Series: crítica de «El ensayo – Temporada 2» («The Rehearsal»), de Nathan Fielder (Max)

Series: crítica de «El ensayo – Temporada 2» («The Rehearsal»), de Nathan Fielder (Max)

En su intento por evitar accidentes de aviación causados por malentendidos entre piloto y copiloto, el creador del show crea una elaborada serie de ensayos y curiosas pruebas. Desde el 20 de abril en Max.

El trabajo de Nathan Fielder entra en una categoría única, es algo así como un único cultor de un género propio que es difícil de describir. En todas sus series los conceptos de realidad y ficción se entremezclan en capas amontonadas, pero en EL ENSAYO es en donde más se siente porque se trata directamente de eso. Como sucedió en la primera temporada, los seis episodios de la segunda intentan husmear en los detalles de los comportamientos sociales, en la minucia de las relaciones interpersonales y en la improbable superación de objetivos. Toda esta lista teórica, además, en el marco de algo que se supone es una comedia.

Como la primera temporada, la segunda se inicia con un objetivo en apariencia claro que luego se desvía repetidas veces. Nathan Fielder, director, creador y protagonista de la serie (o su alter ego ficcional, interpretado por él mismo), está obsesionado por los accidentes aéreos y convencido de que la mayoría de ellos son causados por malentendidos entre el piloto y el copiloto. Tiene carpetas con diálogos de cabina –los que recrea con actores en simuladores de vuelo– que parecen probar que el temor de un copiloto a decirle al piloto que está haciendo algo mal y tomar él mismo el control es un asunto a resolver. La duda es cómo hacerlo.

Fielder empezará la serie recreando un aeropuerto entero y contratando tanto pilotos como actores que los interpretan para ir ensayando y probando distintos modos de superar esas tensiones que impiden un diálogo más franco entre las partes. Lo específico del planteo se irá abriendo, como pasa en todos sus proyectos (desde los episodios de NATHAN FOR YOU a LA MALDICION), hacia otras áreas, áreas que incluyen lo político, lo musical, lo actoral y, fundamentalmente, él mismo. Al igual que en la temporada anterior, la serie va pasando de lo público a lo privado y de lo social a lo personal, para terminar teniendo otra vez al propio Fielder –sus traumas, temores e impedimentos– como depositario final del elaborado procedimiento.

Se puede decir que EL ENSAYO funciona como la terapia más cara del mundo, una en la que Fielder logró convencer a los ejecutivos de HBO que lo apoyaran económicamente con la excusa de crear un ambicioso producto audiovisual cuando en realidad lo que más le interesa es resolver conflictos internos. Con un holgado presupuesto que le permite construir complejos sets, organizar un reality show interno, contratar centenares de actores, pagar horas y horas de simuladores de vuelo y hasta alquilar un 737, la serie es un elaborado juego creativo que, finalmente, vuelve al propio Fielder, a que él pueda atravesar ciertas dudas y temores que lo atormentan.

Todo esto, claro, puede a la vez ser un juego. Es imposible saber a ciencia cierta si los temores de Fielder (ya verán cuáles son) son reales o ficticios y armados solo para la serie. Y lo mismo pasa con casi todo. THE REHEARSAL cruza tantas veces la frontera entre realidad y ficción que en un punto uno ya deja de preguntarse qué es qué y se dedica a observar su construcción y funcionamiento. Pero el centro de la propuesta ya no pasa por ahí sino por entender cuál es el sentido y el objetivo de este procedimiento que por momentos se acerca a lo imaginado por Charlie Kaufman en su película SYNECDOCHE, NEW YORK: el dispositivo armado alrededor del protagonista es enorme, pero el eje dramático sigue siendo íntimo, personal, casi narcisista.

Los procedimientos del show pueden ser extremos, desde intentar reconstruir la vida entera de un famoso piloto para entender una decisión clave que tomó en un momento, a llevar algunas simulaciones de situaciones de vuelo a la realidad con todos los desafíos que eso implica, pasando por intentos de lidiar con la propia producción de un show así (hay un problema que Fielder tiene con otra plataforma de streaming que es entre gracioso y preocupante) en el mundo real. Los materiales de la serie se organizan narrativamente de un modo que puede parecer caprichoso pero a la vez tiene una profunda coherencia interna, ya que todo responde o intenta contestar una misma pregunta: ¿cómo se hace para funcionar en el mundo?

¿A Fielder realmente le preocupan los accidentes aéreos en general? ¿Hay una investigación profunda acerca de si los malos entendidos en la cabina son los que realmente causan la mayoría de ellos? No estoy muy seguro que ese sea en verdad su objetivo. Mi impresión es que lo que más le fascina y acaso preocupa son las minucias de las relaciones interpersonales: ¿cómo se hace para decirle a otra persona algo que ese otro puede no querer escuchar?, ¿cómo se supera el miedo de hablarle a una chica o chico que te gusta?, ¿cuál es el secreto para tener más confianza en uno mismo y no dejarse atemorizar por el otro?, ¿cómo se hace para caerle bien a los demás, ser convincente, mostrarse seguro de sí mismo? Los «ensayos» de EL ENSAYO pasan de nuevo por ahí, por ver hasta qué punto se puede controlar el mundo que nos rodea. Preferentemente, sin perder la vida en el intento.