Estrenos online: crítica de «La apariencia de las cosas», de Robert Pulcini & Shari Springer Berman (Netflix)

Estrenos online: crítica de «La apariencia de las cosas», de Robert Pulcini & Shari Springer Berman (Netflix)

A mitad de camino entre un drama familiar con elementos de suspenso y una película de terror propiamente dicha, este film protagonizado por Amanda Seyfried y James Norton cuenta la historia de una pareja que se muda a una casa con una oscura y tenebrosa historia.

Un film de suspenso familiar que por algún motivo toma las formas de un relato de terror, LA APARIENCIA DE LAS COSAS tiene en realidad más en común con los thrillers sobre violencia de género como DURMIENDO CON EL ENEMIGO que con las películas de corte fantástico con las que coquetea. El problema de «jugar a dos puntas», como lo hace el film de Pulcini & Springer Berman (directores, hace ya mucho tiempo, de esa gran película que es AMERICAN SPLENDOR), es que termina sin ser convincente como ninguna de las dos cosas. Al cruzarse todo el tiempo de manera más metafórica que otra cosa, resulta un tanto fuera de registro cuando el registro fantástico toma «posesión» del relato.

La película engaña, de cierto modo, al espectador al plantearle que tendrá las características de película de casa embrujada. Todo parece indicar que vamos hacia allí en el momento en el que Catherine y George Claire (Amanda Seyfried y James Norton) se mudan con su pequeña niña, en 1980, de la ciudad de Nueva York al norte más campestre y salvaje del estado, ya que él ha conseguido trabajo como profesor de historia del arte en una pequeña universidad local. El caserón que compraron está bastante venido a menos y pronto empiezan a escuchar ruidos y ver movimientos extraños, especialmente la pequeña niña y la mujer.

Catherine –que tiene algunos trastornos de alimentación y no termina de sentirse a gusto en el nuevo lugar– se obsesiona con una familia que vivió en esa casa en el siglo XIX y luego descubre que en ese entonces pasaron cosas horribles. George, en tanto, empieza a trabajar en la Universidad y pronto prueba estar bastante interesado en las chicas jóvenes con las que se cruza allí, especialmente Willis (Natalie Dyer, de STRANGER THINGS). Al tipo le interesa muy poco todas las investigaciones paranormales que hace su esposa y se preocupa más en avanzar con su carrera en la universidad, entre otras cosas.

A lo largo de una historia que se expande más de lo necesario con personajes que son puramente utilitarios habrá lugar para el jefe del departamento de arte de la universidad (F. Murray Abraham), quien se ve fascinado por el éxito de las clases del apuesto George; otra profesora de allí (Rhea Seehorn, de BETTER CALL SAUL) que rápidamente «le saca la ficha» a su colega dándose cuenta que es un tipo más complicado de lo que parece; y dos hermanos que trabajan arreglando la casa de la familia, uno de ellos (Alex Neustaedter) con look de estrella porno de la época.

Entre la reconstrucción de la casa que hace Catherine con los hermanitos, el trabajo y las otras aventuras en la universidad de George, las visitas de conocidos y familiares, las discusiones sobre Emanuel Swedenborg –un teólogo del siglo XVIII que escribió mucho sobre el Cielo y el Infierno– y cuadros de Caravaggio, de a poco LA APARIENCIA DE LAS COSAS parece dejar de lado su elemento fantástico y centrarse en lo que es, en definitiva, el eje de su relato: el grado de crueldad y violencia psicológica que ejerce George sobre su mujer. Queda claro que esa casa ya ha visto pasar varias relaciones de ese tipo y quizás lo que estén haciendo sus paredes y fantasmas sea sacar afuera cosas que estaban ocultas en George, desatando sus zonas más crueles.

Cambiando apenas algunas cosas la película podría funcionar igual sin el elemento fantástico. De hecho, sería más lógica y tendría bastante más sentido. De todos modos, el guión escrito por los propios directores –basado en la novela de “All Things Cease to Appear”, de Elizabeth Brundage– trabaja utilizando una enorme serie de casualidades, coincidencias, cosas irresueltas y personajes abandonados por la mitad, lo cual impide entrar realmente en el clima de suspenso y miedo (real o fantástico) que intentan crear los realizadores a través de las imágenes y el sonido. Uno nunca deja de verla como un ejercicio un tanto fallido que intenta pensar las distintas maneras que puede tomar la violencia de género y su persistencia a lo largo de la historia.

Y si bien el tema es valioso y actual, la película va perdiendo de a poco su credibilidad como si no se decidiera del todo qué camino tomar para contar esta historia. De hecho, cuando parece que el tema de «las apariencias» va a ir por el lado más realista –ligado a la tensión matrimonial y a algunos secretos que existen en ese área–, la película vuelve a pegar un giro hacia el fantástico que termina por confundir más aún al espectador. Películas como REVELACIONES, de Robert Zemeckis, o hasta la propia EL RESPLANDOR, de Stanley Kubrick, jugaban mejor con ese dualidad entre lo real y lo sobrenatural. Acá, lo que se pierde de vista también es la capacidad de generar terror en el espectador.

Pese a tener un muy buen elenco (los ojos de Seyfried parecen tener vida propia mientras que Norton, de HAPPY VALLEY, lleva muy bien el aspecto de intelectual británico de la época un tanto malévolo y el veterano Abraham siempre es una presencia bienvenida) y una trama con una serie de giros narrativos potencialmente inquietantes, la película en sí nunca termina de armarse como seguramente sus directores pretendieron. Son secuencias e ideas unidas entre sí en busca de una película que no está ahí.