TV: «Rectify» (última temporada)

TV: «Rectify» (última temporada)

por - Críticas, Series
30 Dic, 2016 07:02 | comentarios

La serie, cuya cuarta y última temporada concluyó semanas atrás, no solo fue una de las mejores del año televisivo sino una de las pocas que se atrevieron a evitar todos los clichés y formatos de moda para contar una historia familiar con los tiempos, el desarrollo y la complejidad de personajes de la mejor literatura norteamericana.

RECTIFY es una serie que a lo largo de cuatro temporadas y tan solo 30 episodios logró convertirse en una favorita de alguna parte de la crítica pero jamás alcanzó a volverse popular. Algo de lógica tiene ese resultado: las formas narrativas de la serie creada por Ray McKinnon no se parecen demasiado a las de gran parte de los dramas de caracter policial y tanto su tono, sus tiempos como su estructura pueden considerarse más aptas para una película. En realidad, si a algo se parece RECTIFY es a eso a lo que muchas series aspiran a parecerse y casi ninguna lo logra: a una novela. Los personajes tienen ese tipo de complejidad y ambigüedad, y los eventos policiales/dramáticos que la integran tienen como casi única finalidad hacer avanzar (o no) los arcos dramáticos de los protagonistas. De hecho, en algún momento la parte más «policial» de la historia (saber si el protagonista mató o no a la chica por cuyo crimen lo condenaron originalmente a la pena de muerte) se vuelve un peso, una carga. Ya no importa mucho si la mató o no, lo que nos importa es cómo logra o no reacomodarse a la familia y al mundo que dejó 19 años atrás (cuando solo tenía 18) y cómo los demás logran (re)adaptarse a él.

La cuarta temporada continúa con el mismo tono de las previas y logra ir abriendo cada vez más el abanico narrativo. Hace ya tiempo que la serie había dejado de ser solo sobre Daniel y en esta temporada el protagonismo está compartido como nunca antes. Con Daniel fuera del estado como parte del arreglo judicial, sus escenas funcionan –salvo alguna excepción, como cuando la madre y el padrasto van a visitarlo– por separado de las del resto de la familia. Y hay episodios en los que su madre Janet, su hermana Amantha, sus medios hermanos Teddy y Jared, su padrastro Ted, su abogado Jon y, especialmente, Tawney (la ¿ex? mujer de Teddy) tienen tanto o más protagonismo que él, cada uno con una serie de problemas y complicaciones personales casi tan ricas como las de Daniel. Y hay, además, nuevos personajes, como los habitantes de la casa en la que vive Daniel y, en especial, una chica de la que se enamora.

Lo rico y complejo de RECTIFY no está solo en el hecho de haber logrado ampliar el objetivo inicial de la serie y convertirla en un retrato de una complicada familia a la que un hecho en principio auspicioso (la liberación del hijo) trastoca por completo sino en la manera en la que esos conflictos son tratados y esa familia es representada en la pantalla. Si hay un par de palabras que se me ocurren para calificar el tono de la serie es «compasión» y «empatía». No es una serie cool ni quiere serlo, es el retrato de una familia en apariencia convencional de un pueblo chico de Georgia, un universo (uno podría imaginar a algunos de ellos como posibles votantes de Trump) que no suele verse en las series, cuyos creadores, por lo general, eligen las más urbanizadas costas (este u oeste) o las grandes ciudades como escenarios.

RECTIFY es (fue) una serie sobre la dificultad de los nuevos comienzos, sobre las distancias que aparecen entre las personas de maneras en apariencia inexplicables, sobre la fe (o la falta de ella), sobre los sueños (o la falta de ellos) y, más que nada, sobre el complejo y cambiante concepto de familia. No hay grandes ni misteriosos secretos guardados en un placard que en algún momento aparecerán (el segmento policial, quizás, es el único que incurre en algún desliz de ese tipo), pero sí hay una fuerte carga de violencia interna en muchos de los personajes, hay celos, rivalidades, miedos, enfrentamientos y los conflictos que, más allá del excepcional caso que da origen a esta historia, pueden no ser tan distintos al de miles y miles de familias, y no solo las que viven en el Sur de los Estados Unidos.

Es una serie que se atreve a hablar de Dios y de religión, y lo hace sin ironía alguna, con una de las protagonistas (Tawney) tratando de definir su relación con la fe. Es tal el grado de compasión que McKinnon tiene por sus criaturas que, salvo un par de personajes, todos son redimibles a sus ojos. No voy a spoilear nada, pero hasta un par de personajes que parecían irredimibles hasta esta temporada cambian, en la percepción del espectador, para convertirse en seres de inesperada nobleza. Se lo puede tildar a McKinnon, acaso, de inocente (si uno compara esto con el cinismo rampante del juicio y de familias como las del caso O.J. Simpson, lo de RECTIFY parece suceder en otro planeta), pero es esa voluntad de encontrar la humanidad entre los pliegues de personajes en apariencia deetestables es la que convierte a la serie en un caso especial, casi único.

En ese sentido, uno podría atreverse y pensar en RECTIFY no solamente como una posible candidata al panteón de las series que se postulan a convertirse en la versión audiovisual de la Gran Novela Americana ni como una historia sobre segundas oportunidades en la vida –se ubicaría de todos modos en los puestos más altos de ambos rankings–, sino como una serie sobre la Gracia, o la manera en la que la bondad, la piedad y, sí, la compasión, pueden definir a los seres humanos más allá de sus más conflictivos instintos. La serie no niega la oscuridad latente en muchos de sus personajes (especialmente en el caso de Daniel Holden, cuya misteriosa y perturbada personalidad lleva hasta a sus seres cercanos a dudar sobre su inocencia) pero elige confiar en ellos, darles la oportunidad de que sea su faceta más humana la que lleve la delantera por ahora, y dejarlos en un momento determinado para que continúen con sus vidas, ya lejos de nosotros, los incómodos espectadores.

Era previsible que sin la tensión argumental permanente ni las vueltas de tuerca de alto impacto que van empezando a ganar cada vez más terreno en el mundo de las series de televisión –que hasta hace no demasiado tiempo se jactaba de prescindir de ellas–, un show como RECTIFY, que emite la independiente Sundance TV, iba a terminar quedando como una serie de culto, como una «favorita de la crítica» que no logró (ni acaso se propuso) romper las barreras de la masividad. Pero el tiempo le jugará a favor y estoy seguro que se convertirá en un clásico del que se hablará por décadas. Lo merece. Es una de las grandes de verdad.