Series: «Twin Peaks: The Return» (Parte 1)

Series: «Twin Peaks: The Return» (Parte 1)

por - Críticas, Series
12 Jun, 2017 08:33 | comentarios

La serie de David Lynch regresó con su combinación de policial negro, humor absurdo y situaciones completamente inexplicables. En una trama que se abre y abre infinitamente en cada episodio, aún no sabemos si el director de «Terciopelo azul» tiene un plan maestro narrativo o está jugando con las expectativas de los televidentes más verosimilistas.

NOTA: Normalmente no hago críticas ni análisis de temporadas de series hasta que terminan, pero tomando en cuenta lo complejo de la trama y lo larga que será la temporada de Twin Peaks decidí romper con esa regla y reseñarla/analizarla en tres partes, cada seis de los 18 episodios que durará. Así que aquí vamos…

Imagino que para quienes crecieron más acostumbrados al tono, los tiempos, los formatos y las tramas de las actuales series de televisión que al cine de David Lynch, la nueva temporada de TWIN PEAKS les puede resultar un objeto impenetrable, inclasificable, indescifrable. Y tienen razón: dentro de ese marco seguramente lo es. El asunto es que Lynch era Lynch y hacía “películas lynchianas” mucho antes que existiera esa expresión y que pudieran estar contenidas dentro de la televisión. Que haya sido él, de todos los cineastas posibles, el que haya abierto las compuertas de la “televisión de autor” es una de esas paradojas cuya extrañeza se hace más obvia con cada nueva serie que aparece.

Cuando muchos hablan de la influencia de la original TWIN PEAKS en lo que sería el renacer creativo de las series televisivas en este siglo generalmente se refieren a la idea del complejo “murder mystery” que se extiende por una temporada o más y que sirve para construir el marketing de esa serie y, acaso, se le puede sumar algunas excentricidades de ciertos personajes. Pero nadie utilizó las armas más radicales que Lynch introdujo entonces y que está haciendo reaparecer ahora.

Para el director de TERCIPELO AZUL, el crimen a resolver –tanto en sus películas como en la serie– fue siempre una excusa, una puerta de entrada a un universo extraño, inesperado, mucho más oscuro de lo que parece por fuera. Y si bien esa tradición viene de décadas de literatura y cine negro, Lynch la llevó a niveles inusitados, enrarecidos, inimaginables. Los crímenes en su obra abren y abren puertas a lugares cada vez más alucinantes y raramente las cierran. Su obra acepta las interpretaciones y se burla de ellas a la vez. Nada puede ser fácilmente leído o interpretado en su obra como sí puede serlo en series como FARGO o THE LEFTOVERS, por más extravagantes y caprichosas que puedan parecer. En el mundo de Lynch hacer lecturas simplistas, psicoanalíticas o de interpretación convencional puede no llevar a ningún lado.

En esta nueva encarnación de TWIN PEAKS, Lynch y su co-creador, Mark Frost, parecen haber asumido un nuevo riesgo. Ya no sólo se trata de entender e interpretar la trama, de manejarse con el particular esquema de reiteración y parsimonia de sus escenas ni de asombrarse con las extravagancias de sus extraños personajes. Ahora lo que han armado es una suerte de bola de nieve de tramas que se superponen entre sí, que parecen abandonarse para luego retornar, puertas que abren puertas que abren más puertas y así. Y lo que uno hace al terminar cada episodio es preguntarse si Lynch y Frost tienen un plan maestro detrás de toda esta imposible cadena de acontecimientos o si lo que intentan es parodiar él reduccionismo verosimilista de las series actuales.

En algún sentido prefiero que sea lo segundo, que ninguna de esta docena de subtramas que se han abierto en la serie –y, encima, en distintas locaciones, dando la idea que el pueblito de TWIN PEAKS no es otra cosa que un “state of mind”— cierre por ningún lado y que David esté creando una enorme broma un tanto diabólica lanzada a los matemáticos del plot televisivo, a esos que buscan errores de lógica, de continuidad o de motivaciones en cada serie que ven. Quisiera que fuera un post INLAND EMPIRE, un gesto estético que se ría un poco de los rastreadores de pistas y los conectores de puntos. Pero no creo que sea así. O, al menos, no del todo. Creo que, al menos para los que acepten la lógica absurda y perturbada de Lynch, la serie irá en cierto modo cerrando los portones narrativos y geográficos que abrió. ¿Cómo? Bueno, eso es otra historia que tardaremos bastante en entender.

