TV: «The OA» (Temporada 1)

TV: «The OA» (Temporada 1)

por - Críticas, Series
16 Ene, 2017 05:10 | comentarios

Esta extraña serie de Brit Marling y Zal Batmanglij, lanzada sorpresivamente a fin de año por Netflix, sigue una trama con elementos paranormales y místicos pero es, finalmente, una celebración de la magia de contar historias y de la posibilidad que la ficción tiene de ayudar a atravesar situaciones traumáticas. Dispar y con momentos fallidos, sin embargo se sostiene como una de las propuestas más originales de los últimos tiempos.

Es difícil analizar THE OA sin entrar en el terreno de los spoilers, pero trataré de hacerlo durante algunos párrafos y avisaré cuando llegué el momento de entrar en «zona de riesgo». THE OA no es una serie común en más de un sentido. Llega de manos de Brit Marling y Zal Batmanglij, quienes vienen del cine independiente norteamericano: él dirigió y ella protagonizó sus dos películas previas (SOUND OF MY VOICE y THE EAST), ambas presentadas en el Festival de Sundance. La serie fue creada por ambos y, como las películas, tiene a Brit de protagonista y a Zal de director de todos los episodios. Netflix la lanzó también de una forma inusual: de un día para el otro y sin ninguna campaña promocional previa, tratando de repetir el éxito de STRANGER THINGS, una serie con la que tiene algunos puntos de contacto.

A primera vista uno podría definir a THE OA como un drama con elementos sobrenaturales. Se centra en una chica que es llevada a su hogar tras un intento de suicidio. Ahí nos enteramos que estuvo siete años desaparecida, con la particularidad de que era ciega al desaparecer y ya no lo es cuando vuelve. Prairie (ese es su nombre, aunque prefiere que la llamen «the OA», ya se sabrá porqué) no quiere dar explicaciones a su familia –sus padres adoptivos– acerca de lo que pasó pero, extrañamente, va armando un grupo, que integran alumnos y una profesora de una escuela secundaria, al que reúne por las noches en un caserón abandonado para contarles su historia desde el principio, desde que nació. Y los «oyentes» que reúne tienen la particularidad de tener algún tipo de trauma, problema o conflicto difícil de solucionar en sus propias vidas.

Así funciona buena parte de la trama de esta primera temporada de la serie: con un pie en el presente y con otro en la narración que ella hace de su pasado. En el presente, vemos a cada uno de los intregrantes del grupo, incluyendo a la propia Prairie, manejar sus propios traumas y problemas (uno es violento, el otro tiene una madre alcohólica, otra es transgénero y así). Y en el pasado –que de a poco pasará a ocupar gran parte del tiempo de THE OA— Prairie cuenta su historia de vida, que arranca en Rusia, cuando era niña, veía y era hija de un empresario multimillonario al que perseguía la mafia. Ella será víctima de un accidente/atentado viajando en un autobus que cae a un río. La niña sobrevive pero pierde la vista y tiene lo que se llama una NDE («near death experience») que la va a convertir años después –ya viviendo en Estados Unidos–, en una presa buscada por un investigador de fenómenos paranormales. Este hombre será el que la secuestrará y usará como «conejillo de indias» en sus experimentos sobre el tema de «la vida después de la muerte» junto a otros tres jóvenes que atravesaron similares experiencias.

En THE OA, los espectadores funcionamos como los oyentes de la historia de Prairie. Como ellos, nos enteramos (visualizamos) de los años que vivió encerrada en un sótano, de la relación que estableció especialmente con uno de los otros cautivos (Homer), de sus intentos de fuga, de las distintas experiencias paranormales (encuentros en el Más Allá, ángeles, voces, premoniciones, etc) y de su enrarecida y tensa relación con su captor. Es un universo un tanto excesivo en cuanto a las imágenes y situaciones al borde de lo increíble y/o absurdo el que se nos cuenta (con danzas rituales, personajes que parecen escapados de fábulas terroríficas y así), pero es importante como espectador jamás perder de vista ese lugar narrativo que ocupa esa historia: es un cuento dentro de la serie.

Y acá, inevitablemente, hay que entrar en el terreno de los SPOILERS. Si uno logró no perder el interés en lo que se va contando a lo largo de los episodios –o la trama no se le volvió demasiado absurda y/o ridícula como para ser creíble– sobre el final de la temporada buena parte de esa historia se explica como pura invención. Prairie ha armado –en una mezcla de LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE con un libro de autoayuda– una especie de cuento sobre su pasado en el que poco o nada de lo que les/nos ha dicho puede haber sucedido. Da la sensación que la suya pudo haber sido una experiencia traumática mucho más convencional –un secuestro y encierro por años de tono más oscuro y desgarrador, y sin ángeles ni demonios literales– que la chica reconvirtió en una fábula un tanto excesiva de superación personal.

El logro de la serie –si es que uno llega intrigado hasta el final de la temporada, cosa que recomiendo hacer– es que, como espectadores, hayamos podido seguir con curiosidad la cada vez más bizarra evolución de los hechos narrados. El suyo es un triunfo de la ficción, del cuento por sí mismo, de uno que encima ni siquiera cierra todos los significados y posibilidades abiertas ya que algunas de las cosas contadas pueden ser igualmente veraces, o versiones disfrazadas de situaciones o personas que sí existieron. Marling y Batmanglij logran mentirnos a lo largo de buena parte de diez horas y que la serie asuma esa mentira como propia no se siente como trampa. Al contrario, justifica muchas de las escenas vistas previamente, obliga a repensarlas y a analizar a la ficción casi como forma terapéutica.

Pero la serie se topa con un problema inesperado sobre el final, cuando un ritual en el que Prairie viene trabajando con sus «oyentes» para, supuestamente, salvar al resto de sus compañeros aún cautivos se convierte en otra cosa, igualmente «milagrosa» pero en otro sentido. La utilización narrativa de un tipo de hecho tan trágico y repetido en la historia reciente de los Estados Unidos como son las masacres en escuelas secundarias es de bastante mal gusto, por no decir directamente irresponsable. La idea de que este «campus narrativo de superación personal» termine actuando en el mundo real evitando en buena medida una masacre de ese tipo está al borde de la más crasa y grosera explotación.

FIN DE SPOILERS

Habrá que ver cómo la serie continúa de aquí en adelante, tomando en cuenta los hechos rotundos y en apariencia definitivos del cierre de la temporada. Entiendo que, como muchos de los productos que lanza la televisión, THE OA tiene un cierre que puede funcionar como final-final si por algún motivo la serie no continúa, pero a la vez quedan muchas avenidas abiertas para seguir descubriendo los secretos de la historia, de las historias, contadas allí, aunque no sé muy bien cómo recuperarán la «inocencia» inicial. Se trata de una serie con problemas narrativos y personajes no del todo logrados (más en el tiempo presente que en el relato del pasado, curiosamente), pero a la vez es una apuesta a la ficción pura, casi metaficción, que nos sorprende a cada paso. Y eso, aún con los desajustes del caso, se agradece de la misma manera que un buen cuento de ángeles y demonios contado ante un fogón en una noche oscura.

NOTA: Los que quieran seguir comentando la serie abajo pueden hacerlo, si quieren, con SPOILERS. Los demás, están avisados!