Series: crítica de «Game of Thrones: The Last of the Starks»

Series: crítica de «Game of Thrones: The Last of the Starks»

Capítulo de transición antes de la/s batalla/s finales por el poder, este episodio se caracterizó por apurar narrativamente las situaciones y motivaciones de los personajes de una manera bastante torpe y contradictoria. ¿El final estará a la altura de los mejores o los peores instintos de los creadores de la serie?

Muchos teníamos cierta fe de que, fuera de los episodios en los que la serie se centra en grandes combates, GAME OF THRONES pueda retomar la intriga política que solía ser su gran fuerte en las primeras temporadas. Por más rebuscada y compleja que era de seguir, existía allí un drama por el poder que podía ser fascinante. El único problema que tenía en esa época era que se podía volver largo y un tanto tedioso. El problema actual es el contrario: todo se resuelve en cinco minutos y se liquidan situaciones complejísimas en un par de escenas.

Esto sirve para decir que tal vez mis esperanzas, al fin de la carnicería de la semana anterior, de que GAME OF THRONES saque a relucir sus mejores armas pueden haber sido excesivas. Me da la impresión que hoy los guionistas y showrunners ya no quieren sutileza e intriga sino ir resolviendo de un vez por todas el asunto y tomarse unas buenas vacaciones de Westeros. Es casi como que ellos estuvieran cansados de los personajes y hoy quisieran ver cómo pueden concluir sus historias de la manera más furtiva y veloz posible.

SPOILERS SPOILERS SPOILERS

Desde el «secreto» del origen de Jon que duró menos tiempo del que Argentina estuvo ganándole a Francia en el Mundial pasado hasta la conversación entre Tyrion y Varys que expone todos los conflictos a tener en cuenta como si fuera más un conversación entre los guionistas que el propio guion que ellos tienen que sentarse a escribir, todo es expositivo, obvio, remarcado, simplón. Aún los encuentros, festejos, encamadas y reproches de la primera media hora suenan como alguien entrando en cuartos y chequeando que todo esté en su lugar. El regreso de Cersei, en cierto modo, le da un empuje de intriga al episodio pero ella ya se ha vuelto tan «mala-mala» que tampoco quedan demasiadas dudas para donde irá ante cada situación.

Ante un conflicto bélico que parece muy directo y ya inevitable (si será un ataque cruento por lo menos ya queda claro que ellos trataron de evitarlo), los creadores han decidido poner su mirada en Daenerys y su tensión con los Stark, especialmente Sansa, con Jon en el papel de «jamón del medio» sin saber cómo unir a ambos. Revelado el secreto genealógico, ya no es amor romántico por una y devoción familiar por los otros lo que lo conflictúa, sino dos familias que se lo tironean, como si el muchacho tuviera que elegir entre los parientes del padre o de la madre. ¿A quién querrá más? En medio de todo esto, Daenerys retrocedió –por orden del guion– varios casilleros en su manejo del poder, mientras que Sansa parece haber aprendido más de lo necesario de Littlefinger. Una confrontación forzada pero de la que la serie tiene que vivir hasta el final.

El único que finalmente parece conflictuado de verdad es Jamie y quizás por allí pasen las últimas esperanzas de algún tipo de ambiguedad respecto al final. En principio parece volver a King’s Landing a ayudar a su hermana/amante, por la que siente un amor inevitable, pero quizás allí temine cambiando de opinión y vuelva a ser, en este caso, Queenslayer. Y queda ver qué hará Arya ahora, mientras sigue practicando con su flecha y todos pensamos en la frase de los «ojos verdes» que le dejó la bruja poco antes de desvanecerse en medio de la nieve por orden del Lord of Light. O, como lo conocen en el gremio de los guionistas, el Deus ex Machina.

Si bien lo de la ¿muerte? del dragón fue una sorpresa (lo dejo entre signos de pregunta porque si no se muestra cadáver acá nada es seguro), también hace pensar, como sucedió en el episodio anterior, que la capacidad de planeamiento bélico de Daenerys y su ejército es más que lamentable. Sí, los tomaron por sorpresa, pero ninguna Armada avanza por el mar sin avistar qué puede haber enfrente. Y, finalmente, la última y gran pregunta. A lo largo de siete tempordas y media se nos agitó con que el Night King y los dragones eran todopoderosos e invencibles, y en menos de una hora volaron tres de los cuatro. Como dice en el famoso meme: «Emosido engañado».