Estrenos online: crítica de «Vivarium», de Lorcan Finnegan

Estrenos online: crítica de «Vivarium», de Lorcan Finnegan

por - cine, Críticas, Estrenos
30 Mar, 2020 05:43 | comentarios

Una pareja que busca mudarse va a conocer una casa en un suburbio y una vez allí se dan cuenta que no pueden escapar del lugar en esta película de terror existencial que no logra sostener el interés durante sus interminables 100 minutos.

En una película extraña, inasible y, francamente, bastante insoportable, hay una escena casual, al principio, que resulta bastante reveladora. Gemma (Imogen Poots), una maestra de escuela, y su pareja, Tom (Jesse Eisenberg), que trabaja como jardinero, están buscando una casa para mudarse. Cuando se encuentran por primera vez (en el marco de la película, obviamente) se topan con un pajarito muerto que puede o no haber sido consecuencia del trabajo de Tom. Ella se lo muestra y él, un tanto burlonamente, le organiza un entierro. Metafórica o literalmente esa escena marcará el resto del film que tuvo su estreno mundial en la Semana de la Crítica de Cannes y, dada las circunstancias, termina teniendo un estreno online.

Esa especie de comedia romántica sobre una pareja simpática que busca casa durará poco. Ya en la inmobiliaria en la que paran a ver posibles opciones queda claro que la cosa tiene pinta de tornarse extraña, rara, siniestra. Pero nadie está demasiado preparado para lo que vendrá. El peculiar vendedor los convence, un poco a la fuerza, de acompañarlo a ver casas en un barrio nuevo en el que, dice, las casas son tan increíbles que durarán muy poco en el mercado.

Allí van ellos, dudosos pero contentos, a lo que resulta ser un suburbio de casas todas idénticas por cuadras y más cuadras, una especie de siniestro paraíso utópico de la década del ’50, un TRUMAN SHOW aún más deprimente y totalmente deshabitado. El hombre les muestra una cómoda casa, que tiene el número 9, y mientras ellos la recorren a desgano, riéndose de que alguien pueda querer vivir en un barrio así, el misterioso vendedor desaparece sin aviso. Ellos se suben al auto para huir pero están en un laberinto perfecto sin salida alguna. Una y otra vez vuelven a ese mismo lugar vacío, lleno de casas iguales a la suya, y en cualquier giro parecen toparse con su número «9». No hay escape.

El primer acto del film es inquietante, hasta estremecedor, pero es de esas ideas que luego no tienen mucha forma de desarrollarse casi 100 minutos si no es con un guión fabuloso. Y no es el caso del de VIVARIUM. Pasarán cosas cada vez más extrañas allí, la pareja se quedará mucho tiempo (misteriosamente todos los días aparece comida en su puerta, entre otras cosas), intentarán encontrar alguna salida pero pronto la frustración, el sopor y un insoportable «invitado» sobre el que no conviene revelar mucho harán que sus vidas se vuelvan horripilantes. Tanto para ellos como para los espectadores.

VIVARIUM es una idea de cortometraje, claramente. Tiene ese formato, ese tipo de «punch» y sería la mejor manera de contar una historia como la que se cuenta aquí. En el mejor de los casos podría ser un episodio de LA DIMENSION DESCONOCIDA o BLACK MIRROR –con una hora, sobra– pero nunca un largometraje de esta extensión. Al menos no con este guión ni con una sola idea matriz que no tiene prácticamente derivaciones de ningún tipo.

Es que luego, más allá de alguna intriga, dudosas revelaciones y un pequeño desarrollo de personajes (algo que ni siquiera Finnegan aprovecha para hacer con todo el tiempo que tiene a su disposición), ya bien llegando al final, es poco más lo que hay en la película que una exasperante, larga y angustiante sucesión de miserias, depresiones y fastidios solo para que entendamos, si se quiere, que la vida suburbana puede ser la más horrorosa de las condenas, algo que lo dijeron ya cientos de películas y que resumió a la perfección David Byrne en el tema de Talking Heads, «Once in a Lifetime». Ah, y que, por las dudas, mejor no burlarse ni matar a los pajaritos que andan dando vueltas por ahí… no sea cosa que resuciten convertidos en metáforas.