Series: crítica de «The Bear», de Christopher Storer (Star+)

Series: crítica de «The Bear», de Christopher Storer (Star+)

Esta extraordinaria serie transcurre en un restaurante italiano tradicional de Chicago que se enfrenta a grandes cambios cuando muere su dueño y lo hereda su hermano menor. Estará disponible en breve en Star+.

Una de las revelaciones de 2022, esta comedia dramática que transcurre en un restaurante tradicional de Chicago en el que se venden sandwiches italianos (el célebre «italian beef» patentado en esa ciudad de los Estados Unidos) es un retrato intenso, sincero y frenético del «detrás de la escena» de uno de estos establecimientos, un acercamiento al caótico funcionamiento de una cocina plagada de un fantástico y realista grupo de personajes en el que se combinan los viejos trabajadores del local con otros, recién llegados, que tienen otras costumbres e intenciones. Es una mezcla combustible y THE BEAR es una serie que deja al espectador con la sensación de haber atravesado una semana continua trabajando con ellos ahí.

Filmada con un estilo cinema verité que se acerca a lo que hacen en sus films los hermanos Safdie (UNCUT GEMS, GOOD TIMES y otras), solo que reemplazando los barrios, etnias y personajes de Nueva York a Chicago, una ciudad con una cultura urbana de relativamente similares tradiciones y tensiones, THE BEAR tiene como protagonista a Carmen «Carmy» Berzatto (Jeremy Allen White, un actor con la intensidad y nervio de un joven Pacino o DeNiro), un respetado chef que ha triunfado en varios prestigiosos restaurantes estadounidenses –y hasta ha ganado varios premios– que vuelve a Chicago cuando muere su hermano mayor, Mikey, dejándole a su cargo el restaurante familiar que él manejaba, un «establecimiento» muy diferente a los que Carmy acostumbra a trabajar.

«The Beef», tal el nombre del «boliche», es algo así como un «parador» (chiringuito, bodegón, cantina, etcétera) en el que se sirven principalmente sandwiches al paso, para que los trabajadores de la zona se lleven en sus lunch breaks o coman en el lugar. No es un lugar refinado, para nada, pero eso no quiere decir que sus sandwiches no sean buenos ni famosos en la ciudad. La serie usa de «fachada» –y hasta de inspiración– un restaurante de este tipo llamado Mr. Beef ubicado en un barrio de la ciudad (River North) que lidia con la llamada gentrificación, esa forma de rehabilitación urbana que transforma enclaves típicos y tradicionales en otros más trendies y modernos. Y adentro de «The Beef» ese mismo conflicto se representa en los personajes.

La llegada de Carmy no es del todo bien recibida por su «primo» Richie (Ebon Moss-Bachrach, de GIRLS y THE PUNISHER, otro «intenso» de aquellos), que viene manejando el lugar con sus viejas costumbres, mañas y algunos otros malos hábitos. El chef quiere instalar un sistema mecanizado y jerárquico de trabajo (conocido en el gremio como «brigada francesa») y contrata a Sidney (Ayo Edebiri) como «sous-chef», una chica joven que viene de trabajar en restaurantes reconocidos y que ha fracasado con su proyecto propio, por lo que aprovecha la posibilidad de trabajar con el célebre Carmy, más allá de las condiciones un tanto deplorables del lugar. La intención de la chica es crear un menú popular pero de calidad. Pero para eso deberá combatir, especialmente con el abrasivo Richie y el desconfiado y egocéntrico Carmy.

El resto de la «brigada» la integran Tina (Liza Colón-Zayas), una señora de origen latino que trabaja allí desde que se fundó el restaurante y que se opone inicialmente a los cambios; Marcus (Lionel Boyce), un joven que se dedica a los dulces y que, al contrario, se engancha en los nuevos experimentos; Fak (el verdadero chef Matty Matheson), alguien que supuestamente arregla las cosas en el lugar aunque es más que nada un amigo de la casa, y otra serie de personajes peculiares que trabajan, viven o paran en The Beef. A la vez está Sugar (Abby Elliott), la hermana de Carmy y Mikey, que quiere cerrar el lugar de una vez por todas, y Cicero (Oliver Platt), un pariente un tanto mafioso al que el fallecido (interpretado por un reconocido actor en un par de emotivos flashbacks) dejó con una enorme deuda que su hermano menor debe ahora afrontar.

A lo largo de ocho episodios de distintas duraciones (el promedio es 25-30), THE BEAR va ocupándose de los conflictos que se presentan a diario en la cocina, mostrando el caos pero también la belleza de lo que producen (casi se pueden oler esos sandwiches, el ajo, la cebolla, la carne sellándose), tomando como eje los conflictos de Carmy con esa especie de carga que le dejó su hermano, carga que conlleva toda una serie de traumas y enredos familiares que vienen de muchos años antes. La serie pasa así de momentos absurdos y divertidos (Carmy exige a todos a llamarse «chef» entre sí y a utilizar términos organizativos que no todos aprenden o quieren aprender) a otros increíblemente intensos y nerviosos, y de ahí a algunos más dramáticos en un tono que bien se podría describir como scorseseano, al menos el de las películas más frenéticas e italianas del realizador.

De lo más destacable de la serie es su búsqueda cinematográfica. A diferencia de buena parte de lo que se hace en el medio televisivo, Storer (especialmente en los cinco episodios dirigidos por él; los otros los hizo Joanna Calo) no le teme a la experimentación ni a la búsqueda. Su estilo por momentos puede agobiar (tengan paciencia a los dos primeros episodios, que son abrumadores en su cantidad de cortes, cambios de eje, inserts y otros «chiches») pero es bastante fiel a la energía y la tensión personal y creativa que se vive en esa cocina. El séptimo episodio será sin dudas el más recordable ya que está hecho casi todo en una (aparente) sola toma, con The Beef viviendo su día más caótico. Pero más allá del carácter de lucimiento personal que puede tener el hecho de dirigir un episodio de ese modo, la energía de la serie –y sus experiencias en tiempo real– lo habilita.

Además de las tensiones de la cocina en sí, lo que THE BEAR pone en juego son conflictos personales y hasta formas de ver el mundo. La de Storer no parece ser una idea lineal, nostálgica del pasado, de imaginar per se que los recién llegados a esta cocina italiana clásica vienen a destruir o a arruinar sus costumbres, sino una que entiende que esas tradiciones son valiosas pero que también tienen elementos tóxicos sobre los que se puede trabajar y mejorar. Y encontrar ese punto medio entre lo clásico y lo moderno es el objetivo de la serie, tanto en la cocina como en lo cinematográfico, ya que THE BEAR puede presentarse como muy hipster y actual pero utiliza algunos trucos de guión de la vieja guardia y ciertas tradiciones dramáticas y actorales (digamos, las provenientes del Actor’s Studio y sus descendencias) que ya existen desde los tiempos de Marlon Brando y James Dean.

Y si bien la serie no sale demasiado del restaurante y de algunas otras locaciones específicas, la otra gran protagonista de THE BEAR es Chicago, que se vibra en cada plano, cada insert, cada selección musical (mucho Wilco, el rapero local Serengeti, el disco sobre Illinois de Sufjan Stevens, pero también Radiohead, Breeders, R.E.M. y Van Morrison, ver abajo) y cada personaje, algunos de los cuales parecen transmitir el particular aire de esa tan cinematográfica ciudad. Divertida, furiosa, por momentos incómoda y finalmente muy emotiva, se trata de una de las series del año, más que un show sobre el detrás de escena de una cocina, uno sobre las extrañas familias que la gente se arma, se encuentra o se inventa para poder sobrevivir.