Clásicos online: crítica de «Seguridad interior», de Christian Petzold (MUBI)

Clásicos online: crítica de «Seguridad interior», de Christian Petzold (MUBI)

En el ciclo «Fantasmas entre nosotros» se exhibe el primer largometraje para cine del realizador alemán de «Bárbara»: la historia de una pareja de fugitivos militantes de izquierda de los ’70 con una hija adolescente.

Si bien SEGURIDAD INTERIOR figura como el primer largometraje de Petzold –fue el primero en estrenarse en salas de cine allá por 2001–, el hombre ya traía encima al hacerlo una cierta experiencia en películas para televisión. Y eso, que puede parecer un detalle menor, es importante a la hora de entender algunas ideas acerca de la puesta en escena del film y, además, su improbable repercusión. Es, claramente, un film que lleva al espectador al comienzo de una época nueva dentro del cine alemán, comparable en algún sentido –y época en la que se desarrolla– con el Nuevo Cine Argentino.

Me refiero a la llamada Escuela de Berlín, un grupo de cineastas diverso y disperso (no todos son de Berlín ni fueron a la escuela de cine allí) que dio un golpe de timón al cine alemán de entonces, cine que había perdido su peso y su fuerza en el mundo de los festivales y que, a partir de películas como esta, empezó a recuperar parte de su terreno gracias a los films de realizadores como Thomas Arslan, Christoph Hochhäusler, Valeska Grisebach, Maren Ade, Angela Schanelec y Ulrich Köhler, entre otros.

Además de su muy distinta propuesta estética con las películas de la época (también entre las de ellos), estos films solían revisar ciertos aspectos del pasado alemán a los que el cine de ese país parecía haber dejado de lado en pleno optimismo post-reunificación. THE STATE I’M IN (tal su título internacional) ahonda en la relación con ese pasado de una manera lateral, tangencial, como siempre fue el modo de hacerlo de Petzold.

Es la historia de una adolescente que vive fugándose permanentemente con sus padres –quizás desde que nació–, quienes se escapan por algún tipo de actividad criminal que la película jamás explicita. Se asume –por algunos datos, momentos y comentarios en entrevistas hechos por el propio realizador– que se trata de una pareja que participó de actividades terroristas de la RAF décadas atrás y que se escapan constantemente desde entonces.

Para la hija, que desconoce esos detalles, la experiencia de vivir permanentemente en fuga empieza a entrar en conflicto con sus deseos y necesidades adolescentes. Fundamentalmente, la posibilidad de tener amigos, pareja, una vida social, una cierta estabilidad emocional. LA SEGURIDAD INTERIOR deberá lidiar con ese conflicto: un coming of age adolescente en un marco familiar y político conflictivo que le dificulta poder llevarlo a cabo de una manera convencional.

La película transcurre en los habituales no-espacios que pueblan el cine de Petzold. Salvo por el inicio –en Algarve, Portugal, donde la familia vive escondida, con nombre falso y pensando huir a Brasil–, la mayor parte del tiempo se los ve en rutas, casas perdidas en medio de bosques, algún anodino shopping, viajando en autos y en otros lugares difícilmente identificables como ciudades, por más que muchos de estos escenarios estén cerca de Hamburgo.

El problema fundamental que aqueja a la familia es que las «escapadas» de Jeanne (Julia Hummer) ponen una y otra vez en peligro la estabilidad y la vida del grupo. Incapaz de contener sus necesidades adolescentes de conexión con otros, Jeanne no hace más que complicar la vida de sus huidizos y silenciosos padres. Y si bien sabe que sus movimientos públicos son potencialmente graves –y hasta trata de cumplir con lo que le piden–, le resulta muy difícil «guardarse». Algo que se volverá aún más complejo cuando conozca a un chico de su edad que le gusta.

El conflicto inicial es bastante similar al de RUNNING ON EMPTY, de Sidney Lumet (la película argentina INFANCIA CLANDESTINA y hasta la serie LA COSTA DE LOS MOSQUITOS poseen tramas relativamente parecidas), ya que aquí lo que enfrenta a las generaciones puede ser leído tal vez como una forma de lidiar con el pasado reciente de ese país, con el quiebre entre aquellos militantes de los ’70 que han quedado fuera del sistema y no tienen cómo regresar a él (quizás tampoco quieren) con adolescentes que se sienten alejados de esas disputas políticas.

Para Hans (Richy Müller) y Clara (Barbara Auer), la fuga permanente implica estar siempre sin dinero, robando para sobrevivir, mirando para los cuatro costados para ver si son seguidos, muchas veces sospechando de más en situaciones muy tensas (como una que tiene lugar cuando el coche en el que viajan está detenido en un semáforo en la carretera) y, claramente, descuidando las emociones de Jeanne. Y si bien son conscientes de las dificultades que ella tiene para seguirles los pasos –especialmente la madre, con la que comparte más cosas–, no les queda otra opción que seguir huyendo permanentemente. O eso creen.

El elemento, si se quiere, más curioso de SEGURIDAD INTERIOR está relacionado con su protagonista. Si bien Petzold cuenta la historia desde su punto de vista, esperando que simpaticemos con su problemática sensación de soledad y abandono, por otro lado también deja en claro que la chica toma una serie de decisiones más que riesgosas, por no decir insensatas. Y si bien el guión coquetea acaso demasiado con sus arriesgadas escapadas como disparadores de la acción, a la vez Petzold se las arregla para ir develando conflictos internos del personaje que cobran su verdadero peso psicológico sobre el inesperado plano final del film.

Pese a su sequedad y la manera casi militarizada de moverse, los padres de Jeanne jamás hablan de militancia o de temas políticos. Hay algunos apuntes sutiles (ligados a la manera de vestir, a la música que escuchan, a ciertos elementos, objetos, lugares o contactos) que revelan ese posible pasado, así como las diferencias generacionales, en especial las ligadas a la confianza/desconfianza para con los otros (y con las autoridades). Pero el otro elemento central de la trama tiene que ver con el dinero –un clásico en el cine de Petzold– y con el uso que se le da.

Queda claro viendo LA SEGURIDAD INTERIOR (se la exhibió en castellano con o sin el artículo «La» dependiendo la época, el formato y el lugar) que Petzold todavía no había elaborado su cada vez más elegante y refinado modo formal para narrar sus historias. El film opera de una manera visualmente más neutra, fría, con algo que en su momento muchos consideraron «un poco televisivo» pero que luego fue revelándose como una elección del realizador a la hora de mostrar ese país gris y opaco, desangelado pero peligroso a la vez en el que viven estos «fantasmas» del pasado político que se esconden en los bosques. Seguro hay una palabra en alemán para describirlos.