Series: crítica de «La Costa de los Mosquitos – Temporada 1», de Neil Cross y Tom Bissell (AppleTV+)

Series: crítica de «La Costa de los Mosquitos – Temporada 1», de Neil Cross y Tom Bissell (AppleTV+)

La primera temporada de la serie basada en la clásica novela de Paul Theroux no es más que una floja y poco inspirada imitación de mejores thrillers de familias en peligro como «Ozark» o «Breaking Bad».

Esta crítica va a ser relativamente breve porque la serie no amerita mucho más que eso. En honor a esa brevedad, diré que LA COSTA DE LOS MOSQUITOS tiene todos los problemas y defectos de la gran mayoría de las series actuales que se producen –y proceden– en función de un nicho comercial que funciona. Esta adaptación de la novela de Paul Theroux, llevada al cine por Peter Weir en una muy buena película de los ’80, recibe aquí un tratamiento absolutamente mecánico, repetitivo, demasiado influenciado por series que se han convertido en referencias ineludibles del género como la línea BREAKING BAD, OZARK y similares. Y si la segunda es una versión de la primera, esta es una copia de una copia. Y se nota que ya no queda mucha tinta en la máquina.

En siete episodios que son, fundamentalmente, dos largas persecuciones –una en la frontera entre Estados Unidos y México, otra ya en la capital de ese país– más algunas otras situaciones tensas en el medio y al final, lo que hace THE MOSQUITO COAST es forzar y seguir forzando un guión mediocre para que vaya generando potenciales choques, enfrentamientos, escenas de suspenso. No hay ninguna situación que tenga lógica interna, ninguna serie de acontecimientos que se produzca por un real entendimiento de quiénes son y qué les sucede a los personajes. Es todo capricho, tirón, manipulación dramática y emocional.

Hace pocas semanas –promediando la temporada de la serie– volví a ver LA SEGURIDAD INTERIOR, una película del alemán Christian Petzold del 2000 cuya trama tiene varios puntos en común con ésta: una familia con una hija adolescente (acá son dos hijos, tienen un niño más pequeño) se fugan todo el tiempo por motivos que no se conocen bien pero que aparentemente son políticos. Y las actitudes de la chica no hacen más que complicar la seguridad de sus padres, ya que ansía permanentemente por tener una vida normal y los mete en problemas, inconscientemente o quizás no tanto.

Todo lo que allí era sugerido y psicológicamente enredado aquí es lineal, básico, caprichoso. A lo largo de siete episodios no se habla de cuál es el motivo por el que huyen, pero aquí es distinto que en el film alemán porque lo utilizan desde el suspenso, ya que los chicos no saben y preguntan todo el tiempo pero, por un motivo u otro, jamás les explican. Y los chicos no hacen más que poner en peligro las vidas de sus padres ya no desde una compleja relación psicológica con la huída en sí sino por una combinación de impericia, idiotez, capricho de guionistas y, en el mejor de los casos, un poco de confusión emocional.

A cada paso del camino, los Fox complican y complican su fuga a partir de actitudes insólitas de los chicos, tanto en Estados Unidos como en la frontera (en esa bizarra «Casa Roja» en la que se detienen durante un episodio) y más aún en la Ciudad de México y en otros pueblos del país. Es una cadena de equívocos y errores que va más allá de las dudas que los chicos puedan tener respecto a la huida de la familia del «sistema capitalista» norteamericano. Es pura conveniencia y especulación, recurso de guión. Nadie pone «la cabeza en la boca del lobo» todo el tiempo.

En algunos momentos, la serie remeda a MACGYVER (la huída final es para reírse en voz alta por la cantidad de problemas que se solucionan por arte de magia), en otros a una BREAKING BAD/BETTER CALL SAUL desabrida y desangelada (los mafiosos mexicanos son risibles, el hombre con sombrero que los persigue también) y en las mecánicas familiares es una imitación de las frustraciones matrimoniales y entre padres e hijos de OZARK, por solo citar las más evidentes.

Las actuaciones esforzadas de su elenco (Justin Theroux, Melissa George, Logan Polish y Gabriel Bateman) hacen que por momentos la serie parezca un poco más creíble de lo que es, pero cada vez que se presenta una situación tensa vuelve a demostrar su fragilidad. También se podría criticar la visión curiosamente paternalista y hasta cruenta que tiene de ese México que, supuestamente, es mejor para la familia Fox que los Estados Unidos de los que se están escapando: niños espías y asesinos, decenas de sicarios, encuentros con personas que no hacen más que complicarles la vida y/o boicotearlos a cada paso. Un infierno sobre la Tierra que, a la vez, está siempre fotografiado con esa luz ocre que los estadounidenses utilizan para cualquier cosa que transcurra en ese país.

Frustrante, floja, perezosa, repetitiva. Son siete episodios que uno ve pensando que en algún momento irán estableciendo un ritmo, una lógica, pero nada de eso sucede. Se vuelve cada vez más absurda y caprichosa hasta llegar a un cierre de temporada que hay que ver para creer. Habrá segunda parte porque, previsiblemente, para una plataforma con pocos productos reconocibles como es la de Apple, este combo de acción resulta atractivo para alguna parte del público que quiere más (o menos) de lo mismo. Y como se usó apenas una parte de la novela, hay material supuestamente sólido sobre el que avanzar. Pero es muy difícil pensar en una mejoría.


Nota: acá escribí una reseña tras ver los primeros tres episodios en la que dejaba en claro mis dudas pero abría la posibilidad a sorpresas. Bueno, no sucedió. De hecho, empeoró. Al final, el primer episodio es el mejor de todos.