de la partida aquí) piensan de entrada como arquitectos de edificios enteros, como ingenieros de grandes construcciones. No hacen una película: arman un universo del que la película es, apenas, una puerta de entrada. Uno supone que el mapa está bastante armado y que, de ser exitoso el filme, de a poco conoceremos todo el edificio. Creo que esa diferencia en la forma de estructurar las películas está marcada, por un lado, por el uso de las redes sociales y todo lo que sucede online en los años que pasan de un filme a otro, pero también por la creciente influencia de las series de televisión.

Las sagas de los ’80 eran consecutivas. Uno veía DURO DE MATAR, ARMA MORTAL, INDIANA JONES, VOLVER AL FUTURO y las historias progresaban de manera tal que siempre daba la sensación de que la secuela sólo empezaba a existir en la cabeza del director y los guionistas después de la primera película. STAR WARS no era así -según asegura Lucas, toda la mitología estaba más o menos armada- y, en los últimos años, de HARRY POTTER a CREPUSCULO a JUEGOS DEL HAMBRE, pasando por el hecho de retomar sagas como EL SEÑOR DE LOS ANILLOS o STAR TREK, las películas individuales son sólo parte de un todo, de la misma manera que una temporada de una serie es una parte de un todo. De vuelta, ahora sólo accedemos a un departamento o un piso de un gran edificio, un complejo arquitectónico que sólo se completa al final de la experiencia de ver todos los filmes.

Esa necesidad de que una historia tenga que sostenerse durante 3, 5 o 7 películas -como debe sostenerse durante similar cantidad de temporadas en una serie- hace que hoy sean 17 los pasajeros de PROMETEO en lugar de los 7 que eran los del Nostromo de ALIEN, y que no sepamos mucho de cada uno de ellos más allá de los principales, y también de que se abran más «puertas y ventanas» de las necesarias. Así, por más que PROMETEO mantenga su intriga, tenga su interés y su tensión, funcione por momentos muy bien, lo que se pierde es concisión narrativa, impacto, visceralidad. Ya no alcanza con el placer kinético de una escena, sino en el sentido que ella tiene en «el gran esquema».

Algunos podrían tomarlo como una buena noticia. En los ’90 y en buena parte de la década pasada se criticaba a Hollywood por sólo buscar impacto sensorial sin prestar atención a personajes o a guiones. Ahora no es tan así: lo primero es armar el mapa en todas sus complejidades. El problema es que se piensa el mapa y luego en el territorio que ese mapa describe. Así, los personajes no son necesariamente más complejos sino que les pasan más cosas. Así, el guión no es más inteligente, sino simplemente más largo y rebuscado.

ALERTA: SPOILERS A FULL DE ACA EN ADELANTE:

Scott, Lindelof y compañía lo lograron: la industria especulativa de PROMETEO ya está funcionando a pleno. ¿Por qué el androide hace lo que hace? ¿Cómo actúa la gelatina negra esa? ¿Es Charlize Theron un robot o no (por la forma en la que trata de escaparse corriendo para adelante cuando la persigue una rueda gigante debe serlo)? ¿Por qué se usa a Guy Pearce para un personaje al que siempre vemos con maquillaje de anciano y no se eligió directamente a un actor de esa edad? ¿Por qué los «ingenieros» nos crearon, si es que nos crearon, y luego decidieron destruirnos? ¿Y quiénes crearon a los ingenieros? ¿Y cómo funciona esa maquina quirúrgica automática exactamente? Y así, ad eternum, dando material a Twitter, Facebook, notas, secuelas, lo que quieran. Lo que no lograron fue una película de la intensidad y el terror de ALIEN, que ni siquiera mostraba al famoso «monstruo» hasta bien entrado el relato… y en partes. Lo que sí lograron -y esa es la gran diferencia entre cómo se hacía y pensaba el cine entonces y cómo se hace y piensa ahora- es armar un evento, presentar una parte del edificio que tienen preparado para la próxima ¿década? y tenernos a todos enganchados comentando, esperando, debatiendo, twitteando, leyendo cosas como éstas…