Estrenos: «Rush», de Ron Howard

Estrenos: «Rush», de Ron Howard

por - Críticas
29 Oct, 2013 05:34 | comentarios

RUSH: PASION Y GLORIA está planteada desde un lugar narrativo curioso: es la historia de una rivalidad clásica de la Fórmula 1, la que existió entre los pilotos Niki Lauda (Daniel Brühl) y James Hunt (Chris Hemsworth) a lo largo de la década del ’70, para culminar en un campeonato (el de 1976) que se disputaron […]

RUSH-poster-new (2)RUSH: PASION Y GLORIA está planteada desde un lugar narrativo curioso: es la historia de una rivalidad clásica de la Fórmula 1, la que existió entre los pilotos Niki Lauda (Daniel Brühl) y James Hunt (Chris Hemsworth) a lo largo de la década del ’70, para culminar en un campeonato (el de 1976) que se disputaron palmo a palmo hasta la última carrera, temporada que incluye el famoso y tremendo accidente automovilístico del austriaco. Pero lo curioso no es eso, sino la idea del guionista Peter Morgan y el director Ron Howard (reunidos tras la muy buena FROST/NIXON, otra película de rivales) de contar la historia, casi, desde ambos puntos de vista. No hay héroes ni villanos, hay «dos caras de una misma moneda» en una historia que va y viene de un personaje al otro y que deja que sea el espectador el que decida -llegado el caso de querer hacerlo- de qué lado se ubica en esta contienda.

Esa estructura, pese a ser algo problemática formalmente (hay momentos en que uno de los dos personajes parece desaparecer de la película por completo), resulta uno de los elementos más interesantes del filme. No necesariamente por el «ida y vuelta» narrativo, sino por una idea casi rara en el cine comercial norteamericano que es la de tener dos protagonistas principales, enemigos entre sí y que jamás son puestos en diferentes escalones de identificación para con el espectador (se me ocurre que FUEGO CONTRA FUEGO, de Michael Mann, procede por caminos similares). Sí, es cierto, el divertido, talentoso, y fiestero Hunt es el más naturalmente «agradable» de ambos, pero seguramente muchos se identificarán con la personalidad obsesiva, profesional y perfeccionista del más famoso (y sufrido) Lauda. Y la película deja esa decisión en manos del espectador, lo cual es un hallazgo.

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A la vez Howard logra narrar las carreras de Fórmula 1 con pequeñas cámaras ubicadas dentro de los autos (cortesía del DF Anthony Dod Mantle, un a esta altura veterano del mundo hiperkinético de Danny Boyle y del Dogma 95), lo que le da una energía y vitalidad a las escenas de carreras, similares a las que se pueden ver en las propias carreras, o en el documental SENNA, inspirador, los propios cineastas admiten, de esta película. En esos momentos uno siente una combinación perfecta entre el enérgico narrador visual que supo ser Howard (ver APOLLO 13 o sus inicios en la velocidad setentosa con GRAND THEFT AUTO) y el estilo más «fly on the wall» de cierto cine realista europeo moderno.

¿Por qué entonces, con todos estos (muy nobles) elementos, RUSH no me termina de convencer del todo? No digo que no la haya disfrutado, sino que pese a hacerlo uno puede sentir -como dice el propio Lauda en una escena- que el motor hace pequeños ruidos en distintos lugares. Tengo la impresión de que no me termina de cerrar la mezcla entre el «realismo visual» (la estética, digamos, naturalista) y el guión más clásico y elaborado en el que las oposiciones se presentan de una manera más altisonante y maniquea. Es como si RUSH fuera una película narrativamente y otra, estéticamente.

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Howard y Morgan narran de una manera clásica, tradicional, armando paralelos y oposiciones (formales y temáticas) contundentes, forzando la «historia real» a partir de convenciones estructurales del guión: narración explicativa, vidas privadas en paralelo, pintura de personajes en base a una serie de ganchos psicológicos claros (el fiestero vs. el serio, el «natural» vs. el estudioso, el simpático vs. el rico) y un formato que conduce a un final cargado de suspenso. Es un biopic doble, de dos enemigos, pero pese a eso muy clásica.

La película, sin embargo, está filmada con un espíritu más moderno y realista (no digamos «dardenniano», pero sí de la escuela británica «enérgica» de Boyle/Macdonald/Greengrass), lo cual deja en evidencia -o, digamos, banaliza- esas mismas decisiones narrativas más clásicas, tornándolas algo anticuadas. A la vez, esa «modernidad visual» presenta sus propios problemas, ya que en función del impacto y la velocidad se limita bastante la comprensión y ahí es donde una película con un guión más académico como es ésta necesita hacerse fuerte: las carreras no se terminan de entender (la confusión que los propios pilotos tienen respecto al resultado de la carrera de Japón es la misma que uno tiene durante… toda la película), ni la lógica del funcionamiento y evolución de la competencia es muy clara. Al espectador, parece, debería alcanzarle con saber que: a) son muy peligrosas, b) están muy parejos y cualquiera de los dos puede ser campeón.

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No quiero con esto decir que es un error intentar combinar distintos universos estéticos y narrativos (Spielberg, «pariente cercano» de Howard, lo ha hecho muy bien en películas como RESCATANDO AL SOLDADO RYAN), sólo siento que, en esta película en particular, una u otra de estas ruedas del auto me hacía algún ruido. De cualquier modo, el coche funciona y avanza velozmente, casi como un modelo de los años ’70, la misma década que la película narra. RUSH parece, en cierto modo, una película hecha en esa misma década. No solo por los motivos obvios (vestuario, arte, música, etc), sino por algunos diálogos y situaciones casi demodé, y por ese tono de viejo noticiero de cámara en mano que por momentos tiene. Al verla, por momentos, sentía que estaba transportándome en el tiempo y viendo la TV de esa época (o documentales como éste que recuerdo haber visto entonces), con el placer y las reservas estéticas del caso.

Para los que no la conocen, no tiene sentido arruinarles el placer de descubrir la historia. Para los fans de la Fórmula 1, no hace falta que les cuente lo que ya saben. Eso sí, me llamó bastante la atención el grado de crudeza (¿realismo?) con el que se muestran los accidentes, las operaciones, las marcas y llagas de las competencias, especialmente porque este tipo de películas «para toda la familia» no suele regodearse en ese tipo de detalles cruentos. No entiendo si están como «recordatorios» de la dureza de este deporte (no lo hagan en sus casas, niños!) o si es parte de la estética realista de la película, pero lo cierto es que son bastante fuertes, realzando el tema de que los protagonistas están al borde de la muerte que circula durante toda la película.

Vean RUSH, disfrútenla. Es divertida, ágil, entretenida. Yo la disfruté también. El problema es que no puedo evitar pensar como si fuera uno de los mecánicos obsesivos de la escudería…