Estrenos online: crítica de «Responsabilidad empresarial», de Jonathan Perel (MUBI)

Estrenos online: crítica de «Responsabilidad empresarial», de Jonathan Perel (MUBI)

El documental-ensayo del director de «El predio» se centra en las empresas que colaboraron con la dictadura militar en los crímenes de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1983 en la Argentina.

El libro «Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad: Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado» (investigación editada por la Dirección Nacional del Sistema Argentino de Información Jurídica con sus dos tomos legal y gratuitamente disponibles acá y acá) salió en 2015 y fue un intento de dar cuenta de los compromisos, las acciones y la colaboración de muchas grandes empresas nacionales e internacionales con el Proceso de Reorganización Nacional que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983. Es un tema que, si bien es sabido, no se conoce ni difunde tanto como los consabidos horrores de la represión estrictamente militar. Lo que el libro hace es conectar de maneras muchas veces muy directa a dichas empresas no solo con los «beneficios económicos» que les pudo haber aportado su cercanía al régimen sino con la propia represión, los muertos y los desaparecidos que dejó ese proceso.

En cierto modo, lo que el libro y la película hacen es plantearlo al revés: a partir de entregar a sindicalistas, trabajadores y colaborar de distintas maneras con el régimen, esas empresas lograron beneficios económicos de otras maneras impensados. Como en todo su cine, lo que Perel hace es dar cuenta, visualmente, de esas conexiones y de su fantasmagórica permanencia en el presente. RESPONSABILIDAD EMPRESARIAL consiste, formalmente, en planos tomados desde un auto del exterior de dichas fábricas (algunas tan o más pujantes que entonces, otras abandonadas) que se sostienen por largo tiempo mientras el narrador da cuenta de lo que allí sucedió a lo largo de esos oscuros años.

La saga es terrorífica –en un punto se la puede ver como una película del más profundo horror– ya que al espectador no le queda otra que imaginar las terribles cosas que pasaban en esos lugares. La narración (con la voz del propio Perel, leída al parecer directamente del libro) no es cruenta ni específica en detalles de ese tipo sino que da cuenta de los procedimientos y las maneras en las que las empresas entregaban a muchos de sus trabajadores al aparato represivo de las Fuerzas Armadas, de alguna manera ejerciendo el más cruel de los «recortes de personal» imaginable.

Más cerca del final de su recorrido por dos docenas de casos, Perel opta por nombrar, uno por uno, a muchas de las víctimas de la represión, dándole a su ejercicio formal un costado, si se quiere, más humano y hasta emotivo, ya que esa personalización del dolor permite tomar conciencia aún más directa de los horrores que tuvieron lugar en esos escenarios. La manera en la que esas lecturas juegan contra los desolados paisajes del exterior de las fábricas permiten, a la vez, crear una continuidad en el tiempo que impiden despegar a lo sucedido entonces con la realidad de los últimos años, interpretaciones que seguramente serán diferentes para cada espectador.

Lo más importante del film, el gesto que lo genera y a su vez lo individualiza, es su decisión de poner la mirada en la complicidad civil, muchas veces pasada por alto o dejada un tanto de lado al ponerse el ojo en los más llamativos hechos de la represión militar. Quizás en los años posteriores a dicho proceso, años en los que parecía haber una unanimidad al menos en el discurso público acerca de lo sucedido, hizo falta poner el acento en los horrores más evidentes e impactantes de esos delitos de lesa humanidad. Décadas después, cuando cierta parte de la sociedad civil que, en muchos casos, no había nacido en esa época, parece poner en duda las mecánicas empresariales capaces de generar o colaborar con esos horrores, una película como RESPONSABILIDAD EMPRESARIAL deja muy en claro que el paso hacia esa barbarie está más cerca de lo que parece. No son solo «tranquilizadores» monstruos los que son capaces de producir ese terror sino que también pueden serlo muchos de los prolijos y respetables hombres de números que colaboran, acaso no tan banalmente, con el Mal.