Festivales/Estrenos: crítica de «El culpable», de Antoine Fuqua (Toronto/Netflix)

Festivales/Estrenos: crítica de «El culpable», de Antoine Fuqua (Toronto/Netflix)

Remake del film danés estrenado como «La culpa», este thriller se desarrolla por completo en un centro que recibe llamados de emergencia y se centra en un complicado caso con el que el protagonista debe lidiar telefónicamente. La película con Jake Gyllenhaal llegará a Netflix el 1 de octubre.

Estrenada hace tres años, LA CULPA es una película danesa que llamó mucho la atención y sorprendió por el extraordinario drama que creaba solo a partir de una persona hablando por teléfono. Es cierto que esa persona era un atribulado policía que trabajaba atendiendo llamados de emergencia y topándose con un caso particularmente complejo, pero de todos modos el extraordinario trabajo del combo Gustav Möller (director) y Jakob Cedergren (director) lograba extraer suspenso y tensión a partir de mínimos elementos: un hombre, un teléfono, una oficina y una serie de diálogos con varios personajes.

THE GUILTY, ahora traducida acá como EL CULPABLE, no es otra cosa que una remake bastante fiel de la película original. Aquí la dupla la integran el director Antoine Fuqua (DIA DE ENTRENAMIENTO, REVANCHA, EL JUSTICIERO) y el actor Jake Gyllenhaal, y la acción ha sido trasladada a una Los Angeles rodeada de incendios forestales y en la que la violencia policial es un tema de debate público. Pero en lo esencial, no ha cambiado demasiado: el caso sigue siendo prácticamente igual y, más allá de otros detalles específicos del personaje, lo grueso de la historia es muy similar.

El actor de DONNIE DARKO encarna aquí a Joe Bayler, un policía que viene de atravesar una situación por la que lo han rebajado a atender emergencias telefónicas al número 911. No tenemos de entrada claro de qué se lo acusa pero sí que tiene una audiencia judicial al día siguiente y que hay una periodista que lo persigue para que haga algún comentario o declaración al respecto. Tiene, además, una vida familiar complicada: un divorcio reciente y una hija a la que extraña mucho. Si a eso se le suma unos ataques de asma y un estado general que sutilmente podríamos calificar como desastroso, es claro que no se trata del mejor tipo para atender delicados llamados de urgencia.

Y de entrada vemos el desdén con el que se maneja, muchas veces maltratando a quienes llaman y más preocupado por resolver sus problemas personales. Hasta que un llamado lo intriga y lo preocupa. Es de una mujer que le habla a una niña, en un volumen bajo, pidiéndole que esté tranquila y diciéndole que ya volverá a verla. Joe cree que es un error hasta que entiende que la mujer está en alguna situación delicada, tipo secuestro, y se está tratando de comunicar con alguien del exterior, solicitando ayuda.

Mediante preguntas de y No, más el GPS y los datos que le va tirando el sistema, Joe logra dar con su paradero: la mujer está viajando con un hombre (se lo escucha de fondo diciendo que corte) en una van blanca por las afueras de Los Angeles con destino incierto pero sin dudas peligroso. Conectando más puntas aquí y allá, comunicándose con la pequeña hija de esa mujer, Joe asume que la tal Emily (en la voz de Riley Keough) fue secuestrada por su ex marido Henry (Peter Sarsgaard), un hombre con pasado violento, que seguramente no está en plan vacaciones en familia.

EL CULPABLE va ir cruzando el desarrollo de este caso –que no será tan sencillo ni evidente como parece en un principio– con los problemas personales de Joe. Es claro que la situación dispara en él conexiones muy directas tanto con su vida como con su personalidad, que se adivina violenta, algo que también explica el porqué de su suspensión laboral. Angustiado y nervioso, más que colaborar con la investigación parece llevarla a zonas cada vez más complicadas, problemáticas, irresolubles.

Fuqua es una buena elección como director de este proyecto, más que nada porque tiene un estilo ágil y nervioso que es ideal para las limitaciones espaciales de la propuesta, otra de esas que son ideales para hacer en pandemia (los derechos para la remake, de todos modos, se adquirieron antes) por filmarse en un par de oficinas, con un solo actor y apenas un par de compañeros de trabajo a los que apenas se ve. Al resto –los citados Keough y Sarsgaard pero también Paul Dano, Ethan Hawke y otros– solo los escuchamos hablar.

Y Gyllenhaal también es perfecto para el papel, ya que tiene un rostro que refleja constantemente esa intensidad que vive el protagonista y que va del miedo a la agresión, de la inseguridad a la violencia, del sufrimiento físico y psicológico al maltrato. Su Joe es alguien claramente perturbado y el actor de NIGHTCRAWLER y ZODIACO da muy bien el tipo. Por momentos, casi demasiado bien: uno tiene la sensación que en cualquier momento entra en combustión interna.

Y el guión de Nick Pizzolatto (el creador de TRUE DETECTIVE) no alteró significativamente la propuesta pero sí le dio una lógica específica estadounidense en muchos de los detalles del caso y de la vida del protagonista. Su guión y la película conecta también con temas relevantes de la actualidad de ese país. La inclusión de uno de ellos –los incendios forestales de California– puede parecer un tanto caprichosa pero funciona bien para justificar la imposibilidad de los policías de atender todos los pedidos de Joe y de otros que llaman al 911. Es uno de los problemas colaterales de ese desastre ecológico.

Pero lo principal pasa por poner en discusión el tema de la violencia (masculina, policial), la fragilidad psicológica y los problemas psiquiátricos que, cotidianamente, terminan transformándose en noticias trágicas, especialmente en ese país. Sin hacer de EL CULPABLE una película didáctica o dogmática al respecto, Fuqua logra que esas voces, esos nervios, esas tensiones que se manifiestan en los auriculares y en la cabeza perturbada del protagonista –y de los que están del otro lado del llamado al «911″– sean un reflejo del clima de la época. Y eso, más que lo concreto del caso en sí, es lo que le da valor a otra de esas remakes hollywoodenses que normalmente pierden mucho respecto a los originales. Acá eso no sucede. Y ya es bastante.