Series: crítica de «Vinagre de manzana» («Apple Cider Vinegar»), de Samantha Strauss (Netflix)

Series: crítica de «Vinagre de manzana» («Apple Cider Vinegar»), de Samantha Strauss (Netflix)

Esta miniserie de seis episodios se centra en la vida de una controvertida «influencer de bienestar» que promovía tratamientos alternativos contra el cáncer. Con Kaitlyn Dever y Alycia Debnam-Carey. Desde el 7 de febrero, por Netflix.

Más allá de la confusión que pueda provocar el nombre, VINAGRE DE MANZANA no es una serie sobre cocina. De hecho, su relación con las recetas es bastante secundaria. En cierto modo, su título apuesta a presentar un concepto ligado a la industria de las medicinas alternativas contra el cáncer y el problemático poder de las redes sociales a través de influencers para propagarlas. Es un territorio complejo de abordar porque hay mucha gente que cree en que ese tipo de enfermedades se pueden curar con ese tipo de terapias, pero la intención de los responsables de esta serie australiana basada en un caso real no pasa por criticar a los potenciales consumidores o seguidores de esos tratamientos sino mostrar qué se esconde, muchas veces, detrás de esos sitios, aplicaciones y gurúes que venden soluciones mágicas para problemas severos como ese.

Belle Gibson (sí, suena como el controvertido actor/director) es la protagonista de esta historia real, la peligrosa estafadora australiana que creó en 2013 un pequeño imperio personal en el que, a través de simples recetas de cocina, mucha producción fotográfica, mensajes «positivos» y una actitud, digamos, ganadora, prometía en sus redes sociales y en su sitio web que la gente se curaría de cáncer siguiendo sus métodos y recetas. Pero su estafa no era solo esa sino muchas otras. La que conocemos de entrada es que ella misma decía que se había curado de un cáncer –y de varias otras enfermedades que tuvo– gracias a esas recetas y sin necesidad de ningún tratamiento oncológico. No fue la única de las mentiras que difundió a través de su blog, The Whole Pantry, y de su libro de recetas, pero sí la más directamente desagradable, ya que vendía una «cura» de una enfermedad que jamás tuvo, promoviendo que sus seguidores descartaran tratamientos médicos tradicionales para apegarse al suyo.

La de Belle (interpretada por la actriz estadounidense Kaitlyn Dever, de INCONCEBIBLE, DOPESICK y BOOKSMART) es tan solo una, la más brutal, de las historias que se cuentan en APPLE CIDER VINEGAR. Conectada con la de ella de distintas maneras, la serie narra –con un margen más amplio para la ficción y cambiando nombres de los implicados– la historia de Milla Blake (Alycia Debnam-Carey, de FEAR OF THE WALKING DEAD), una mujer que «inspiró» a Belle ya que hizo algo muy similar a lo que haría luego ella: transformarse en una muy popular wellness influencer en Australia promoviendo terapias alternativas, propias y ajenas, para curar el cáncer. Si bien su recorrido fue muy problemático –con los demás y, especialmente, con ella misma y los miembros de su familia–, la diferencia fundamental con Belle es que ella sí tenía cáncer y hacía lo suyo convencida y no solo como negocio. O, al menos, así se lo presenta acá, quizás para demostrar que no todas las personas que tienen este tipo de problemáticos emprendimientos (Milla vendía y promovía una receta de jugos y enemas como cura, receta que ella utilizaba también) son tan monstruosas como Belle.

La serie incorporará otros personajes, desde periodistas que investigan a Belle (y en cuyo libro se basa la miniserie) a una joven seguidora suya que deja los tratamientos oncológicos para emprender varias de estas terapias alternativas, pasando por padres, madres, maridos, hijos y la asistente de Milla y Belle, Chanelle (Aisha Dee), que tendrá un peso clave en la historia. Como entretenida denuncia del poder de las redes sociales y de ciertos influencers para distorsionar la realidad y utilizar sus plataformas para vender sus productos y falsas informaciones, la serie logra ser atrapante. Su ritmo, su tono ligero y su estética remeda en más de un sentido las imágenes y videos que circulaban por las redes a mediados de la década del 2010. Y también pone en primer plano la competencia que hay entre estos personajes, lo que los lleva a levantar cada vez más la apuesta respecto a lo que hacen.

A la miniserie le sirve también, y mucho, que Belle es un personaje increíble en su capacidad para mentir, engañar, falsear información, enredar psicológicamente a la gente y salir casi siempre airosa de las absurdas situaciones en las que se mete. En ese sentido VINAGRE DE MANZANA explora el atractivo comercial de jóvenes emprendedoras y cómo muchas empresas (en este caso, desde Apple hasta la editorial Penguin, pasando por muchas revistas y canales de TV) se dejan llevar, o son engañadas, a partir de la necesidad de ser «políticamente correctos» y apoyar a este tipo de influencers. Casos como los de Elizabeth Holmes (analizado en la serie THE DROPOUT) y Anna Delvey (de INVENTANDO A ANNA) tenían algunas similitudes, ya que se centraron también en chicas jóvenes que, por diversos motivos, crecieron en la consideración social y hasta crearon empresas basándose en mentiras que luego no pudieron o no supieron cómo desmontar.

El único problema de la serie quizás sea el mismo que la hace entretenida. Belle es un personaje tan excesivo, tan patético, lamentable y peligroso que es difícil interesarse realmente en ella más que para verla, tarde o temprano, estrellarse contra un tren que le viene de frente. La serie de la productora de NUEVE PERFECTOS DESCONOCIDOS –que tenía un tono relativamente similar y se metía también en el mundo de las terapias alternativas– predispone al espectador a ver durante horas y horas las maquinaciones de su despreciable protagonista y ni siquiera encuentra resquicios para hacerla más humana, compleja o ambigua. No hay nada redimible en Belle y ni siquiera algunos asuntos oscuros de su pasado alcanzan a explicar sus lamentables actitudes, tanto con sus seguidores como con las personas que la acompañan o acompañaron, incluyendo a su pequeño hijo. Y por momentos su crueldad se vuelve agotadora.

Para contrarrestar eso, la serie le da un peso casi tan importante a Milla, quien sí es un personaje con aristas un tanto más ricas para analizar, una mujer que no quiere perder su brazo en la operación que le propone su oncólogo para que su cáncer no se extienda de ahí y se obsesiona por encontrar una salida alternativa. El conflicto de Milla es fascinante porque se vuelve una fanática convencida de su terapia de enemas e involucra hasta a sus seres queridos en un camino sin salida. Como muchos de los que creen en teorías conspirativas, la inteligente Milla hace su «propia investigación» (vía Google, usualmente) y se dispone a defender hasta lo indefendible lo que nadie en sus círculos familiares y profesionales le aconseja.

Casi una década después de los hechos que narra VINAGRE DE MANZANA y, especialmente, después de la pandemia, las cosas han empeorado y mucho en lo que respecta al uso de las redes sociales para promover terapias incomprobables, teorías conspirativas y fanatismos incomprensibles, muchas veces a partir de influencers que no siempre tienen las mejores intenciones y que, en realidad, solo piensan en llenarse sus bolsillos o sentirse por una vez en su vida «socialmente reconocidos» y valorados. Hoy, personas no muy distintas a la protagonista –narcisistas, mentirosas, crueles, agresivas e incapaces de reconocer errores– gobiernan varios países de Occidente. El futuro no pinta nada bien.