Estrenos online: crítica de «Cascanueces» («Nutcrackers»), de David Gordon Green (Disney+)
Esta película navideña se centra en un hombre que tiene, a su pesar, que ocuparse de cuidar a sus cuatro sobrinos que quedaron huérfanos tras la muerte de su madre. Con Ben Stiller y Linda Cardellini. Disponible en Disney+
Quizás la película más «para toda la familia» que haya hecho Ben Stiller a lo largo de su carrera, CASCANUECES no es, estrictamente, una adaptación del ballet de Tchaikovsky, si bien conserva su espíritu y adapta su temática navideña a una trama que tiene al comediante como protagonista de una historia familiar. Dirigida por David Gordon Green, un cineasta que trata de ponerle su sello personal a todo género al que se le acerca, este CASCANUECES no se sumará a su lista de clásicos –de ninguno de los dos–, pero sí es un amable y relativamente original entretenimiento familiar para la época navideña.
Aquí, el director que viene de hacer varias secuelas de HALLOWEEN y una EL EXORCISTA pero que ha hecho desde comedias a cine de autor (PINEAPPLE EXPRESS, GEORGE WASHINGTON) a lo largo de su prolífica carrera, ensaya con otro tipo de comedia, una más accesible, familiar y, si se quiere, tradicional, uno de esos cuentos clásicos con niños huérfanos, orfanatos y los adultos que los rodean. Pero, como acostumbra, le pone su propio estilo, entre casual y naturalista, con un grupo de niños que son hermanos de verdad y no actores profesionales, filmando con celuloide (o con algo que luce como tal) y dejando un margen de libertad e improvisación no tan común en este tipo de películas.
Stiller encarna a Michael, un hombre muy ocupado con su trabajo en bienes raíces, que tiene que ocuparse de algo que vive como un incordio: viajar a Ohio, a una zona rural, a ayudar a cerrar los inconvenientes legales, comerciales y familiares relacionados con la muerte de su hermana y su cuñado, en un accidente automovilístico. Al llegar allí se topa con sus cuatro sobrinos (los verdaderos hermanos Homer, Ulysses, Atlas y Arlo Janson), a los que conoce muy poco. Y cuando menos se lo espera, la mujer que los está cuidando, básicamente, le entrega la llave de la casa y le dice algo así como «todos tuyos».
Es que conseguir que alguna familia adopte a cuatro hermanos es muy complicado y, además, los niños quieren estar juntos. Tampoco suena a buena idea ponerlos en un orfanato por lo que Mike, con la ayuda de una mujer (interpretada por Linda Cardellini), que trabaja en Servicios Sociales, les buscarán un destino. Pero en el medio, Mike –que parece estar muy ocupado con un negocio– se tiene que quedar algunos días con los chicos. ¿Cuán difícil puede ser? Bueno, bastante. Es que la casa en la que viven los chicos y sus hábitos son directamente caóticos, ya que parecen haber hecho del lugar un campamento en el que conviven con los animales, comen cualquier cosa en cualquier momento, nadie parece haber limpiado en meses y tienen tendencia a romper cosas, meterse en problemas y causar accidentes de todo tipo.
Para Mike todo se empieza a volver un incordio. Y más cuando se da cuenta que no podrá sacarse el asunto de encima rápido y que lo presionan de su trabajo. Será ahí que tomará la decisión de ocuparse personalmente de «ofrecer» a los niños a distintos postulantes, generando un desmadre tras otro. Hasta que se les ocurra otra idea, una que tiene que ver con el título de la película, ya que los chicos –cuyos padres eran bastante hippies– tienen sorprendentes habilidades artísticas, incluyendo el ballet.
Organizada, como muchas de estas películas, con el despertar del personaje de Stiller como eje –el clásico workaholic que no le presta atención a su familia ni a sus sentimientos hasta que la situación lo fuerza a confrontar con ese lado negado de su personalidad–, el centro de atención pasa en realidad por estos chicos, que se conducen de una manera muy libre y caótica en un film que se acerca más a las películas infantiles de los ’70 y ’80 que a las más recientes. Los cuatro hermanos son, en la vida real, hijos de una amiga del realizador, quien al conocerlos y verlos tan carismáticos y creativos decidió escribir esta película para hacerla con ellos.
Y la cada vez más emotiva historia, si bien atraviesa todos los pasos típicos del género, le gana a la convención gracias a la frescura de todos los involucrados, algo que tiene a los chicos como eje, pero que también se extiende a los actores adultos y a los rubros técnicos, ya que en todo momento NUTCRACKERS se siente como una película libre, relajada, que no se toma demasiado en serio a sí misma, aún cuando la situación lleve a los personajes a atravesar momentos emotivos. No es un descubrimiento ni una gran película, pero dentro de un género bastante trillado como la comedia familiar navideña, Green, Stiller, Cardellini y los niños Janson nos sacan un par de sonrisas y alguna que otra lágrima.