Streaming: crítica de «My Happy Family», de Nana Ekvtimishvili y Simon Gross

Streaming: crítica de «My Happy Family», de Nana Ekvtimishvili y Simon Gross

por - cine, Críticas, Streaming
17 Dic, 2017 07:31 | comentarios

Esta muy buena película de origen georgiano que puede verse en Netflix es un profundo y sutil drama acerca de una mujer de 50 años que decide dejar a su marido e hijos de un día para el otro siendo incomprendida y maltratada por todos. Una inteligente y feminista mirada a los pequeños cotidianos sufrimientos de una madre de familia.

Es bastante usual –y en general responde a la realidad– quejarse de la falta de diversidad en la programación de Netflix. En este caso me refiero a que el gigante de streaming no se caracteriza por tener una oferta demasiado importante de nuevas películas de autor europeas o asiáticas. Ocupado con sus productos originales, series, especiales de comedia y documentales, hay que buscar y mucho para encontrar películas como las que habitualmente se ven en festivales de cine. Es por eso que un filme como MY HAPPY FAMILY –que Netflix adquirió tras su paso por el Festival de Sundance– es una verdadera sorpresa. Y, además, una muy buena película.

Dirigido por Nana Exytimishvili y Simon Groß, este drama de origen georgiano es una buena muestra de un tipo de cine realista del Este de Europa que logra contar pequeñas historias familiares y transformarlas en universales, de un modo bastante similar al del cine rumano. La segunda película de la dupla se centra en una familia en apariencia normal dentro de los parámetros sociales de ese país, en la que viven juntos abuelos, padres e hijos. Pero Manana, de 52 años, la protagonista del filme, se siente ahogada en ese pequeño espacio y vemos, de entrada, que su gran deseo es irse, mudarse, separarse. Nada realmente grave parece suceder y es por eso que nadie entiende su deseo y, luego, su decisión. Da la impresión que para separarse allí se necesitan motivos más claros (violencia, alcoholismo severo, etc) y el agobio no cuenta.

Y Manana está agobiada. No quiere que le festejen el cumpleaños y su marido se lo impone, invitando a amigos que se quedan bebiendo y cantando hasta la madrugada. Su madre es decididamente insoportable y no entiende qué le sucede, poniéndose siempre en su contra, mientras su padre, enfermo, suma presión. Los hijos, en tanto, tienen sus respectivos problemas. Manana parece vencida y la única opción que ve es irse, lo cual le genera en principio una enorme paz interior pero luego, también, una serie de inconvenientes, incluyendo algunas inesperadas (y, en mi opinión, un tanto innecesarias) revelaciones.

La fotografía y el uso de la cámara de Tudor Vladimir Panduru (el mismo de GRADUACION, de Cristian Mungiu, entre otras) le da al filme un clima casi más rumano que georgiano, pero de todos modos uno imagina que pese a las diferencias culturales entre ambos países los dos filmes responden a una situación similar en la que tradición, costumbres, crisis económicas y machismo priman en sociedades todavía demasiado apegadas a formatos y modelos tradicionales. La posibilidad de Manana de tener una vida independiente –que sea la mujer la que quiera irse de la casa y que no haya violencia directa de por medio– la vuelve casi una paria. Y de una manera casi susurrada, calma y silenciosa como su protagonista, MY HAPPY FAMILY se convierte en una poderosa película feminista. Y eso que sucede en Tbilisi, Georgia, puede estar sucediendo a la vuelta de la casa de cualquiera de nosotros.