Series: crítica de «Hacks: Temporada 3», de de Lucía Aniello, Paul W. Downs y Jen Statsky (Max)

Series: crítica de «Hacks: Temporada 3», de de Lucía Aniello, Paul W. Downs y Jen Statsky (Max)

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26 Abr, 2024 12:10 | Sin comentarios

En la nueva temporada de esta comedia, Deborah Vance se esfuerza en conseguir el puesto de conductora de un importante talk show nocturno de la televisión. Desde el 2 de mayo

En su tercera temporada HACKS parece haber entrado en esa zona a la que solo algunas series llegan: la sensación de que se sostiene y que aún mejora respecto a las anteriores, como si hubiera encontrado una química y un funcionamiento que puede mantenerse por tiempo indeterminado. Es que el combo de Deborah Vance y Ava Daniels –o Jean Smart y Hannah Eibinder– funciona con una mecánica muy aceitada y, mientras existan conflictos que las unan y las separen a lo largo del tiempo, podría continuar por muchos años. A la vez, podría terminar en cualquier momento y nada sucedería tampoco.

HACKS mejora porque uno ya conoce las características de los personajes –sus diferencias generacionales y de miradas sobre el mundo, pero también sus similitudes– y los pone a enfrentar desafíos cada vez más grandes. En la tercera temporada, Deborah vuelve a ser una superestrella tras el éxito de su especial de stand up en el que revelaba muchas cosas sobre su vida. Y Ava, tras la separación entre forzada y lógica que cerró la temporada anterior, regresa a trabajar con ella.

El eje de la tercera temporada pasará por la posibilidad que surge, tras un exitoso reemplazo, de que Deborah pase a conducir uno de los más populares talk shows nocturnos de la televisión. Es el trabajo soñado para cualquier comediante de experiencia, pero no es usual que se lo den a una mujer (casi no hay talk shows nocturnos conducidos por mujeres en Estados Unidos) y menos a una septuagenaria. Y para lograr eso, cada una a su manera, Deborah y Ava se meterán en problemas y desventuras, con muchos giros en el medio y con las imaginables peleas y discusiones entre ellas.

La principal pasará por un conflicto que es bastante actual y relevante: los «errores» del pasado. Deborah ha sido una comediante ofensiva para los cánones de hoy, de hacer chistes sobre inmigrantes, personas discapacitadas y así. Dicho de otro modo: está al borde de la «cancelación». A ella no parece preocuparle –cree que lo que hizo, en ese momento, estaba bien y que no se puede hacer comedia «políticamente correcta»–, pero sí a Ava, que intenta encontrar el modo de conseguir algún tipo de disculpa o arrepentimiento por parte de la diva. Además, porque sabe que esa «cancelación» le hará perder su trabajo. O sus trabajos.

Esa situación refleja sus diferencias generacionales y, si se quiere, políticas. Deborah quiere «actualizarse» pero tiene un límite. Es, en el fondo, un diva old school, con sus prácticas adquiridas. Y Ava puede a veces tirar demasiado de la cuerda. Además de la relación entre ellas la temporada se meterá en sus vidas privadas, sus relaciones sentimentales, sus problemas familiares (Ava con su madre, Deborah con su hermana) y tendrá una importante participación la dupla que integran su agente Jimmy (Paul W. Downs) y su asistente Kayla (Megan Stalter), que harán lo imposible para que ella pueda conseguir ese trabajo soñado.

Será una temporada con muchos actores invitados –otro clásico de las series con continuidad–, entre las que se pueden adelantar las de Helen Hunt, Christopher Lloyd y Christina Hendricks, en tres roles clave (algunos, largos; otros ocasionales) que mejor no detallar. Pero no son las únicas figuras conocidas: habrá otras –una de ellas tiene un rol clave en la trama y su elección es perfecta para el papel que le toca en suerte– que también deberán descubrir semana a semana, episodio tras episodio. Muchos capítulos, además, tendrán un marco geográfico específico y contenido: unos días en una universidad, una visita a una convención de accionistas, un problemático paseo por el campo o un complicado festejo de Navidad.

Con o sin las visitas de celebridades, lo que la serie ha logrado es encontrar un ritmo propio, que respeta las cadencias del humor old fashioned de Deborah con la perspectiva «progre» y feminista de Ava, que toma algunos riesgos en lo sexual y que, más que cualquier otra cosa, está muy pero muy bien escrita. Cada intercambio, cada escena, cada retrueque es la demostración de que gran parte de la comedia norteamericana funciona gracias a los diálogos y a cómo los personajes se presentan –dicen y ocultan– a través de ellos. Las situaciones y conflictos pueden ser previsibles, pero los diálogos las elevan, las vuelven únicas, irrepetibles. Y el éxito de HACKS se sostiene gracias a ese clásico y efectivo truco de magia.