Series: crítica de «The Old Man – Episodios 1/4», de Jonathan E. Steinberg y Robert Levine (Star+)

Series: crítica de «The Old Man – Episodios 1/4», de Jonathan E. Steinberg y Robert Levine (Star+)

Este drama policial se centra en un septuagenario viudo que es perseguido por el FBI por supuestos crímenes que cometió 30 años atrás. Con Jeff Bridges, John Lithgow y Amy Brenneman. En breve, por Star+.

Jeff Bridges es lo que los libros definen como «an American institution«: una institución «norteamericana». Un axioma, casi, del cine y, en este caso, de la TV. Una figura legendaria pero de perfil bajo, que nunca ha hecho demasiado barullo acerca de su talento ni de su celebridad (si bien tiene su bien merecido Oscar y su etapa de galán carilindo de los ’70 y ’80) pero que siempre ha mejorado todo lo que toca con su presencia, su talento, su carisma y su generosidad como actor. Tener al actor de THE BIG LEBOWSKI y THE LAST PICTURE SHOW como protagonista de una serie tan buena –o tan promisoria– como es THE OLD MAN es casi una garantía de disfrute. Y, a juzgar por los primeros episodios, nada hace pensar que el asunto no va a funcionar.

A la hora de sumarle pedigree a esta serie hay que decir que su némesis, su rival o quizás algo un poco más complicado que eso no es otro que John Lithgow, otro actor de similar talento y larga carrera, aunque siempre más cercano a caracterizaciones un tanto más extremas. Ambos, dicho sea de paso, jamás han trabajado juntos. Y aquí funcionan –al menos por ahora– un poco como lo hacían Harrison Ford y Tommy Lee Jones en EL FUGITIVO: uno persigue al otro –o eso parece– pero no se han cruzado aún, salvo para hablar por teléfono. Son dos tipos con una larga historia que los une pero un presente que, aparentemente, los separa.

THE OLD MAN es un policial adaptado de la novela homónima de Thomas Perry de 2017. En otras manos, bien podría ser un thriller cinematográfico más o menos efectivo, ya que tiene todos los condimentos para ese tipo de producto que en otra época era común ver en la pantalla grande. Pero ya no. ¿Existen espectadores que vayan al cine a ver un thriller que enfrenta a dos personas de más de 70 años entre sí? Difícil. Pero la televisión, hoy, permite darse esos lujos por los diversos nichos que maneja. Y porque al estar narrada su historia en ocho episodios –con amplitud de tiempo y espacio para el desarrollo de personajes–, el policial deja de ser eso para ser algo así como el repaso de una vida marcada por una serie de hechos complejos y hasta trágicos.

Sus dos primeros episodios están dirigidos nada menos que por Jon Watts, el realizador de las tres últimas SPIDER-MAN, en un registro que nada tiene que ver con esas superproducciones. Es que Watts pasó de su opera prima COP CAR a dirigir esos enormes tanques de Marvel sin nada en el medio y THE OLD MAN bien puede funcionar como una continuación, estilística al menos, de esa primera película. Quizás, por detrás de las desventuras de Peter Parker, Watts demuestre ser un hábil hacedor de thrillers tensos, oscuros y de elegante y discreta puesta en escena. De hecho, los dos siguientes episodios –hasta ahora FX ha estrenado solo cuatro en los Estados Unidos; Star+ los estrenará más adelante en América Latina al menos– no los dirige él y son claramente más flojos. Algo hay ahí.

Todo empieza de manera tal que uno jamás pensaría que está por ver un thriller que involucra espionaje internacional, conflictos bélicos en Medio Oriente, la CIA, el FBI, peleas y persecuciones varias. Dan Chase (Bridges) es un veterano viudo que tiene pesadillas con su mujer recientemente fallecida (la excelente actriz palestina Hiam Abbass), un incipiente Alzheimer, algo así como incontinencia urinaria y dos perros fieles y agresivos que lo cuidan. Cuando nos habituamos a lo que parece ser un drama, un hombre entra a su casa supuestamente a robar y vemos que este anciano señor, cuya tarea principal en la vida parece ser ir al médico, lo aniquila con ayuda de sus perros y con una frialdad insospechada.

