Streaming: reseña de «The Mandalorian», de Jon Favreau
Una sorpresa inesperada, la serie del universo «Star Wars», centrada en un caza-recompensas, es un brillante homenaje al western clásico y a los propios orígenes de la saga creada por George Lucas. Por Disney+ o donde la encuentren…
Pocos productos comerciales de esta envergadura industrial, a esta altura, nos logran sorprender. El mercado audiovisual ha generado un fenómeno un tanto curioso: una enorme cantidad de producciones pero variaciones cada vez menores en cuanto a formas, temas y conceptos. Hay formatos ya tan preestablecidos en casi todos los rubros que es muy difícil salirse de la media. No solo por el temor al riesgo estrictamente comercial sino porque los llamados IP («Propiedades Intelectuales», en inglés) están habitados por tanta historia, tradición, personajes y tramas que es muy normal caer en la repetición, en cambiar algo para no cambiar nada. Dicho de otro modo, en la fórmula.
De todos esos IP, uno de los más desarrollados es el de STAR WARS. Acaso solo el multi-universo de Marvel –a partir de la explosión de películas de los últimos doce años– se le compare en materia cinematográfica. Uno ha disfrutado, en mayor o menor medida, muchos de los productos generados a partir de los personajes creados por George Lucas a mediados de los años ’70, pero raramente se ha sorprendido. Desde que Lucasfilm es parte de Disney (las precuelas de los ’90 no cuentan, eso es Lucas puro, solo y desatado) las películas son generalmente efectivas y funcionales, máquinas perfectamente calibradas. Y cuando algunos films se salen un poco de la norma (como EL ULTIMO JEDI o HAN SOLO) el resultado no es bueno económicamente hablando y la empresa tiende a aplicar fuertes correctivos: cambios de guionistas, de directores, cancelación de proyectos. Sale del mercado, piensa, se reagrupa y ataca de nuevo.
Nadie esperaba sorpresas con THE MANDALORIAN por distintos motivos que detallo. Era el producto de lanzamiento de Disney+ y necesitaba ser la carta de presentación del servicio de streaming en el que la empresa pone en juego buena parte de su expansión y crecimiento a futuro. La dirigía Favreau, quien –junto a J.J. Abrams y, quizás, los hermanos Russo–, es una de las fichas seguras en los distintos emprendimientos grandes de la compañía. Y tenía, además, que ponerle paños fríos a esta creciente sensación (post-fracaso de SOLO y varios proyectos cancelados) de que el universo STAR WARS acaso no era tan expandible como el de Marvel. Y, sin embargo, la serie es una sorpresa absoluta. En todos y cada uno de sus detalles.
THE MANDALORIAN tiene una duración fuera de lo normal, un tempo lento para estas épocas –casi de western clásico, de los años ’50–, unos escenarios desoladores y una cantidad de palabras por minuto mínimas y no necesariamente ligadas a las escenas de acción (que las hay) sino por la propia lógica de los personajes: un hombre «enmascarado» y parco acompañado por, bueno, un bebé que solo hace ruidos. Tiene, sí, un universo de personajes secundarios de la saga para sostener ese andamiaje, pero supongo que Disney no solo quiere llegar a los fans acérrimos que descubren easter eggs donde el resto de los mortales no vemos nada más que polvo y arena. Quiere interesar a los que no tienen idea de la historia de los «bounty hunters» y no estudian en su tiempo libre los secretos del lenguaje de los jawas.
THE MANDALORIAN tiene, sí, un secreto a voces que es clave, quizás el que le permitió a Favreau y su equipo poder soltar cadenas por otros lados. Ya lo vieron: se trata de esta suerte de Baby Yoda, un personaje que, apenas salga su muñeco a la venta, generará un ingreso por merchandising mucho mayor a la suscripción a Disney+ y más que suficiente para pagar varias temporadas de la serie. Tener a esa criatura adorable en plan E.T., perdido, solo y abandonado, es la carta que asegura público, la que vende el producto. Pero está tan bien hecho y funciona de manera tan canónica –con respecto al tipo de historia clásica, casi bíblica, que aquí parece querer contarse– que es irreprochable.
La serie de Favreau funciona, entonces, como relato bíblico o, si se prefiere, en sus adaptaciones de género, como el clásico western de John Ford, THREE GODFATHERS, que no es otra cosa que la historia de los Reyes Magos trasladada al Oeste. Aquí no son tres –al menos no por ahora, aunque al final del tercer episodio se avizora una rebelión más general–, pero la idea de la redención de un hombre que solo se dedica a cazar recompensas a partir de su encuentro con un bebé abandonado es propia de un formato clásico, casi navideño, a la manera de A CHRISTMAS CAROL, de Charles Dickens, o mil otros ejemplos de «humanización» a la fuerza. Y Favreau utiliza todos los recursos de este tipo de cuento clásico y los coloca en el universo creado por Lucas.
Otra de las cosas que encuentro fascinante en la serie es la suerte de llamado que hace a los viejos y clásicos seriales de Hollywood, los mismos que inspiraron al propio Lucas, con sus episodios de media hora que suelen terminar en cliffhangers que solo se resuelven en el próximo. Y lo mismo sucede con los films de samurais, otra de las inspiraciones del creador de la saga original. Hay sagas de ese género (como LONE WOLF AND CUB), que se complementan a la perfección con la propuesta de THE MANDALORIAN. Favreau, con mucha inteligencia, talento y/o ingeniosos colaboradores, ha tratado de rearmar la fórmula original de Lucas, mezclando western, naves espaciales, seriales clásicos, películas de Akira Kurosawa y el ya mítico camino del héroe, y hasta ahora parece ir por el camino correcto.
Lo mejor, o lo más inesperado acaso, es que ha logrado incluir las escenas de acción que este tipo de entretenimiento masivo precisa para funcionar, y que se las sienta a todas ellas legítimas, lógicas, narrativamente precisas y ajustadas. Uno podrá leer acerca de los efectos especiales de la serie (hay más cosas «animadas» que reales, digamos), pero el efecto que causan las escenas de acción en el espectador son mucho más realistas y creíbles que las de Marvel. Hay algo humano y físico en el universo de esta serie que se siente en cada plano, en cada escena.
No suelo escribir textos de series promediando temporadas ya que las cosas pueden cambiar mucho en poco tiempo y quizás me arrepienta de todos estos elogios en un par de semanas. Pero los tres episodios vistos hasta aquí son realmente sorprendentes. No me convencerán, de todos modos, de que está bien entregarle a Disney el control de la cultura masiva durante las próximas décadas, pero hay que reconocer que siguen sabiendo manejar algunos relatos fundamentales como pocos logran hacerlo. Y en esa batalla cultural/industrial (solo basta mirar el éxito de las producciones de Pixar o Marvel) corren con mucha ventaja. Algo que no se aprende de un día para el otro ni sale, necesariamente, en los algoritmos.
Muy buen comentario.
También a mi me gustó el diseño de las naves. No bajaron el nivel de la saga Star Wars, siguen siendo brillantes.