Estrenos online: crítica de «Marea alta», de Verónica Chen (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Marea alta», de Verónica Chen (Netflix)

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02 Dic, 2021 11:19 | comentarios

Este relato de tensión y suspenso protagonizado por Gloria Carrá se centra en una mujer que viaja a la costa atlántica a hacer reparaciones en su lujosa casa y se mete en problemas con los albañiles que están trabajando allí.

Una mujer pasa unos días en la elegante casa que ha construido con su pareja en un coqueto balneario turístico argentino (que se parece bastante a Mar de las Pampas). Su «misión» allí es la de coordinar la construcción de un nuevo quincho en el lugar y ha contratado a un grupo de trabajadores para hacerlo. Muy segura de sí misma –marido e hijos se quedan en Buenos Aires–, Laura (Gloria Carrá, en un bienvenido protagónico en cine) trata de conducir la operación como si fuera sencillo, pero convengamos que manejar a un grupo masculino en esas circunstancias no es tan fácil como puede parecer.

Todo parece ir bien hasta que, una noche, mientras bebe vino en su living sola y se divierte escuchando música recibe la visita de Weisman (Jorge Sesán, otro actor siempre efectivo y familiar para casi todos desde PIZZA, BIRRA, FASO en adelante), el maestro mayor de obra y encargado de coordinar el trabajo con los albañiles. Una cosa lleva a la otra y Laura termina teniendo una relación sexual con el tipo. El problema que aparece de allí en adelante no es, fundamentalmente, con el tal Weisman sino con los hombres que trabajan en la casa, quienes descubren qué sucedió allí. De allí en adelante, dos de ellos –Toto (Cristian Salguero) y Hueso (Héctor Bordoni)– empezarán a molestar, incomodar y acosar a la cada vez más preocupada Laura, que no sabe bien cómo hacer para manejar una situación que claramente se le va yendo de las manos.

Todo esto se da ante la ausencia de Weisman, que no contesta los mensajes y que tampoco queda claro si puede hacer algo para ayudarla. Lo cierto es que la paranoia la domina y uno no sabe, realmente, si los obreros intentan hacer algo con ella, si la están asustando/provocando (tardan en ponerse a trabajar, traen amigas por las noches, se manejan como fuera su casa, beben copiosamente, no le prestan atención o se burlan de ella y de su «apetito sexual») o si su propia paranoia exagera lo que de verdad está sucediendo. Lo cierto es que la situación se va volviendo cada vez más tensa y no parece haber manera de calmar los ánimos sin que el asunto derive hacia la violencia.

Acá hay dos temas que se cruzan en paralelo. Por un lado, los conflictos sociales y de poder entre patrones y empleados, los dueños de casas y los que trabajan en ellas, algo que ha sido tema de películas argentinas como LOS DUEÑOS –entre otras– y de grandes éxitos internacionales como PARASITE. Pero acá se le suma un elemento extra que funciona, casi, de modo contradictorio: el machismo, la misoginia, la potencial violencia de género. Es cierto que Laura tiene el poder económico respecto a sus empleados, pero ellos tienen el poder físico, si la situación se enreda. Y esa ambigüedad hace de MAREA ALTA una película compleja, sin soluciones fáciles y muy inteligente y perturbadora desde su planteo.

Chen, una realizadora argentina que ya ha demostrado su capacidad de utilizar los géneros de manera personal en films como ROSITA, MUJER CONEJO o AGUA, hace aquí su relato más claramente organizado en función del suspenso. Si bien los temas que trabaja hacen que MAREA ALTA rápidamente trate de escaparle al simplismo del thriller más convencional de héroes y villanos, hay algo en los ejes por los que cruza la película que recuerda a cierto cine estadounidense de los años ’70 (se me vienen a la mente films como PERROS DE PAJA o LA VIOLENCIA ESTA EN NOSOTROS) que trabajan disyuntivas similares ligadas al poder, a las clases sociales y a la expectativa de algún tipo de estallido o venganza.

MAREA ALTA posee un tono clínico que hace recordar, también, a las películas del austríaco Michael Haneke, pero Chen prefiere no elegir tan fácilmente entre víctimas y victimarios, sino que se dedica a explorar avenidas un poco más recargadas en lo temático. El empoderamiento femenino enfrentado con el privilegio económico, el choque de clases y su componente racista, el deseo sexual y su siempre latente cercanía con el abuso. Chen toma algunas decisiones a lo largo de la trama que seguramente podrán ser discutibles, pero lo que prima aquí es la ambigüedad, la incomodidad y la paranoia. Uno deja la película sin tener en claro de qué manera «aceptable» podía haberse resuelto la situación.