Y allí la serie vuelve a pegar otro giro. No, no se trata de un ladrón que entró a robar sino de algo más complicado y de largo alcance que se irá revelando de a poco. Para no adelantar mucho diremos que Chase es un veterano de guerra que en algún momento quedó enfrentado a las autoridades estadounidenses y desde hace 30 años se está fugando. Y todo parece indicar que lo han encontrado. El que se entera del hecho es Harold Harper (Lithgow), un tipo importante del FBI, que se suma a la investigación. Pero queda claro de entrada que Harper, más que encontrarlo, prefiere facilitarle la huida a Chase. ¿Por qué? Claramente hay un pasado que los conecta a ambos que la serie habrá de dilucidar.

A estos elementos más típicos de un thriller clásico se le suman dos importantes ejes que lo sacan de la rutina. Uno tiene que ver con la salud y los problemas de memoria de Chase (en una de las primeras escenas de la serie lo vemos meter su celular en el microondas), que hace suponer que quizás lo que estamos viendo puede no ser del todo real o tal como lo vemos. Lo mismo pasa cuando habla por teléfono con su hija, a la que no vemos: ¿es real la chica o no? Más adelante se irá definiendo mejor ese asunto. Es que el tipo que se levanta varias veces a la noche para orinar y el que liquida a los golpes a un sicario al que dobla en edad (esa secuencia, que cierra el primer episodio, es notable en su factura) no parecen ser la misma persona. Con el correr de los episodios este asunto parece ir olvidándose, pero está planteado tan fuerte al principio que es obvio que regresará.

Y el otro eje toma cuerpo en el segundo episodio, cuando Dan se muda a una casa alquilada en otra ciudad y empieza una relación con la dueña del lugar, una tal Zoe (la siempre excelente Amy Brenneman, recientemente vista en SHINING GIRLS), una mujer que se ha separado y que primero rechaza al hombre por sus amenazantes perros pero luego termina conectando con él. La situación, que en los papeles puede rozar el cliché, se siente real y verdadera en la pantalla gracias al carisma de los actores, sus diálogos (ella le cuenta su historia en una larga escena de casi diez minutos en un restaurante) y la manera en la que Watts se acerca a ellos con respeto y pudor. Nada de esa tranquilidad, sin embargo, durará demasiado, porque hay un thriller pasando por la misma ruta y en algún punto se van a chocar.

THE OLD MAN puede parecer una combinación entre series y películas como THE AMERICANS, HOMELAND, LA COSTA MOSQUITO y EL FUGITIVO protagonizada por un personaje que, en una versión cinematográfica más pura y dura, bien podría haberlo hecho Liam Neeson. Bridges no parece ser el tipo más equipado para transformarse, a los 72 años, en un héroe de acción, pero hay algo en su sola presencia de clásico héroe de western que le da gravedad y emoción al asunto, sacándolo de la rutina más prototípica de la persecución per se. Y hay emoción y dolor en cada una de sus miradas. Cuando es menos un thriller internacional y más un drama sobre relaciones complicadas, mejor es la serie, algo que queda en evidencia en los episodios tres y cuatro.

THE OLD MAN se complementará con flashbacks que de a poco van dejando entrever qué pudo haber sucedido en el pasado, pero esas secuencias serán las menos interesantes. Acaso no sea tan importante saber exactamente qué pasó entonces (si fue una traición, un malentendido, uno de esos casos en los que el gobierno se desentiende de la suerte de sus especialistas en el campo de batalla o qué), sino entender cómo se vive con eso a lo largo de una vida, qué secretos se guardan a lo largo de todo ese tiempo y cómo se enfrenta el hecho de tener que volver a la acción cuando uno ya es un «old man» y sus opciones, sus traumas y hasta sus capacidades físicas y cognitivas no son las mismas.

Son cuatro los episodios que se vieron de los ocho que conformarán la temporada (como sucede con casi todo, se presenta como la adaptación de una novela pero ya se renovó para una segunda temporada), pero lo cierto es que THE OLD MAN hasta ahora parece funcionar con conocimiento de causa, con un guión que usa el tiempo más largo de las series para profundizar en los personajes y no necesariamente para agregar pistas falsas, un director que sabe tomarse su tiempo para contar su historia (tanto para adentrarse en los detalles de las vidas de los protagonistas como para crear climas y para armar, con sumo cuidado, precisas escenas de acción) y un elenco protagónico de tres grandes actores que mejoran todo lo que les pasa por delante. Ah, y dos perros a los que bien pueden candidatear desde ahora para los Emmy a la mejor actuación canina del año que viene.