«Amigos intocables»: lo local y lo universal

«Amigos intocables»: lo local y lo universal

por - Críticas
03 Ago, 2012 08:40 | comentarios

Los fenómenos populares y culturales específicos de cada país  no siempre son traducibles al resto del mundo. Raramente la película más exitosa de un país (con la excepción de los Estados Unidos, por el evidente dominio sobre la cultura popular que tiene) logra trasladar su éxito por todo el mundo. Lo sabemos: estrellas que sólo […]

Los fenómenos populares y culturales específicos de cada país  no siempre son traducibles al resto del mundo. Raramente la película más exitosa de un país (con la excepción de los Estados Unidos, por el evidente dominio sobre la cultura popular que tiene) logra trasladar su éxito por todo el mundo. Lo sabemos: estrellas que sólo son conocidas en sus respectivos países, filmes derivados de productos televisivos, problemáticas que también son específicas y, especialmente en lo que respecta a las comedias, un humor local tanto en su temática, como en su tono y su vocabulario las hacen difíciles de «universalizar».

Cuando vi AMIGOS INTOCABLES me di cuenta de que no iba a funcionar en la Argentina -y calculo que tampoco lo hará en el resto de América latina- de la manera en la que lo hizo en Europa. Obviamente que no podría ser como en Francia (donde fue vista por casi 20 millones de personas, ¡un tercio de la población!), pero si revisan aquí verán que la película fue un éxito enorme en toda Europa, donde está alcanzando niveles de taquilla superiores a AMELIE. Y en los Estados Unidos está funcionando bastante bien, aunque todavía muy lejos de la recaudación que allá obtuvo la película de Jean Pierre Jeunet.

No es la intención de este post transformarlo en una crítica de la película. Puedo decir que no me gustó demasiado, que me pareció banal, simplona, efectista, obvia, bastante burda. Pero, a la vez, le reconozco no caer en el humor más, digamos, «berreta» que suelen ser marca de fábrica de las comedias muy exitosas en sus países. Es bastante sobria, accesible, «internacional» más allá de los localismos del habla y de la situación del choque de culturas que propone en el «encuentro» entre un aristocrático parapléjico (Francois Cluzet) y un simpático ex presidiario de origen senegalés (Omar Sy) que le hace recobrar el interés por su vida. Es por eso que ha logrado funcionar en Europa: se nota que no está hecha solo para el mercado interno ni se excede con los localismos.

No es muy distinta en su planteo a BIENVENIDOS AL PAIS DE LA LOCURA  -el otro gran éxito del cine francés de los últimos años, que sí era más local en lo específico/geográfico y funcionó mal en el exterior- en esta idea tan usada en las comedias, idea que los americanos definen como «fish out of water» o «pez fuera del agua» y que consiste en colocar a un personaje en un mundo completamente opuesto al suyo, cuyas reglas desconoce (como UN CUENTO CHINO, digamos). En aquel filme era una persona  de afuera que despertaba a la vida en un pueblo de «gente simple» que al principio miraba con desprecio. Aquí es al revés: el punto de vista es el de la persona alegre y despreocupada que es quien «despabila» a un millonario deprimido por motivos que exceden su universo cultural: el hombre ha quedado tetrapléjico y, salvo el rostro, no puede mover un músculo.

Quiero suponer que el éxito del filme en países como Alemania, Austria, Italia y hasta España tiene más que ver con una situación que es muy distinta a la que aquí se vive: la explosión multicultural, la necesidad de la vieja Europa de adaptarse a la nueva, integrada por inmigrantes de todo origen, raza y color que traen otras costumbres, otro humor, otros hábitos que la película pinta de una manera bastante básica: tienen familias problemáticas, conflictos con la ley y muchos viven en la calle, pero tienen -cómo decirlo sin que suene irónico- un «espíritu vital» y una energía que, sostiene la película, a la burguesía europea le vendría bien adoptar. Es una liviana fantasía de inclusión social que, en el fondo, no puede ocultar un dejo de condescencia y hasta de racismo de salón («los negros saben bailar», «los negros le ponen una sonrisa a todo», «los negros están excitados permanentemente» y generalidades así) que quedan tapadas por la simpatía y el carisma de Omar Sy.

Digámoslo bruscamente: el mercado argentino tiene una pésima relación con el cine protagonizado por negros. Salvo que se trate de Denzel Washington o Will Smith -que ya están estandarizados como héroes de cine de Hollywood-, casi nunca funcionan las películas protagonizadas por afroamericanos, y mucho menos las comedias. Si a esto le sumamos que una comedia así no viene de Hollywood sino de Francia, las posibilidades de triunfar son todavía menores. Y si bien Cluzet es un actor relativamente conocido, no tiene la fama para este tipo de comedias que todavía tienen actores como Daniel Auteuil o Gerard Depardieu, por citar algunos. Y menos Omar Sy, pero eso debe ser igual en todo el mundo…

Cuando se hacen comedias como estas -y funcionan- siempre se firma rápidamente el contrato para hacer una remake holywoodense. Pero raramente se terminan haciendo. Y, si se hacen, más raro es que funcionen. Esta, por ejemplo, tendría que modificar muchísimas cosas, ya que parte de un desconocimiento mutuo entre los personajes que ya fue bastante superado en los Estados Unidos, al menos en su cultura popular. Un ejemplo de filme similar y exitoso fue HISTORIAS CRUZADAS (THE HELP), pero hubo que irse a la década del ’60 para que ese «choque racial» pueda ser igual de grande y evidente, y ser más o menos creíble.

No sé si con otro lanzamiento o con otra fecha la película podía haber arrancado mejor (NOTA: publico esto un domingo a la mañana, con la película habiendo llevado en tres días 15 mil espectadores en 29 salas, por lo que no superará los 24/25 al final del domingo, una cifra aceptable, pero nada excepcional), pero era obvio al verla que no iba a repetir el éixto descomunal que tuvo en Europa. Si a todos los puntos mencionados le sumamos la cada vez menor concurrencia de los espectadores argentinos a ver películas no provenientes de Hollywood (y la menor cantidad de estrenos que hay), las posibilidades de películas que no sean tanques de triunfar a niveles masivos son ínfimas, salvo que se trate de Pedro Almodóvar o el «europeo» Woody Allen. Y el cine francés «grande» está sintiéndolo de manera notable.

Era claro, para mí, que una película como AMIGOS INTOCABLES no iba a cambiar el estado de las cosas, ni la veo tampoco como una variante interesante al dominio de estrenos hollywoodenses con 300 copias. Al contrario, en cierto sentido me molesta que sí se estrenen estas comedias por el hecho de ser europeas -eso supuestamente les otorga un prestigio automático- cuando decenas de comedias estadounidenses que son muchísimo mejores sólo se estrenan en DVD o hay que conseguirlas por internet. Pero esas son políticas de distribución de cada estudio y en este caso se trata de una película «independiente», cuyos mecanismos de distribución funcionan por otros lados.

No me extrañaría que el «boca a boca» funcione y la película tenga una vida comercial bastante pasable al final de su paso por los cines (un poco más de 120 mil espectadores, en el mejor de los casos), pero lejos estará de los récords. AMELIE, en 2002, llevó 370.000. Dificilmente hoy una película francesa pueda llegar a esas cifras. Y no, MEDIANOCHE EN PARIS no cuenta…