BAFICI 2024: crítica de «Historia y geografía», de Bernardo Quesney y «Una luz negra», de Alberto Hayden

BAFICI 2024: crítica de «Historia y geografía», de Bernardo Quesney y «Una luz negra», de Alberto Hayden

por - cine, Críticas, Festivales
26 Abr, 2024 11:01 | Sin comentarios

Especial de cine chileno con dos películas muy distintas: una comedia sobre el mundo del espectáculo y un drama psicológico sobre una misteriosa coincidencia.

HISTORIA Y GEOGRAFIA, de Bernardo Quesney. Una comedia sobre artistas, actores, directores de teatro y gente de la cultura enredada en sus propios egos y su confusión respecto a cómo conducirse de un modo «políticamente correcto» en la vida, este film chileno se centra en una actriz llamada Gioconda (Amparo Noguera), muy famosa décadas atrás por un programa de televisión que empezó siendo para niños pero se transformó en algo muy distinto, algo así como una comedia erótica. Ha pasado el tiempo y la mujer quiere volver al teatro adaptando una obra seria, escrita por su padre y centrada en el sufrimiento del pueblo mapuche. Pero queda rápidamente claro que la mujer no tiene mucha idea de nada y la película sacará sus momentos cómicos de esa confusión.

Quesney crea una parodia del mundo de la cultura chilena en el que actrices, directores, estudiantes de teatro y otros personajes de ese submundo deben lidiar con el conflictivo deseo de ser exitosos y tomados en serio, dos cosas que no siempre corren en paralelo. Para Gioconda es aún más difícil porque a ella se la ve como la representación más burda de todo lo que está mal visto actualmente (sus sketchs del pasado pertenecen a la TV más grosera de fines del siglo pasado), pero no es la única que se contradice y muestra sus hipocresías.

Si bien hay un riesgo de caer en la crueldad muy al uso en la escuela Cohn/Duprat, el realizador chileno logra escapar mayormente a eso utilizando un humor menos insidioso y creando una protagonista que, pese a todo y quizás por su propia inocencia, resulta querible. Quesney logra meter en medio de todo esto algunos ácidos comentarios sociales –sobre la relación entre la clase media y alta chilena con los inmigrantes haitianos, además del pueblo mapuche– con el objetivo siempre puesto en desenmascarar cierta hipocresía de la corrección política. Y el resultado es desparejo pero por lo general efectivo.


UNA LUZ NEGRA, de Alberto Hayden. Una versión extrañada de historias como la de LA DOBLE VIDA DE VERONICA, este drama chileno toma como eje una situación curiosa y paradójica para disparar a partir de allí hacia zonas un tanto inesperadas. El disparador es el encuentro entre una mujer y un hombre. Ella ha perdido a su hijo adolescente y él se llama exactamente igual al chico, además de tener un cierto parecido. ¿Qué hay detrás de todo esto? La película se divide en dos partes y tiene dos tonos muy distintos, más que nada en función de contar los diferentes puntos de vista y experiencias de cada uno.

La primera parte pasa por Jorge, un hombre de clase media con una vida convencional al que esta revelación altera y modifica, más que nada a partir de la curiosidad, ya que quiere saber qué puede ocultarse detrás de esta extraña coincidencia. ¿Habrá algún tipo de secreto familiar desconocido que la haya generado? ¿O es algo casual, inexplicable, quizás hasta místico? La segunda parte, más centrada en las experiencias de Josefina, la madre, entronca más con esta línea, al punto de transformarse, lentamente, en algo así como una película de fantasmas.

Bergmaniana, misteriosa, quizás excesivamente esquiva, UNA LUZ NEGRA propone un acercamiento psicológico y cinematográfico –desde los recursos de la puesta en escena– a cuestiones como el duelo, el trauma y los hilos invisibles que comunican a las personas entre sí. Bella de ver, inexpugnable por momentos, es una propuesta hermética y a la vez fascinante de un cine chileno bastante distinto a todo lo que circula por los festivales de cine europeos y los mercados internacionales.