Series: crítica de «Pee-wee Herman: detrás del personaje» («Pee-wee as Himself»), de Matt Wolf (HBO Max)

Series: crítica de «Pee-wee Herman: detrás del personaje» («Pee-wee as Himself»), de Matt Wolf (HBO Max)

Esta serie documental de dos episodios sigue la vida de Paul Reubens y su carrera como el personaje Pee-wee Herman, un excéntrico conductor de un show infantil.

En los años ’80 la llegada de información cultural de otros países –televisiva y teatral, fundamentalmente; con la música y el cine era distinto– era muy limitada, Inclusive desde los Estados Unidos, el mayor productor mundial en Occidente en el terreno de las industrias culturales. En ese sentido, Pee-wee Herman era una figura prácticamente desconocida fuera de su país. Ni siquiera su película, PEE WEE’S BIG ADVENTURE (1985), dirigida por Tim Burton, llegó en su momento a los cines locales. Y el show televisivo para niños que hizo después, PEE-WEE’S PLAYHOUSE (1986/1990), casi no se vio en otros países por fuera de los Estados Unidos. Eran las notas y tapas de revistas las que traían información sobre esta curiosa y enigmática figura: una estrella del cine y la televisión que tenía tanto un público infantil como de jóvenes universitarios enganchados con su propuesta, bastante original y radical para ese tipo de productos y mercados.

PEE-WEE AS HIMSELF no menciona esto (asume que era una celebridad ya para principios de los ’80 gracias al éxito en formato teatral de su show) en su dedicado recorrido por la vida, la carrera, la personalidad y los enigmas de un personaje –cuyo nombre era Paul Reubens y, originalmente, Rubenfeld– mucho más rico, curioso, lleno de aristas, contradicciones, creatividad y genio que la mayoría. Se trata de un documental (una serie en realidad de dos episodios de más de 100 minutos cada uno) en el que el entrevistado lucha con el director, de manera cómica pero a la vez tenaz e insistente, por tener algún control sobre el material, algo que el realizador no cederá. Reubens muere, en 2023, poco después del fin del rodaje –el director dice que no sabía de su enfermedad durante la producción–, y la película pasa a convertirse en una personal celebración de su extravagante carrera.

Pee-wee fue un personaje creado por Paul Reubens durante su paso por el grupo de improvisación The Groundlings, a principios de los ’80, en California. Pero antes de llegar a eso fue un chico vivaz e imaginativo que siempre quiso ser famoso y que, con un enorme bagaje de cultura pop de todas las épocas, fue capaz de ir llamando la atención y ganando espacios a través de más de una década de trabajos de todo tipo. El documental se ocupará de su infancia, de sus influencias, de sus mudanzas, de su relación con sus padres, de sus primeros romances (era gay pero jamás, hasta el documental, había hablado del tema), de sus crisis personales y de su deseo de convertirse en alguien famoso con sus propias reglas. O, dicho de otra manera, llevando su estilo personal a los escenarios y pantallas.

Eso lo logró pero de una forma curiosa, en algo que podría entenderse casi como un pacto con el diablo. Reubens creó al personaje Pee-wee Herman, un entusiasta, inocente, pícaro y algo tontuelo conductor de un espectáculo para niños que empezó como un juego irónico para un público adulto. Y su súbita fama en teatros de todo el país lo convirtieron en una celebridad. Y Paul tomó la decisión de presentarse a sí mismo como Pee-wee, haciendo desaparecer a Paul Reubens de su vida pública y llamándose directamente así. Uno podía darse cuenta que el tipo era algo más que el personaje, pero su vida se transformó en una permanente performance. «Arte conceptual», dirá él, un tipo elocuente e informado acerca de la historia del arte y las ideas de manipulación de la realidad, del doble, del alter-ego y de la creación de mundos propios.

Eso fue el mundo de Pee-wee Herman a través de los años. La exitosa película de Burton en 1985 llevó a que Warner Bros. lo contrate para hacer PEE-WEE’S PLAYHOUSE, un programa de TV que era decididamente para niños (abandonando casi por completo los guiños para adultos, más allá de que muchos veinteañeros lo miraban igual) y que duró cinco años. A partir de fines de los ’80, una serie de problemas personales, fracasos comerciales, exageradas acusaciones sobre «escándalos sexuales» y su propia implosión interna –generada en parte por el hecho de ocultar siempre su vida real y, en función de la lógica de una industria homofóbica, su sexualidad– harían que el resto de su vida y su carrera se vieran teñidas de problemas y controversias, subidas y bajadas. Pero lo que jamás perdió fue un núcleo de fans duros que lo admiraron siempre. Y que reconocen el genio, el talento y la creatividad de uno de los artistas más originales y curiosos en brillar dentro del mainstream televisivo de los Estados Unidos.

Más allá de contar su historia personal y laboral, Wolf (director de WILD COMBINATION: A PORTRAIT OF ARTHUR RUSSELL) juega un divertido juego con Reubens por el control del material –el «homenajeado», un asumido control freak, quiere decidir qué poner y qué no, y el director se lo niega por su falta de «perspectiva» respecto a su propia vida–, le suma un tono emotivo y elegíaco a la última etapa de su vida, entrevista a varias personas que cuentan detalles de su historia y su personalidad (todas entrevistas hechas mientras vivía) y pone el eje, más que en los escándalos, en su arte, en sus aportes creativos, en su imaginación y la de los colegas con los que trabajaba para construir un universo «infantil» de un nivel de delirio, ingenio, humor y creatividad que raramente se veía en la TV abierta en la que Pee-wee trabajaba.

Hoy, salvo en los rincones de internet (en la que se puede encontrar cualquier cosa), sería imposible pensar que un canal abierto de televisión pondría al aire un show tan surrealista y bizarro como PEE-WEE’S PLAYHOUSE. Pero en los años ’80 todavía existían esos resquicios en un mainstream menos dominado por los algoritmos y las cifras de lo que está hoy. Y esta inmersión en la vida de Herman/Rubens es un viaje también a observar los cambios dentro de una industria audiovisual que se fue volviendo más y más conservadora con el paso de las décadas. Y que hoy dejaría a un personaje como Pee-wee en el nicho de las curiosidades bizarras de la web.