Estrenos online: crítica de «This Much I Know to Be True», de Andrew Dominik (MUBI)

Estrenos online: crítica de «This Much I Know to Be True», de Andrew Dominik (MUBI)

Este nuevo documental del realizador de «One More Time with Feeling» se centra en la relación artística entre Nick Cave y Warren Ellis a partir de la interpretación de temas de sus últimos álbumes, «Ghosteen» y «Carnage». Estrena MUBI el viernes 8.

La segunda colaboración entre Nick Cave y el realizador australiano Andrew Dominik (THE ASSASSINATION OF JESSE JAMES BY THE COWARD ROBERT FORD, KILLING THEM SOFTLY), tras el documental que hicieron a partir de la grabación de «Skeleton Tree», el disco de Cave de 2016, es formalmente una continuación de aquel, más que nada en la manera en la que el director captura al músico y su banda en vivo, con sus dos cámaras girando casi constantemente en círculo alrededor de ellos, haciendo ostensible su presencia en un espacio físico amplio pero a la vez oscuro que los cobija a todos. Sin embargo, hay diferencias significativas que transforman a THIS MUCH I KNOW TO BE TRUE en una película bastante distinta a la anterior.

La primera y más obvia tiene que ver con los protagonistas en sí. En ONE MORE TIME WITH FEELING, Cave estaba acompañado por su banda The Bad Seeds completa mientras que aquí solamente lo acompaña Warren Ellis, que ya es su principal colaborador en la banda pero con quien también trabaja aparte, en bandas sonoras y en el álbum de 2021 «Carnage», parte del cual se interpreta en el film, además de «Ghosteen», de 2019, que firma Cave con toda la banda aunque en verdad es, más que nada y en lo esencial, un trabajo entre los dos.

La mecánica Cave-Ellis es particular y aquí es central a lo que se cuenta, ya que ambos hablan de cómo es trabajar con el otro, especialmente Cave, quien se dedica a bromear sobre la cada vez más presente influencia del barbado multinstrumentista en la concepción sonora de sus álbumes. «Hacemos mierdas durante horas pero en el medio de todo siempre queda algo hermoso para rescatar», analiza, hablando de la forma de componer de Ellis, que no cree en «el orden» y prefiere dejarse llevar por los llamados paisajes sonoros en lugar de seguir una concepción más clásica del formato canción.

El eje de la relación entre ambos es clave y eso aliviana un poco el peso de este film en relación al anterior. Aquel, como recordarán, estaba nublado por la reciente muerte de uno de los hijos de Cave en un terrible accidente. Oscuro, depresivo, en blanco y negro, ONE MORE TIME… era angustiante de principio a fin. En THIS MUCH I KNOW… aparece el color, algunos comentarios de Cave un tanto más optimistas («ahora prefiero definirme como padre y esposo que como músico»), además de inteligentes observaciones sobre su sitio de internet, The Red Hand Files, en el que responde de modo «responsable» –se podría decir casi sabio– preguntas muy íntimas que le hacen sus fans, casi pidiéndole consejos respecto a qué hacer ante difíciles circunstancias que atraviesan en sus vidas. «Responder estas preguntas es una práctica espiritual para mí», comenta Cave.

El documental se hizo antes de la muerte de Jethro –otro de sus hijos–, por lo que no incluye las consecuencias o vivencias del músico en relación a esta otra terrible tragedia que le toca vivir, por lo que claramente THIS MUCH I KNOW… puede haber quedado fechado en relación a su tiempo. El principio del film, sin embargo, parece hablar un poco de todo lo que le fue pasando. Allí, Cave cuenta que se está dedicando a hacer una serie de esculturas en cerámica que sigue el recorrido del Diablo (una figura omnipresente en su música) a través de sus muchos crímenes y pecados hasta llegar a algo así como un perdón. Vaya uno a saber con qué demonios el músico lidia al crear estas cerámicas, pero es imposible no conectarlas a su historia de vida.

El resto –bah, casi el 80 por ciento del documental– será verlos interpretar en vivo, pero sin público, varias de las canciones de esos dos discos, marcados por la instrumentación de Ellis, por un grupo de coristas y, en algunos casos, una batería. Y nada más. El disfrute mayor o menor de esos segmentos tendrá que ver, obviamente, con la relación que cada espectador tenga con la música de Cave en general y, particularmente, con esta etapa entre climática, ambiental y sombría de sus colaboraciones con Ellis.

Canciones de «Ghosteen» como «Spinning Song», «Galleon Ship», «Hollywood» o el largo e intenso tema que da título al disco ofrecen a un Cave que lidia con los mismos temas de su álbum anterior (trauma, muerte, duelo) pero de un modo algo más electrónico (ambient, casi) y menos intenso musicalmente que lo habitual, reconcentrado en sus palabras que fluyen casi a modo de brainstorming. Las canciones de «Carnage», en tanto, y pese a ser acreditadas solo a Cave & Ellis, retoman cierto sonido más épico, esa grandilocuencia (melo)dramática que es característica de buena parte de la obra del australiano. De ahí se destacan canciones como «White Elephant» y «Balcony Man».

Más prolija, organizada e iluminada con mayor cuidado que ONE MORE TIME WITH FEELING, con sus cambios de formatos y movimientos casi coreográficos, THIS MUCH I KNOW TO BE TRUE es un film que sigue marcando la rara evolución personal y musical de uno de los grandes artistas contemporáneos, cuya vida y carrera sufrieron transformaciones inesperadas con el paso de las décadas. Esta película puede no alcanzar la potencia emocional de la anterior de la dupla pero en algún sentido eso es positivo (o lo era en 2021, al filmarla), ya que es un retrato de un momento de recuperación, de intento de superar ese brutal golpe que le lanzó la vida.

Respondiendo la pregunta de uno de sus fans que le escribe a su sitio, un tal Billy de Escocia, que está preocupado por la difícil situación personal que atraviesa, Cave le habla de la ilusión de control. «Todos vivimos nuestras vidas al borde de la calamidad –él lee y acá resumo–, La línea que separa tu vida ordenada del caos es muy delgada. Esta es la forma normal de la existencia. Con el tiempo nos damos cuenta que ninguno de nosotros tiene el control, nunca lo tuvimos y nunca lo tendremos. Pero eso no quiere decir que no tengamos poder. Siempre tenemos la posibilidad de elegir cómo respondemos a lo que la vida nos ofrece. Puedes colapsar y ser arrastrado, puedes endurecerte y volverte una persona amarga, pero también puedes aprovechar la oportunidad para cambiar y renovarte. Ese es el gran acto de insubordinación hacia los caprichos de la vida que se nos brinda a todos. Con amor, Nick».