Series: crítica de «Conversaciones entre amigos», de Lenny Abrahamson y Leanne Welham (Star+)

Series: crítica de «Conversaciones entre amigos», de Lenny Abrahamson y Leanne Welham (Star+)

Esta serie creada por el mismo equipo de «Normal People» es una adaptación de la primera novela de Sally Rooney, centrada en un affaire amoroso de una chica con un hombre casado. En Star+.

Uno de los potenciales problemas de las series pasa por la confusión entre profundidad y extensión. Sí, es cierto, tener seis (u ocho, diez, las que sean) horas para desarrollar personajes a fondo posibilita conocerlos más, meterse en sus ambigüedades y complejidades, entender qué los motiva y moviliza. Pero hay personajes o historias en las que el tiempo conseguido no aporta sino que quita. CONVERSACIONES ENTRE AMIGOS podría haber sido una querible y tierna película. Es la historia de un affaire amoroso complicado con una chica protagonista tironeada entre su interés por un hombre casado y los problemas que eso le genera con una ex pareja. Es un cuento simple, aquí contado de un modo melancólico y reposado, con una estética más propia del cine de autor (está rodada en material fílmico o eso parece) que de las series televisión. Pero no hay suficiente carnadura en la historia para doce episodios de media hora. Ni los hechos ni los personajes ameritan dedicarles tanto tiempo.

La extensión, entonces, termina generando el efecto opuesto al buscado, una sensación similar a la de pasar más tiempo del necesario con una persona a la que conocemos poco. Lo que puede parecer simpático y encantador un rato corre el riesgo de volverse irritante o pesado con el correr de las horas. Algo así pasa con los personajes de esta adaptación al cine de la primera novela de Sally Rooney, hecha después de NORMAL PEOPLE, que es su segunda. A diferencia de los protagonistas de esa serie (Paul Mescal y Daisy Edgar-Jones), los de esta (Alison Oliver y Joe Alwyn) no logran transmitir del todo la fuerza que se supone que debe tener esa relación para sostenerse a lo largo de tantas horas. De todos modos, tampoco creo que sea un problema de los actores. Los personajes tampoco parecen ser mucho más interesantes que lo que vemos aquí.

CONVERSATIONS WITH FRIENDS transcurre en Dublin y tiene como protagonista a una chica llamada Frances (Oliver), estudiante universitaria y proyecto de escritora, y a su amiga y ex novia Bobbi (Sasha Lane, de AMERICAN HONEY), quienes han estado en pareja previamente y hoy siguen llevándose bien, y hasta por momentos viviendo juntas. En un evento social conocen a una escritora más famosa, Melissa (Jemima Kirke, de GIRLS), que está casada con Nick (Alwyn, novio en la vida real de, bueno, ya saben), un actor tímido y atractivo que despierta en Frances sensaciones que nunca había sentido con un hombre. Claramente su interés pasa por ahí porque el tal Nick no parece ser capaz de mucho más que lucir como modelo de tapa de revistas, decir cuatro palabras cada tanto y poner cara de ser un «buen tipo» aunque un tanto tristón.

Convengamos que a Frances tampoco le sobran las palabras. Es también una chica tímida y callada que, encima, cada vez que habla tiende a ponerse nerviosa y decir cosas fuera de lugar. Y lo mismo hace cuando envía mensajes de texto (la serie tiene una abrumadora cantidad de SMS en sangre), tanto a Nick como a Bobbi. El affaire, sin embargo, se pone en marcha. Y el problema para ambos pasa, además de intentar definir qué tipo de relación tienen, por decirle lo que les pasa a las otras dos. Frances cree que con Bobbi será más fácil porque ambas tienen una relación de amistad en la que, supuestamente, su pasado como pareja no entra en juego. Pero en el fondo no es tan simple. Lo de Nick es más clásico y complicado: contarle a su mujer es un paso radical en su vida y no está muy seguro de querer hacerlo. Dice que sí, pero lo demora una y otra vez.

Y así se van los episodios entre las idas y venidas de la relación, un viaje a una idílica casa en la costa croata, un regreso tenso, algunos problemas de salud, las dificultades de Frances con su familia y volver a empezar todo otra vez. No hay nada problemático ni impresentable en el desarrollo de la serie –Abrahamson y Welham son buenos directores, los actores son creíbles y las situaciones bastante naturales, más allá de un exceso de musicalización melancólica en plan película indie de 2004–, pero es, simplemente, demasiado. La química no sostiene la duración, tampoco la trama. Solo llego a la conclusión que en el fondo los personajes no son demasiado interesantes y no lo serán por más horas que les dediquemos. De hecho, Bobbi y Melissa parecen serlo más, pero la serie les dedica menos tiempo.

Hay dos o tres cosas que me gustan bastante de la serie pero que, de vuelta, podrían haber funcionado mucho mejor en 100 minutos de una de esas películas que van al Festival de Sundance y luego circulan por ahí. Frances y Nick son –para citar el título de la otra novela de Rooney, que parece más aplicable a esta serie que a la otra– personas «normales», sencillas. No esperen mucho humor ni diálogos brillantes –Nick siempre parece estar más pendiente de ver cómo le pega el sol en el rostro que en tener algo para decir–, pero hay algo honesto y sincero en escarbar en una relación así, que no necesariamente tiene picos melodramáticos sino una serie de situaciones angustiantes que se manejan en un tono calmo, como tratando de que nadie se entere. Hay algo casi asiático en lo modesto y reservado de la relación.

Y lo otro que funciona es que son personajes contradictorios, especialmente la protagonista, que es de equivocarse más de lo que acierta, del principio hasta el final. Uno podría ver la serie como una acumulación de pifies de Frances, una chica que se esfuerza en no incomodar (pide perdón cada dos frases, Nick cada tres) pero que termina haciéndolo de todos modos, fastidiando a los demás y complicándose su vida. La relación entre ellos es la de una chica pasivo-agresiva con un tipo simplemente pasivo. Y si bien eso se da todo el tiempo en el mundo real, se vuelve un tanto agotador de sostener durante tantas horas.