Series: crítica de «The Crowded Room», de Akiva Goldsman (Apple TV+)

Series: crítica de «The Crowded Room», de Akiva Goldsman (Apple TV+)

Esta serie protagonizada por Tom Holland y Amanda Seyfried se apoya en un interrogatorio que una investigadora le hace a un hombre detenido por ponerse a disparar en el centro de Manhattan hiriendo a varias personas. Los primeros tres episodios (de un total de diez) estarán disponibles el viernes 9 en Apple TV+.

La primera regla del club de la pelea es: nadie habla sobre el club de la pelea«, dice la famosa frase de aquella película de David Fincher. Lo mismo se podría aplicar a la hora de hablar de THE CROWDED ROOM: casi cualquier cosa que se diga sobre ella funcionaría como spoiler, revelaría detalles que es mejor no saber si uno quiere disfrutar la experiencia. No se puede contar, literalmente, ni el título de la novela en la que se basa, ni qué personajes interpretan los actores. Se puede, a lo sumo, decir que se presenta como un thriller, que pronto deviene en un drama y más adelante surgen algunas revelaciones que cambian varias cosas. No mucho más que eso.

Así que si quieren atravesar la experiencia limpiamente lean solo un par de párrafos de esta crítica y ya avisaré cuando es mejor que se detengan. THE CROWDED ROOM comienza cuando un joven llamado Danny (Tom Holland) y una chica, Ariana (Sasha Lane), persiguen a un hombre en pleno Rockefeller Center, en el corazón de Manhattan, en 1979. Hay disparos, gente herida, nadie parece haber muerto, Ariana se esfuma y Danny es detenido por la policía. De allí en adelante una investigadora llamada Rya (Amanda Seyfried) comienza a interrogar al detenido y a preguntarle cosas no solo del hecho, sino casi su historia de vida, tratando de entender qué pasó y cómo llegó a hacer lo que hizo.

A través de esos episodios Danny irá contando cosas ligadas a su infancia, a la relación con su madre, su padrastro, sus compañeros de escuela, sus salidas y líos con amigos, sus intentos de noviazgo y así. De a poco se armará una pintura del personaje que permitirá advertir a un chico joven bastante traumado y con experiencias difíciles. Pero, ¿cómo se convierte un chico así en un tipo capaz de disparar a mansalva en medio de Nueva York? Bueno, amigos, ese es el quid de la cuestión.

Los diez episodios de THE CROWDED ROOM son claramente demasiados y solo pueden disfrutarse –si es que uno logra compenetrarse en esa larga biografía– si no se tiene mucha más información que la dada hasta aquí. Si a uno le sucede lo que me pasó a mí –o a cualquiera que lea un poco más sobre la serie o googlee el caso real en el que se basa– sus primeros episodios se vuelven tediosos y repetitivos, redundantes acaso. Y recién en la segunda mitad (digamos, entre el quinto y el sexto), la cosa empieza a tener no más sentido sino al menos más interés. Si llegan hasta ahí con cierta intriga acaso pueden seguir hasta el final.

Creada por Akiva Goldsman y con un grupo de célebres directores de cine de autor realizando la mayoría de los episodios (Kornél Mundruczó, Brady Corbet y Mona Fastvold), THE CROWDED ROOM son dos o tres series en una y sin embargo se siente que bien podría haber sido una película y listo. Lo cierto es que, de algún modo, ya lo ha sido. Y ni el guión ni los realizadores logran darle una vuelta de tuerca más que le otorgue otra vida al sistema o al ejercicio que aquí se echa a andar.

SPOILER ALERT

Lo que contaré no son necesariamente spoilers de la serie pero sí alguna información básica que puede generar que el espectador tenga ciertos conocimientos de lo que puede llegar a pasar. La serie se basa en la novela The Minds of Billy Milligan, de Daniel Keyes, escrita en 1981, inspirada en un caso real que ya se intentó llevar al cine varias veces, con directores como el propio Fincher, James Cameron y Joel Schumacher y con actores como Matthew McConaughey, Johnny Depp, Brad Pitt, Sean Penn como posibles candidatos para interpretar al personaje. Si bien el libro nunca se adaptó (la película tampoco lo hace en términos estrictos), el caso se aprovechó para otros films que usaron a protagonistas con problemáticas parecidas. Mejor no decir más sobre eso tampoco.

Estamos acá ante un caso severo de lo que se conoce como el «narrador no confiable», aunque en una versión más enrarecida de esos que, a la manera del Keyser Soze de LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE, lo hacen para defenderse a sí mismos de acusaciones. Y todo lo que fue contado en la primera mitad de la serie se irá deshilvanando en la segunda, en tanto más y más revelaciones vayan apareciendo y modificando lo visto hasta entonces. Será, de ahí en adelante, el momento de mayor lucimiento para Holland y en el que el espectador deberá repensar lo visto hasta entonces, quizás con cierta curiosidad.

El problema es que las revelaciones tampoco están demasiado bien contadas o «presentadas» cinematográficamente. Se sabe que es difícil representar ciertas experiencias y pensamientos, pero por momentos THE CROWDED ROOM se vuelve una versión con actores de algunas de esas bizarras películas de Pixar que intentan explicar el funcionamiento de la mente. Y la elección bordea lo risible. Al menos la segunda parte tiene la intriga de ir desmenuzando lo que pasó en la primera, pero no es suficiente para volver a toda la serie una experiencia valiosa.

Una pena porque es evidente que se trata de un producto muy cuidado (algunos momentos visuales son muy buenos) que demandó años y años de trabajo, y varios meses de rodaje. Pero el resultado no está a la altura del esfuerzo y no es solo un problema de spoilers sino uno de estructura, de construcción narrativa. De vuelta, uno imagina que una película de dos horas podría haber redundado en una experiencia un tanto más rica, entretenida y, sobre todo, breve. Pero lo que hoy venden son las series y estamos entregados a sus excesivos tiempos. Que, en casos como estos, son doblemente innecesarios.