Esta nueva temporada presenta además otro desafío: sumar a los viejos personajes con los nuevos, tomar (o no) en cuenta que habrá espectadores que vieron o volvieron a ver las dos temporadas originales y hasta la película (TWIN PEAKS: FIRE WALK WTH ME) y otros que llegan de cero, que poco y nada saben de las aventuras previas del agente Cooper y para los que Laura Palmer no es más que una foto y un tagline comercial. Pero a Lynch no parece preocuparle. Confiará en que cada uno podrá armarse un mapa a su manera y, si no, podrá de todos modos entrar en la nueva propuesta de cero, solo usando un poco de imaginación y ánimo de tirarse a la pileta y ver si hay agua…

No voy a contar la trama de lo que está pasando en la serie porque sería imposible y, porque si llegaron hasta aquí, supongo que la conocen. Tampoco la voy a explicar porque no la entiendo bien yo tampoco y porque, más que en otras series, cualquier pista sobre cualquier punta narrativa puede volverse contra sí misma en cualquier momento. Diré, sí, cuáles de los recursos que está utilizando Lynch me interesa más y cuáles menos, dentro de una serie que, más allá de sus esperables irregularidades, está cumpliendo con las expectativas de casi todos los que esperábamos (admitámoslo, con bastante miedo) este regreso.

De las decisiones estéticas que Lynch está tomando, como me sucede también con su cine, me resultan más logradas las que involucran escenas policiales, las más dramáticas o las simplemente bizarras/inexplicables mientras que el humor más directo me resulta un tanto menos logrado. En los últimos episodios (en especial en el 4 y el 5, con la situación un tanto absurda que atraviesa Cooper), por momentos siento que la serie pierde potencia cuando recae en alguna broma un tanto simplista. Y la situación de “Dougie Jones” bordea ese límite. De todos modos es tan absurdo lo que sucede en esa serie de secuencias que uno no puede más que rendirse ante el coraje de los creadores por haber planteado un “regreso” tan insólito.

Tampoco soy en extremo fan de los multiples cameos que la serie posee, salvo los que tienen o tendrán algún peso narrativo o dramático interesante, o bien en el episodio en el que aparecen o a lo largo de la serie (o los que funcionan a modo de homenaje a actores que fueron parte de la serie original y hoy no tanto). La sensación de estar esperando ver una cara conocida y famosa aparecer en cualquier momento es una distracción casi contraria al espíritu de la serie, que tenía en su elenco a una gran mayoría de actores completamente desconocidos.

Más allá de esos pequeños reparos TWIN PEAKS es una experiencia fascinante tanto en sí misma como en relación con el estado actual de las series de TV. Sus tiempos, su oscuridad, su absurda lógica, su imposible universo paranormal y la particularidad de casi todos sus personajes (y son decenas y decenas) la alejan por completo de la media televisiva actual y la pone más cerca de un experimento audiovisual, de un riff maestro en el cual Lynch revisa su propia obra –no sólo TWIN PEAKS sino también sus películas– y, a la vez, la homenajea y se burla de ella. A él le sucede como a gran parte de los creadores de mundos claramente distinguibles: en un punto su estilo se vuelve muy autoconciente y su obra se torna una parodia de sí misma. Pero Lynch parece disfrutar de esa autoparodia y, en cada momento, transformar a la serie en un imposible juego de referencias y homenajes, como si quisiera enloquecer a los que históricamente han querido interpretar a un hombre que se resiste a ser interpretado.

No podrá evitarlo, obvio. Más aún que los espectadores de cine, los de las series de televisión son los reyes y maestros de la recolección de pistas y la interpretación de señales llenando páginas y páginas de comentarios en blogs o sitios de análisis. No sé si Lynch lo sabe o no –él parece vivir en un mundo un tanto alterno, bastante parecido al del personaje que él mismo interpreta aquí–, pero sería ideal que TWIN PEAKS no sólo siga enrareciéndose en todo sentido sino que deje a buena parte de la audiencia tratando de atar cabos que, como en los sueños y las pesadillas más extravagantes, se resisten a ser atados.