Locarno 2024: crítica de «Invention», de Callie Hernández y Courtney Stephens
Esta mezcla de ficción y documental se centra en una actriz que quiere saber más de la vida de su excéntrico padre inventor que acaba de morir, dejándole una rara herencia.
Ingeniosa y efectiva combinación entre documental, ficción y todo lo que está en el medio –ensayo, metaficción, cine experimental, falso documental y varios etcéteras–, INVENTION hace un juego con su título para hablar de varios tipos de «inventos». El más obvio tiene que ver con uno temático, ya que la película cuenta en cierto modo la historia de un inventor. El otro es del tipo formal, ya que la directora Courtney Stephens intenta acá crear algo así como un género mutante, que puede pivotear entre uno y otro según la escena y la intención.
Pero hay un tercer tipo de «invención» que es más subversiva y secreta. Tiene que ver con los mundos que las personas se crean para lidiar con situaciones difíciles en sus vidas. Dicho de otro modo: habla de las teorías conspirativas y las explicaciones fantásticas que ayudan a mucha gente a atravesar momentos dolorosos como puede ser, por ejemplo, un duelo. Si bien no es central en la historia que se cuenta aquí, la idea la atraviesa de principio a fin y puede explicar más de una cosa.
La protagonista del film es la actriz Callie Hernández, que encarna a una versión de sí misma a la que decide llamar Carrie Fernández en el primero de los sutiles juegos de diferencias entre realidad y ficción que se combinan aquí. El padre de Hernández (o Fernández) ha muerto y a lo largo de los pocos más de 70 minutos que dura la película, ella irá contando la historia de este peculiar hombre a través de las distintas personas con las que se va encontrando, sea para contarles el hecho o para ver el tema de su curiosa herencia.
Su padre era un médico que en los ’90 se había armado un pequeño nicho en canales de televisión y editando libros como «curador holístico», promotor de terapias energéticas y otro tipo de medicinas alternativas. La invención que da título a la película es la herencia que el hombre le dejó: la patente de un invento, una rara máquina que esconde en un cuarto y que es un aparato experimental que cura a partir del uso de energías. Ella no sabe bien qué hacer con eso y a lo largo del film va consultando especialistas o comentándoles la novedad a personas que lo conocían.
Con pequeñas viñetas en las que parece escucharse a los actores y directores hacer comentarios respecto al rodaje o hablar antes de repetir tomas, va quedando muy claro que –más allá de los VHS en los que se ve al padre en programas de tele hablando de su trabajo–, el resto es ficción o versiones ficcionalizadas de hechos reales. Es así que Carrie tiene escenas con su pareja, con un hombre religioso que conoció a su padre (encarnado por el director Joe Swanberg), con otro llevaba los negocios de su padre y con viejos amigos que, al contarle la novedad de su muerte, le hablan un poco de su relación con él.
A través de esos comentarios se va armando la pintura de un tipo excéntrico, tanto en sus ideas como en sus manejos comerciales, un hombre que criticaba al «big pharma» y que había armado una profesión a partir de su sistema de curaciones holísticas. Y la que más pone de relieve el costado casi mágico de su padre es una de sus pacientes, que creía tanto en su forma de trabajar –fue, dice, el único que la ayudó efectivamente con un severo problema de salud– que hasta supone que pudo haber sido asesinado por los laboratorios y sus esbirros.
Este es, más que cualquier otra cosa, un recorrido teñido por un duelo raro, el de una mujer que no parece haber conocido mucho a su padre y que de a poco va tomándole cariño –y en parte entendiéndolo– por las relaciones que tuvo con otras personas. Esta construcción, que puede ser más ficcional que real, le da a la película un arco emocional que corre en paralelo con esa suerte de excéntrica y probablemente falsa investigación que hace la protagonista, actriz conocida gracias a películas como LA LA LAND y UNDER THE SILVER LAKE. Es que en todo momento INVENTION da la impresión de ser un juego, una curiosidad con aires de comedia ultraindie, hasta que va dejando de serlo.
Si bien no lo dice claramente, la película da a entender que su muerte –que fue como consecuencia del COVID, en 2021– pudo haber tenido que ver con su decisión de no vacunarse. Y que sus propias teorías conspirativas sobre casi todo pueden haberlo llevado a tomar esa decisión. Y allí, de manera un tanto más sesgada, corre otra forma de la «invención»: no ya la de los aparatos o la cinematográfica sino una ligada a interpretar el mundo de un modo que nos permita cerrar heridas. Las teorías conspirativas precisan de gente que acepte, más por necesidad de encontrar explicaciones o justificaciones a situaciones traumáticas, cosas que racionalmente no tienen mucho sentido. Lo que intenta la protagonista de INVENTION aquí es, finalmente, hacer las paces con eso.