TV: «Show Me A Hero» (Miniserie)
Nadie hace televisión como David Simon. No lo digo como un elogio, necesariamente. Lo digo como un hecho concreto: la forma de escribir y pensar la televisión de Simon no se parece a ningún otro de los tan mentados showrunners de esta nueva edad de oro de las series. Se me ocurre que ni siquiera Simon piensa […]
Nadie hace televisión como David Simon. No lo digo como un elogio, necesariamente. Lo digo como un hecho concreto: la forma de escribir y pensar la televisión de Simon no se parece a ningún otro de los tan mentados showrunners de esta nueva edad de oro de las series. Se me ocurre que ni siquiera Simon piensa sus historias como un guionista, sino que lo hace como lo que fue antes de pasar a la tele y, especialmente a THE WIRE: un periodista de investigación de un diario.
Sus estructuras narrativas no se parecen a las de ningún otro producto de consumo masivo, sus tramas son complejas y llenas de personajes y trabaja sobre temas que generalmente espantan a los productores de TV: la vida pública de una ciudad. Políticos, policías, maestros, empleados administrativos, elecciones, periodistas. Ficcionaliza, tan solo un poco, lo que uno podría encontrarse en las páginas intreriores de un diario. Lo que le da un pequeño toque, si se quiere, dramático, es que generalmente encuentra sus escenarios narrativos en zonas donde la tensión –generalmente racial– es palpable y omnipresente.
Pero hay otra característica que tal vez sea la más importante en su manera de entender la televisión, algo que yo definiría como «democracia narrativa». Si ideológicamente Simon piensa que los personajes de bajos recursos, los marginados de las decisiones políticas son tan o más importantes que los que toman esas decisiones, le dedicará tanto tiempo a ellos como a los supuestos protagonistas. Sí, SHOW ME A HERO es sobre un político de Yonkers, un distrito al norte de Nueva York, y su lucha por hacer cumplir una ley por la que deben construirse hogares para gente sin recursos en barrios de gente blanco y un poco más «acomodada», pero es también sobre toda esa gente a la que esa ley puede cambiarle la vida.
A lo largo de los seis episodios de la miniserie –que fueron emitidos en HBO Estados Unidos de a dos por semana, por lo que puede analizarse casi como tres episodios de dos horas cada uno–, la serie cubrirá varios años e irá girando hacia lugares inesperados. Y ese es la mayor sorpresa de SHOW ME A HERO: cuando uno cree que va a ser una serie sobre un tema determinado (el racismo) termina siendo sobre otro, que está desde el principio pero que se revela como el principal hacia el final. Es una serie sobre las miserias y traiciones de la vida política, sobre las obsesiones y frustraciones que produce en quienes la practican, aún a nivel local (Nick, encarnado por Oscar Isaac, es por dos años intendente y luego algo así como concejal). Y la frustración y la amargura con la que uno deja la serie tiene que ver más con eso que con otra cosa. La vida política transforma aún hasta a los hombres más probos y heroicos en personas capaces de perder el rumbo, enredadados en las idas y vueltas de las internas más insignificantes.
SHOW ME A HERO trabaja sobre un par de trampas narrativas (lo que sigue SPOILEA algunos temas de los primeros episodios): al principio nos hace creer que será la historia de un político de buenas intenciones enfrentado a una sociedad blanca y racista que terminará acabando con él al mejor estilo norteamericano (algún disparo en la sombra, digamos) y nos pone a un personaje como Mary (Catherine Keener) como sospechosa principal. Pero ese eje va cambiando en los episodios 3 y 4 para completamente esfumarse sobre el final. Ahí ya no son las casas para gente sin recursos el problema, sino cómo vive un «héroe» cuando ya todos han olvidado o no reconocen siquiera sus actos de heroísmo.
Nick es el que se hace fuerte para que las casas se construyan pero, para cuando se terminan haciendo, su paso por el poder político terminó y los réditos se los llevan otros. Hay una escena notable en la que Nick recorre las casas nuevas ya habitadas y ninguno de sus habitantes lo reconoce. De hecho, algunos le cierran la puerta en la cara por su aspecto, a esa altura, un tanto desmejorado. El mundo de la política, amigos. No cuenta el trabajo, cuenta la foto y la tijera que corta el listón.
Por otro lado, la situación racial que parecía explotar al principio prueba ser más manejable de lo que parecía, la parte en la que Simon parece decir que las personas se pueden terminar entendiendo mejor sin los políticos y las autoridades metiendo las narices en sus vidas. Sí, es cierto, sin el impulso político de crear esos hogares nada de esto sucedería, pero luego es la gente la que tiene que convivir con el día a día mientras los «poderosos» ya dieron vuelta la página. Y, al menos en la visión de Simon (encarnada en este ámbito en el personaje de Keener) lo pueden hacer muy bien. Solo es cuestión de ir superando de a poco los prejuicios.
El elenco es extraordinario, desde la reaparecida Winona Ryder a la argentina Carla Quevedo, muy sólida en el rol de la esposa que sufre por la desesperación de su marido por ser reconocido, pasando por Alfred Molina o Bob Balaban, entre otros. SHOW ME A HERO no es una miniserie excelente de punta a punta, en el sentido de que tiene zonas narrativas un poco huecas, caminos que no llevan a ningún lado, algunos personajes e historias mejor desarrollados que otros (Paul Haggis es menos sutil como director que Simon como escritor), pero en su totalidad tiene el peso de un documental de Frederick Wiseman sobre las instituciones o aquellas viejas y buenas películas de John Sayles como LA CIUDAD DE LA ESPERANZA. Como en THE WIRE, la mirada de David Simon intenta ser panóptica, observando los distintos motores que hacen funcionar a una sociedad determinada. Desde ese centro, Simon analiza, recorre, cuestiona, juzga, critica, entiende y perdona. Y, finalmente, nos deja en claro que confía más en los encarcelados que en los carceleros.
Aquí les dejo la playlist con las canciones de Bruce Springsteen que se escuchan en la serie. Hay también otras canciones, pero las de Bruce son el leit motiv, el corazón de esta historia.
Hay algo de fascinante en lo que hace David Simon. Y es eso mismo que vos escribís acá. Una gran investigación. Tal vez a nivel televisivo no cierra un 100%, pero termina siendo algo bueno. Y eso (para mí) alcanza.
Lo que hizo con Treme me volvió loco. Que suerte que exista David Simon y que HBO lo banque. No se que tan bien funcionan sus series en cuanto a espectadores. Imagino que son productos difíciles de vender. Además de tener una cadencia distinta (periodística, como decís) muestra un EEUU que no parece EEUU, no se dirigiere fácil eso, imagino. Definitivamente voy a verla, además Isaac es un mostro.
Funcionan mal respecto a espectadores, pero HBO es un servicio por suscripción no por rating y esto le da prestigio, prensa, aura de «calidad». Tienen otros shows más masivos tipo GAME OF THRONES para ratings, digamos…
Todo lo que ha hecho en televisión ha sido de muy bueno ( The Corner, Generation Kill, Treme) a excelente (The Wire).
Si la historia la escriben los que ganan eso quiere decir que hay otra historia la verdadera historia (de los EE.UU) quien quiera oir y ver se remita a las series de David Simon.