Estrenos: crítica de «La otra cara de la luna» («Fly Me to the Moon»), de Greg Berlanti

Estrenos: crítica de «La otra cara de la luna» («Fly Me to the Moon»), de Greg Berlanti

por - cine, Críticas, Estrenos
09 Jul, 2024 12:37 | Sin comentarios

En esta comedia romántica, una experta en marketing se une al programa espacial de la NASA para venderle al público el viaje del Apollo 11 entrando en «conflicto» con el director de lanzamiento. Con Scarlett Johansson y Channing Tatum. Estreno en cines: 11 de julio.

La fórmula de la comedia romántica puede ser aplicada para casi todo. Es un contrato entre el director y el público, una convención que puede englobar casi cualquier temática. En el caso de LA OTRA CARA DE LA LUNA, la fórmula se aplica con bastante precisión a una historia que bien podría ser un drama o una sátira y que el realizador Greg Berlanti lleva de acá para allá con más voluntad y entusiasmo que lógica dramática. Pero al tener en el centro a una dupla que, de acuerdo a los parámetros más o menos clásicos del rom com, funciona bien, los vaivenes de la trama tienen donde apoyarse. Un sostén para seguir siendo entretenida aún cuando deje de ser lógica o creíble.

En este caso, los agraciados por la química y la fórmula son Scarlett Johansson y Channing Tatum, quienes interpretan a dos personajes unidos a la fuerza que, como las reglas indican, empiezan llevándose a las patadas para luego descubrir que, en el fondo, pueden llegar a entenderse y hasta ayudarse el uno al otro a cambiar sus más discutibles hábitos. Dicho esto, FLY ME TO THE MOON es en realidad una historia sobre el viaje a la Luna del Apollo 11 y la historia de idas y vueltas románticas entre los protagonistas es, digamos, la puerta de acceso y de salida de la trama.

Un poco de contexto. En los años ’60, en el furor de la competencia entre estadounidenses y soviéticos por ver quién llegaba primero a la Luna con una nave piloteada por humanos, los norteamericanos crearon el programa Apollo. El problema fue que el primer viaje de exploración llevando personas al espacio (el Apollo 1, en 1967) explotó en un ensayo y murieron los tres astronautas, lo cual significó una fuerte caída en el apoyo público al programa en cuestión, a lo que hay que sumar la tensión creada por la guerra de Vietnam. Hasta ahí, más o menos, un resumen de la historia real.

En la ficción creada para la película por el guión de Rose Gilroy y narrado con entusiasta ligereza por Berlanti (de las series YOU, THE FLASH y la película YO SOY SIMON), un tal Moe Burkus (Woody Harrelson), secreto operativo que trabaja para el gobierno del entonces presidente Richard Nixon, decide contratar a Kelly Jones (Johansson), una ingeniosa y un tanto tramposa creativa publicitaria de Madison Avenue (en más de un sentido, una versión femenina y más chispeante de Don Draper de MAD MEN), para relanzar el programa con los medios y las marcas para llegar otra vez a la gente.

Pero Jones se topa con un problema. El director de la misión, un ex piloto vuelto capitán de la NASA llamado Cole Davis (Tatum), es un tipo seco y poco amigo de este tipo de operaciones publicitarias, que implican dar entrevistas, hacer a los astronautas posar en fotos para publicidades de todo tipo de marcas (relojes Omega, jugos Tang y varios etcéteras) y, especialmente, andar convenciendo con trucos y engaños a senadores para que aprueben el presupuesto del programa, algo que en ese contexto no estaban del todo dispuestos a hacer.

Pero lo principal pasa por un asunto en el que Davis no tiene nada que ver. Burkus convence a Jones de filmar la llegada a la Luna en un estudio, con un director de cine (el excéntrico Lance Vespertine, interpretado por Jim Rash) y varios extras, en caso de que la transmisión televisiva desde el espacio no llegara en buenas condiciones a los televisores de todo el mundo. Burkus lo tiene claro: es más importante mostrarle al mundo que se llegó a la Luna, que los Estados Unidos ganaron la batalla ideológica, que el hecho de hacerlo en sí. Y si hay que hacer algunas trampitas para mostrarlo, que así sea. Y Kelly, que tiene un historial de engaños y mentiras, acepta.

LA OTRA CARA DE LA LUNA contará esa historia siempre poniendo el acento en los choques y acercamientos constantes entre Johansson y Tatum. Y esa es una gran decisión, ya que el guión tiene flaquezas y debilidades que se notan menos a partir del carisma de los actores (especialmente de Scarlett) y la evidente química que existe entre ambos. Es que si bien se ve forzado a interpretar a un militar seco y poco amigo de las risas y la camaradería, el actor tiene alma de comediante y logra lucirse en los pequeños momentos en los que su personaje queda atrapado en las redes de la chica.

En lo que respecta al viaje a la luna en sí, la película lo maneja de una manera rara, pasando de momentos satíricos jugados a puro gag cómico a otros más dramáticos, ligados a ese pasado difícil que tiene tanto el programa como los protagonistas. Es así que, de un momento a otro, FLY ME TO THE MOON pasa de ser una comedia pura y dura a algo más parecido a un drama histórico. Y esos saltos no son siempre convincentes. Y algo parecido pasa con el momento del viaje a la luna en sí y la paralela transmisión que se hace en un supuesto «plan B». Es una idea simpática pero que termina resultando demasiado forzada en su ejecución.

Seguramente aquellos que dudan acerca de la verdad de lo que sucedió allí –algunos del viaje a la luna como tal, otros de la transmisión en directo por televisión– podrán seguir jugando con las muchas especulaciones que se hacen desde hace años respecto a eso. Hay teorías, libros y películas que juegan con la idea de que la llegada a la luna se filmó realmente en un estudio –se dice que lo dirigió Stanley Kubrick y el guión hace un par de guiños al respecto– y, en ese sentido, LA OTRA CARA DE LA LUNA seguirá alimentando esa especulación, por más que intente resolverla a partir de los recursos de la comedia romántica clásica.