
BAFICI 2025: crítica de «Pavements», de Alex Ross Perry
Mezclando documental, ficción y otros experimentos, el realizador de «Her Smell» arma un ambicioso dispositivo para contar la historia de la banda de rock Pavement.
«You’ve been chosen as an extra in the movie adaptation of the sequel to your life«
(Shady Lane, Pavement)
I was dressed for success/But success never comes«, dice la letra de Here, uno de los temas más conocidos del primer álbum de Pavement, Slanted & Enchanted. La frase, probablemente profética, se menciona varias veces a lo largo de PAVEMENTS, la ambiciosa y extravagante película biográfica de la banda estadounidense. Es que el grupo liderado por Stephen Malkmus puede haber sido influyente y muy relevante en los años ’90, pero exitoso en la acepción comercial de término jamás fue. A tal punto que se puede hacer una película sobre la banda, denominarla ahí como «la más importante de la historia» y que buena parte del público se pregunte si es o no un chiste. Quizás lo sea. O quizás no.
Alex Ross Perry dedicó unos cuantos años de su vida a completar este ambicioso, fascinante y un tanto descabellado proyecto de contar, a su manera, una biografía de Pavement, con la colaboración de los miembros del grupo. PAVEMENTS es una biopic a tono con el estilo y la actitud del grupo, presentándose como irónica, casual y hasta autoparódica pero en el fondo tomándose más en serio de lo que parece. No solo por la complicada factura –que involucra, prácticamente, hacer cuatro películas a la vez además de varias «acciones públicas» en vivo– sino por el tono que todo el tiempo parece zumbón pero que esconde una disimulada sinceridad.

El director de QUEEN OF EARTH y ANALIZANDO A PHILIP intenta aquí deconstruir la biografía de una banda de rock de un modo relativamente similar a lo que la banda hace con las canciones de rock, respetando sus códigos pero a la vez ironizando sobre ellos, dándole una rosca de más a los lugares comunes de los rockumentales y sucedáneos para llegar, a través de ellos, a un similar objetivo: contar la historia de una banda, con sus subidas y bajadas, sus éxitos y sus crisis, su separación y su regreso. Perry, Malkmus y compañía se ríen de los géneros que utilizan para crear ese arco dramático, pero no dejan de usarlos. Y eso, acordes más acordes menos, es lo que hacía Pavement.
La película tiene cuatro ejes paralelos que se cruzan entre sí. Por un lado, hay un documental que intenta contar la historia de la banda desde que arrancaron a fines de los años ’80 utilizando mucho material de archivo íntimo y poco conocido, además de algunas escenas de su última reunión, de 2022. Por otro, Perry decide «filmar» una biografía con actores de la banda, a la manera de BOHEMIAN RHAPSODY o similares. Un tercer eje es un musical off-Broadway que un grupo de actores y cantantes harán para contar de ese modo la historia del grupo. Y por último una muestra, una exposición de objetos de la historia de Pavement que se abrirá al público en Nueva York.
Lo curioso es que, a excepción del largo de ficción (cuyo título es «Range Life«, como una de las más conocidas de sus canciones), del que uno supone solo se filmaron las partes que se muestran acá, las otras cosas se hicieron realmente, aunque de un modo distinto al que se ve en la película. El musical de Pavement, titulado Slanted & Enchanted. y que en parte se ve en el film, se ensayó y se puso en escena a lo largo de unos días en Nueva York. Y lo mismo con la muestra, por más irónica y absurda que se vea en la pantalla. Y mucho de eso está en la película.

PAVEMENTS arranca tirando toda «la carne al asador» y, por un buen tiempo, da la sensación de que la idea es mejor que el resultado. Hay una máscara hipster un tanto burlona rodeando todo lo que se va viendo que, si bien tiene sus momentos graciosos, parece un ejercicio de un grupo de gente demasiado inteligente y talentosa como para someterse a cualquier cosa que se parezca a un film convencional. Y si bien esa sensación permanece a lo largo de toda la película, en cierto momento se bajan algunas barreras y uno entiende que ese guiño irónico y esa postura desinteresada no es otra cosa que una marca de fábrica que rodea a todo lo ligado a la banda.
Lo que Perry logra hacer es dinamitar desde adentro los formatos de las películas sobre una banda de rock. Sus ironías sobre las escenas en las que los actores (aquí aparecen Joe Keery, Nat Wolff, Fred Hechinger y Jason Schwartzman, entre otros) interpretan a los verdaderos miembros de la banda son muy graciosas y efectivas, capturando la falsedad de ese tipo de biopics con estrellas cinematográficas imitando a los integrantes de una banda de rock y cayendo siempre en el mismo tipo de problemas y trilladas situaciones. Se hacen, también, muchos musicales sobre bandas y discos (como AMERICAN IDIOT, WE WILL ROCK YOU o JAGGED LITTLE PILL, por citar solo algunos) y aquí Perry junto a un grupo diferente de actores, bailarines y cantantes juegan a ese registro. De entrada parece paródico, pero no lo es del todo. Ni siquiera la exposición.
Entrelazándose en medio de esos tres registros en mayor o menor medida ficcionales –un film comparable en su búsqueda es I’M NOT THERE, de Todd Haynes, sobre Bob Dylan– existe el documental en sí, también desacralizado y en apariencia desprovisto de los ejes narrativos tradicionales o los clásicos arcos dramáticos de los que se suelen ver en las plataformas de streaming. Como la banda en sí, la parte rockumental de PAVEMENTS es un rejunte de formatos, un collage de imágenes y archivos que crean una sensación de caos permanente, similar a la que presentaba la banda en muchos de sus conciertos, mezclado con esa suerte de desinterés slacker que dejaban entrever en las entrevistas.

Si algo caracterizaba a Malkmus –y, en menor medida, al resto de los músicos– era transmitir una sensación de apatía que iba desde la presencia física, el tono de las entrevistas y hasta la manera en la que su música parecía siempre estar tocada con cierta pereza, como si no pudieran dedicarle mucho tiempo a sonar bien. Nada de esto era en realidad así –en todo momento fue parte de un concepto por lo general buscado– y el film sirve para probar esa teoría: la actitud puede parecer entre cínica y abúlica, pero por debajo del gesto de «todo me da igual», las canciones de Pavement tienen una belleza y desprenden una sensibilidad poco comunes. Y, aunque parezca raro y hasta gracioso, en las versiones que acá se hacen para el musical, esa ternura queda expuesta.
Hay además, cruzado con esos cuatro ejes narrativos, otro que sigue la reunión de la banda en 2022 para su primera gira en más de una década. Y si bien las imágenes de los ensayos y los shows recientes aparecen mechadas a lo largo de todo el film, es sobre el final que el paso del tiempo y los cambios en las vidas personales y profesionales de sus miembros generan un efecto dramático. Malkmus, Bob Nastanovich, Scott Kannberg, Steve West y Mark Ibold son hoy señores que rondan los 60 años, que han atravesado varias batallas y que hoy se los ve, en muchos casos, con parejas, hijos, panzas y una sensible, honesta y emotiva manera de reaccionar a su propia historia, a hacerse cargo de su curiosa leyenda. Más allá de todas las capas de lectura que existan en PAVEMENTS, al final todo se reduce a eso.