Online: crítica de «Domino», de Brian De Palma

Online: crítica de «Domino», de Brian De Palma

por - cine, Críticas
01 Jun, 2019 12:25 | comentarios

Algunos destellos del talento del director de «Scarface» no alcanzan a convertir a este thriller sobre ataques terroristas en Europa en una gran película. Un par de escenas de suspenso, de todos modos, logran estar a la altura de las expectativas que despierta cada nueva obra suya.

La nueva película de Brian De Palma, DOMINO, tiene muchos de los elementos que han hecho célebre al realizador de BLOW OUT aunque en un contexto bastante menos favorable: un guion líneal y mecánico, un montaje que se adivina apresurado y hecho como consecuencia de una producción plagada de problemas y una bastante banal lectura ideológica. Pero para los seguidores de la obra del director de CARRIE es imposible no llevarse, al menos, algunas escenas que son marca de la casa, innegables muestras de su talento y obsesiones.

La primera de las dos grandes «set pieces» que enmarcan DOMINO es acaso lo mejor que tiene el film para ofrecer, otra relectura más, en clave de suspenso, de formas hitchockianas en variantes que solo pueden ser definidas como «depalmianas». Sí, uno encuentra los motivos y los homenajes al maestro (VERTIGO, especialmente, con sus escaleras, techos y potenciales caídas al vacío), pero también los detalles de puesta en escena que son absolutamente suyos: los planos divididos frente/fondo, la música, la cámara lenta, el uso del color. Es otra escena, no de las mejores pero sí una muy efectiva, para la colección De Palma.

El disparador de la trama es el llamado que dos policías reciben de ir a chequear un accidente doméstico que termina siendo un asunto ligado al terrorismo. Christian (Nikolaj Coster-Waldau) y Lars, su veterano colega y amigo de la policía de Copehnhagen (Søren Malling) van a ver lo que sucede y se encuentran con algo inesperado: un sospechoso hombre de larga barba, Imram, que los amenaza, un hombre muerto en un cuarto, armas y bombas escondidas en cajones de tomates y sangre por todos lados. Capturan al hombre en cuestión, pero Christian ha ido al lugar sin su arma y al usar la de su amigo lo deja a merced de Imram, que se libera y lo acuchilla. La escena, que dura 15 minutos, se extiende con Christian persiguiendo por los techos a Imram, que termina escapándose.

En cierto punto uno podría decir que, a los 25 minutos de comenzado el film no hay mucho más para ver. La trama terrorista es de un nivel de banalidad sorprendente y los acciones de los personajes son llamativamente absurdas aún para el nivel más ficcionalizado de estas tramas ligadas a ISIS y la situación en Medio Oriente. El problema de DOMINO es ese, que combina dos intereses bastante distintos de De Palma –el thriller puramente cinéfilo y la su mirada sobre la realidad política– y no consigue similares resultados a los que consiguió, tiempo atrás, en PECADOS DE GUERRA o, en menor medida, en REDACTED. Es, claramente, un guion muy pobre y líneal que solo puede salvar su talento para la puesta en escena.

De Palma es casi siempre mejor cuando sus películas funcionan dentro del universo del cine puro, o del cine sobre el cine. Es que sus marcas de estilo provienen tanto de ese universo codificado que, cuando pretende hacerlo chocar con la realidad, los resultados no siempre son los mejores. Es por eso que conviene ver DOMINO como una película de fantasía al 100% por más CIA, ISIS, atentados terroristas y líos policiales haya de por medio. De hecho, es más central para De Palma y, finalmente, para la trama, el affaire que la policía Alex (Carice Van Houten) tuvo con Lars, o los dispositivos que convierten a los terroristas en cineastas (su obsesión por filmar y transmitir todo lo que hacen), que las intrigas internacionales que aquí, más que en muchos casos, funcionan como puro McGuffin, distracción necesaria para armar un par de escenas que prometen ser brillantes pero, salvo la primera, no lo son.

Mientras Christian y Alex (combo de actores que disfrutarán los fans de GAME OF THRONES, especialmente porque en la serie casi ni se cruzan) investigan la trama terrorista más en plan revancha personal por la muerte del amigo y amante que por cuestiones de seguridad nacional, en paralelo la CIA (representada en un papel claramente destrozado en el montaje por Guy Pearce) negocia e intenta hacer las suyas con ISIS. Los terceros en discordia son los propios terroristas, los que conducen las otras dos escenas de suspenso que dividen al film. La segunda sucede en video y es la autofilmación de una mujer francesa que comete un atentado terrorista en la red carpet de un festival de cine en Holanda. Más allá de los inteligentes y ácidos comentarios que esa escena puede despertar (el choque entre la banalidad de los paparazzi que siguen en la suya mientras una mujer armada mata gente alrededor o la propia reflexión sobre el dispositivo cinematográfico y la idea de que las cosas solo existen si son filmadas), la escena en sí no está muy bien resuelta.

Y algo parecido sucede en la tercera set piece, que ocupa buena parte de los últimos 25 minutos de la película y que también involucra un atentado en España que, ahora sí, nuestros caóticos pero esforzados policías daneses pueden tratar de detener. La mecánica es, de vuelta, De Palma puro citando en este caso a LA VENTANA INDISCRETA y narrando buena parte de la escena a través de binoculares. Es, de vuelta, la escena de acción mirada de lejos por los espectadores pero también por los protagonistas. Pero cuando parece que la escena en sí –que arranca muy bien– salvará el resto de la película, la resolución de la misma en bastante torpe y pobre, aún dentro de los códigos de realismo difuso del realizador.

Si esas tres secuencias de acción/suspenso que ocupan más de la mitad de la duración de esta película de apenas 80 minutos funcionaban a la perfección, DOMINO podía haber superado sus limitaciones y convertirse en una muy buena película de De Palma. Pero apenas la primera lo consigue. Y eso solo, aún sumándole la consistencia temática, no es suficiente. De todos modos, cualquier cinéfilo o seguidor del director de LOS INTOCABLES debería, en afan completista, verla. En pequeños momentos y detalles uno encuentra todavía ese amor y obsesión por el cine y por la mirada que lo convirtió en un realizador indispensable.