BAFICI 2024: crítica de «La parra», de Alberto Gracia

BAFICI 2024: crítica de «La parra», de Alberto Gracia

por - cine, Críticas, Festivales
15 Abr, 2024 04:57 | Sin comentarios

Esta película española que transcurre en Galicia se centra en las desventuras de un hombre que viaja al pueblo en el que nació a tirar al mar las cenizas de su padre fallecido.

Tras pasar por el Festival de Rotterdam, llega a la competición internacional del BAFICI LA PARRA, la nueva película del realizador gallego Alberto Gracia que, en tono de extraña y algo surrealista comedia, cuenta lo que sucede cuando un joven que vive en Madrid tiene que regresar a su pueblo natal de Ferrol, cerca del extremo norte de Galicia, a llevar los restos de su padre, que acaba de morir. Pero el resumen de su trama no explica casi nada de la propuesta, ya que lo que el realizador de O QUINTO EVANXEO DE GASPAR HAUSER apunta a un tono extraño, friccionado y curioso, alejado de cualquier tipo de relato de crecimento tradicional.

Todo empieza de una manera asombrosa con una larga pantalla en negro. Luego nos enteramos que se trata del punto de vista de un grupo de personas ciegas que fueron a hacer una excursión a la famosa Ermita de Chamorro, un atractivo turístico cercano a Ferrol, una altura desde la que se ve toda la ciudad. Y todo concluye de un modo inesperado cuando Cosme, el guía vidente, se aleja de los turistas y se lanza de allí, aparentemente, con seguro destino de muerte. Y los expedicionarios tienen que arreglárselas para volver solos desde ahí.

Tras eso conoceremos a Damián (Alfonso Míguez), un joven sin un centavo que vive en Madrid, junta las monedas para pagar unas cervezas en el super, trata de ganar dinero yendo a un programa de preguntas y respuestas de la tele y hace tiempo que no paga el alquiler. Tras anoticiarse de la muerte del padre y presenciar su cremación, lleva el cofre a Ferrol, destino que seguramente le había encomendado. Al llegar a la casa familiar encuentra todo muy destruido y termina instalándose en una pensión, llamada La Parra, atendida por una simpática anciana que habla en gallego y que le da consejos todo el tiempo.

De allí en adelante la película se centrará en las experiencias de Damián en Ferrol, una más extraña y peculiar que la otra, incluyendo accidentes navales, raras persecuciones, muertes inesperadas y cosas así. Acaso, de todas ellas, la más llamativa sea que muchos empiezan a llamarlo Cosme, como el guía que murió, con el que tenía un cierto parecido. ¿A qué se deberá la confusión? Por lo pronto, el verde cartel exterior de La Parra es muy parecido al del hotel de VERTIGO, de Alfred Hitchcock, otra historia de posibles identidades suplantadas.

Gracia no tiene interés en resolver el enigma sino en hacer partícipe al espectador de la extrañeza de los acontecimientos y en cómo su parco protagonista –que tiene permanentemente una expresión de aburrimiento pegada en el rostro– va manejándolos. Surrealista por momentos, casi folclórica en otros, caprichosa en algunos más, todas las instancias narrativas de LA PARRA dan para interpretaciones, si uno quiere hacerlas, pero a la vez no. No es necesario.

La fotografía de Ion de Sosa (SUEÑAN LOS ANDROIDES, EL FUTURO) acompaña este lento corrimiento desde la comedia excéntrica a la casi lisérgica, allí donde las situaciones que se viven en el pueblo pasan a transformarse en una forma de aceptar y entender la vida. Las imágenes pasan del naturalismo inicial a una suerte de noir incierto en el que el protagonista parece ir metiéndose cada vez más. Aunque tal vez no sea así. Tal vez las cosas, vistas desde el monte de Chamorro –cuyo nombre, dice la leyenda, es una adaptación del gallego «ya muero»–, tengan ese carácter tragicómico.