Series: crítica de «La nueva vida de Toby», de Taffy Brodesser-Akner (Star+)

Series: crítica de «La nueva vida de Toby», de Taffy Brodesser-Akner (Star+)

Esta comedia dramática protagonizada por Jesse Eisenberg, Lizzy Caplan y Claire Danes se centra en la vida de un hombre de 40 años que se divorcia y queda al cuidado de sus dos hijos cuando su ex mujer desaparece del mapa. Desde el 22 de febrero en Star+.

Toby Fleishman creía tener todo en la vida hasta que un día se dio cuenta de que no era así. En realidad, el proceso fue más lento, se produjo de a poco. El tipo era un médico gastroenterólogo que vivía de un modo más que acomodado con su esposa Rachel, una agente teatral, en Manhattan. Tenían dos hijos pequeños que enviaban a un colegio privado y un grupo de amigos con los que se encontraban socialmente bastante seguido. Un mundo en apariencia perfecto que, en realidad, Toby no soportaba. Sentía que todos los amigos –más de ella que de él– lo miraban con condescendencia por su profesión («good for you», le decían cada vez que les contaba algo que le había pasado con algún paciente), que no tenía los ingresos económicos que ellos tenían y que su esposa lo criticaba por eso, sintiéndose más cerca de ese mundo de millonarios que de las personas de clase media-alta que ellos eran. Rachel, además, metida en su mundo laboral, parecía tener poco o ningún tiempo para dedicarle a él o a los hijos de ambos.

Un día Toby se cansó, decidió separarse y acá empieza LA NUEVA VIDA DE TOBY o FLEISHMAN IS IN TROUBLE como se llama la novela de Taffy Brodesser-Akner y la serie que ella misma adaptó a partir de su obra. Interpretado por Jesse Eisenberg como un personaje woodyallenesco, con su ya clásico arsenal de angustias y tics nerviosos, Toby se topa con otras sorpresas apenas empieza su vida de divorciado. La primera le parece simpática: descubre el mundo de las citas online y se da cuenta que, aún un tipo como él que nunca había tenido mucha suerte en la materia, logra tener una vida sexual más que romántica muy intensa y variada. La segunda, con la que literalmente se desayuna un tiempo después, no tanto. Rachel desaparece del mapa. Un día pasa por el departamento que Toby se alquiló, le deja los chicos en el medio de la noche, y hasta la vista baby! ¿Cómo es esto? ¿Qué pasó acá? ¿Quién podrá ayudarlo?

La serie se organiza a través de una persistente (acaso demasiado persistente) voz en off, manteniendo el carácter literario de la propuesta. Pero esa voz no es de Toby ni de Rachel (Claire Danes, a quien vemos más en flashbacks que en el presente de la historia) sino de Libby (Lizzy Caplan), una amiga de la universidad de Toby, a la que él había dejado de ver hacía ya mucho tiempo y con quien se vuelve a conectar a partir de su separación, juntándose con ella y con Seth (Adam Brody), otro amigo de la época, para hablar de sus problemas y salir juntos a hacer las cosas que hacían antes. Bueno, algunas. Si bien Seth es un tipo soltero al que le gusta salir de juerga, Libby es una típica mujer de suburbio que dejó casi todo para ser ama de casa. Bueno, en realidad es escritora y periodista, pero casi no tiene trabajo en su rubro y se siente un tanto insatisfecha con su vida. Y al contar la historia de Toby, Libby en realidad contará, indirectamente, la suya.

La serie dedicará más de la mitad de sus ocho episodios a seguir las aventuras y complicaciones en la vida de nuestro atribulado médico, que lidia con problemas laborales, dificultades con sus hijos (especialmente la mayor, que está entrando «en esa edad»), salidas un tanto caóticas con mujeres que conoce online que no siempre terminan del todo bien y, sobre todo, con el gran misterio que lo ensombrece todo: ¿Dónde está Rachel? ¿Qué pasó con ella? Son varias semanas, meses quizás, en los que él no sabe nada de ella. Rachel no contesta sus llamados, ninguno de sus conocidos la ha visto y él, agotado, decide tomar algunas decisiones fuertes.

LA NUEVA VIDA DE TOBY tiene una propuesta inteligente y un tanto tramposa ligada al uso del punto de vista. Es la clásica historia en la que uno se pregunta de entrada –en función, especialmente, de los tiempos que corren– si realmente las cosas sucedieron tal como Libby las cuenta a partir de escuchar la versión de Toby de los hechos. ¿Era realmente Rachel un monstruo egoísta y competitivo que solo quería status en su profesión y dinero en su cuenta bancaria sin importarles mucho su esposo y sus hijos? ¿O hay algo más detrás de todo eso? Difícil saberlo porque la mujer no está por ningún lado y esa versión no la tenemos.

Se trata de una serie intrigante e incómoda, de esas que se meten en los mundos profesionales de Nueva York, tan caros a la tradición literaria de la que viene esta tercerizada memoir de Brodesser-Akner. En cierto modo se puede resumir la historia como un recuento de las experiencias que hicieron que la escritora –en la que, claramente, se basa el personaje de Libby– pudiera salir de su bloqueo creativo y escribir un libro que cuenta, en definitiva, su propia historia. En la manera en la que las experiencias de Libby conectan con las de Toby y Rachel la serie va armando un muy complejo tapiz humano. Pero no solo acerca de ese mundo insular y privilegiado sino de lo que pasa en la vida de las personas y de las parejas cuando llegan a un momento en el que los sueños y la realidad, los deseos y las obligaciones, se chocan de frente.

Con la simpática decisión de utilizar a matrimonios de realizadores para dirigir siete de sus ocho episodios (Valerie Faris & Jonathan Dayton, de LITTLE MISS SUNSHINE, dirigieron cuatro mientras que Shari Springer Berman & Robert Pulcini, de AMERICAN SPLENDOR, hicieron lo propio con otros tres), FLEISHMAN IS IN TROUBLE cambia bruscamente de eje en un momento tardío (acaso, demasiado tardío) para hacer entrar otra mirada acerca de los acontecimientos, una que modifica lo visto hasta el momento. El Episodio 7, especialmente, es impactante, uno de los mejores que vi en mucho tiempo. Pero contar mucho más de qué trata o lo que se destaca en él entraría en la categoría de spoiler. Lo cierto es que vale mucho la pena y eleva a la serie a otra zona, un tanto más audaz y compleja.

Es un tipo de serie que apunta a un público amante del cine independiente, de universos cercanos al de Allen pero también al de Wes Anderson, Noah Baumbach o las decenas de películas (y novelas) que cuentan la vida de profesionales e intelectuales de la colectividad judía de Manhattan con sus problemas personales y de trabajo. Algunos verán aquí solamente algo sobre «gente rica con tristeza» o una serie sobre los problemas de cuarentones privilegiados y un tanto deprimidos por no conseguir el ascenso que desean o una casa un poco más grande, pero tengo la impresión de que, más allá de esos asuntos un tanto más superficiales, LA NUEVA VIDA DE TOBY conecta con angustias del tipo existencial que son más universales y con las que muchos se pueden identificar.