Series: crítica de «Game of Thrones» (Temporada 7, Episodio 4)

Series: crítica de «Game of Thrones» (Temporada 7, Episodio 4)

por - Críticas, Series
07 Ago, 2017 11:51 | comentarios

El capítulo más impactante de la temporada hasta la fecha tuvo como ejes las no del todo sencillas reuniones entre familiares distanciados por años y, finalmente, la aparición de los dragones en medio de una batalla.

Esta es la clase de episodios que han logrado que GAME OF THRONES se haya convertido en la serie más popular en años. Llamativamente, es un episodio breve (no supera los 50 minutos) en una temporada de por sí breve, algo que deja en claro que la decisión está tomada respecto a lo conciso y efectivos que deberán ser sus próximos episodios, una suerte de marcha constante en la que el tiempo y el espacio se moldean a gusto, la gente llega en carretas de un lugar a otro muy lejano en unas horas como si fueran Lamborghinis en RAPIDO Y FURIOSO: WESTEROS (la mitad de los westerns serían imposibles a este ritmo) y pocos se detienen a pensar bien sus pasos, los que los lleva, bueno, ya vieron a qué los lleva…

Lo que hace que «The Spoils of War» funcione tan bien tiene que ver con la decisión de centrarse en las dos o tres cosas que la serie mejor sabe hacer en vez de intentar recetas desconocidas. Por un lado, otorgándole un peso emocional al drama fraternal/familiar que, de a poco, va reuniendo a hermanos que no se ven, personas retornando a sus lugares de origen siempre con algún que otro posible malentendido o potencial sospecha que puede transformar esos agradables reencuentros en algo problemático en un abrir y cerrar de ojos (SPOILERS DE AQUI EN ADELANTE). Algo notablemente resumido en el «entrenamiento» entre Arya y Brionne bajo la atenta mirada tipo comentaristas televisivos de Sansa y Littlefinger quienes parecen darse cuenta, de golpe, que algo parecido al pequeño Leicester de Winterfell puede salir campeón humillando al Chelsea.

El drama de los hermanitos freaks reunidos (¿será Winterfell una nueva X-Mansion y sus Stark una suerte de mutantes expulsados de Marvel?) no termina a los besos y abrazos sino con caras extrañas porque el Zombie Previously Known as Brandon sigue con la mirada perdida en su propia nariz, Arya sigue en plan perro enjaulado ahora con daga valyria all-inclusive en mano y no se sabe bien si Sansa es, se hace o si el incesante parloteo de Littlefinger la dejó ya con poca capacidad de distinguir entre mil distintos tonos de grises.

Y mientras en Winterfell los tres pure breed Stark juegan al poker con la mente, allá en el sur Jon Snow y Theon Greyjoy, que no son ni medio hermanos pero que formaron parte lateral de la familia en la época en la que eran niños y jugaban con lobos, están más cerca de irse a los bifes. Pero como uno tiene genes bastantes más nobles que el otro, todo queda en veremos. Y luego, a la distancia al menos, los más queribles hermanitos Lannister (Tyrion y Jamie) se «reencontrarán» en medio del caos pero la resolución o no de ese semi-encuentro quedará para ser resuelta más adelante. O no.

Pero no solo de reencuentros entre niños tímidos de la temporada uno convertidos en adultos bizarros seis años después consistió el episodio. Los errrores de conducción estratégica de Tyrion, quien tal vez sin copiosas cantidades de vino no sea tan sagaz como parecía, han llevado a Daenerys a volver a pensar en la estrategia del «vamos por todo». Pero el bueno de Jon (cuya nobleza, bondad y, ahora, lecciones de historia, ya están empezando a ser un poquito irritantes) parece convencerla fuera de campo de transformar su aparente derrota momentánea en un ajedrecístico gambito de dama y recuperar el terreno perdido yendo, sí, con peones, caballos y dragones (este ajedrez tiene sus propias fichas) pero a cargar contra las carretas (díganme si la foto de abajo no parece sacada de una película de John Ford), Bronn y Jaime y no contra la Reina «cómo me gusta caminar sobre mapas» Cersei.

Todo este misterioso movimiento de piezas está estructurado de la misma manera que en el episodio anterior: información que no se ofrece al espectador, gente que se mueve cientos de kilómetros a velocidad de guión y sorpresivo golpe de efecto de ataque bélico inesperado. Solo que, a diferencia de la versión videoclipera de los ataques a Casterly Rock y High Garden del capítulo anterior, aquí tenemos una verdadera masacre que no será en tiempo real pero que se siente –y quema– como si lo fuera.

Y así es que se llega a una de las secuencias más espectaculares y esperadas de todos estos años. El ataque del dragón –no, no es una referencia ajedrecística, es «real»– contra un ejército cansado pero más o menos completo y con Daenerys montada arriba de Drogon y el fuego quemando enemigos (y algunos dothrakis amigos al paso, pero eso no parece preocuparle) en plan asadito dominguero. La excelencia de esta secuencia no está en el mero hecho de su existencia ni en sus efectos especiales, sino en su claridad narrativa (el plano secuencia que sigue a Bronn escapando de feroces dothrakis en camino a la «flecha XXL-mata-dragones» es, trucado o no, extraordinario) y en su ambiguedad emocional. Si bien es claro que el espectador desea ver a Dany victoriosa también tiene sus simpatías y extraño cariño por Jaime y Bronn. Y eso hace que el final de esa secuencia –y del episodio– sea particularmente dramático.

No, no creo que Jaime haya muerto. Más allá de haberse hundido en un río o lago cuya profundidad al lado de la orilla es sorprendentemente gigantesca (¿no será una piscina?) es imaginable que saldrá de allí de alguna u otra manera, aunque no es claro qué rol jugara después. Lo único que espero es que no lo tengan otra temporada más prisionero porque si soy Nikolaj Coster-Waldau presento la renuncia a la serie con causa justificada. Veremos. Lo notable de esta temporada, finalmente, es que si bien está sucediendo todo lo que sabíamos que iba a suceder, nada lo está haciendo exactamente del modo en que lo imaginábamos.

Después de todo, como bien lo dijo Bran, el Kwai Chang Caine de Winterfell y aledaños: «El caos es una escalera». Adónde lleva, solo él lo sabe. Bah, y los que hackearon los terabytes de HBO posiblemente también…