
DocBuenosAires 2025: crítica de «Los días chinos», de Santiago Loza
El realizador de «Amigas en un camino de campo» retrata en este documental su experiencia en Shanghai, China, donde pasó un tiempo en una residencia para escritores.
En Shanghai hay una especie de misterio difícil de definir. De todas las ciudades chinas que conozco es, claramente, la más occidental, la más parecida a las ciudades que estamos acostumbrados a ver en Occidente, con sus shoppings, sus paseos comerciales, sus grandes avenidas y sus altas torres iluminadas. Pero, a la vez, sigue siendo una ciudad distinta: insondable, curiosa, con un doblez extraño y sugerente detrás de cada fachada o recorrido que nos parece familiar.
En LOS DIAS CHINOS, Santiago Loza intenta describir esa experiencia, una que registró a razón de un plano por día durante el tiempo que pasó allí en una residencia para escritores –no solo en Shanghai, pero de ahí son la mayor parte de las imágenes–, experiencia que trata de evocar acá, en este film que él mismo define casi como un documental improvisado, casi forzado por la presión externa de amigos que le pidieron algo así como «ya que vas, filmate algo» y le dieron de prepo una cámara.
A su vez, LOS DIAS CHINOS es un film de Loza sobre Loza, sobre su experiencia haciendo ese viaje, sobre su sensación de curiosidad y a la vez de distancia con las cosas que ve, con sus reflexiones acerca de ese país y de sus diferencias con Argentina, con varios bellos poemas que se distribuyen a lo largo de la hora y monedas que dura el film. A su modo es un travelogue, un registro de viaje, pero uno que toma características más interiores, personales e íntimas y no tanto un recorrido geográfico sobre las bellezas y curiosidades de un país que está, en más de un sentido, en las antípodas del nuestro.

Habiendo ido a China muchas veces y varias de ellas a Shanghai, me da la impresión que el realizador de LA PAZ logra capturar muy bien esa mezcla de fascinación y misterio, de intriga y cansancio –Loza no menciona el jet lag pero eso le suma brumosidad a la experiencia–, de infinita curiosidad y a la vez de sentir que hay algo inabarcable en ese choque cultural, algo que no podrá resolver ni uno ni diez viajes, que no cambiará con aprender más o menos palabras y que no se aclarará mediante las imágenes o las palabras.
China –aquí hay un breve viaje a Wuhan y a uno de esos simpáticos pueblos con canales que rodean Shanghai– se presenta en las imágenes que Loza captó de manera prolija y cuidada, salvo excepciones que él mismo explica, pero LOS DIAS CHINOS acaso no sea un film sobre ese país. Es más una reflexión personal sobre el paso del tiempo, la vida, el cine, las experiencias personales, la salud, la historia familiar y el futuro, reflexiones que van brotando en comentarios que basculan entre lo público y lo privado, la curiosidad y el desapego, y ese deseo curioso de necesitar volver a casa que uno tiene cada vez que viaja, por más fascinado que esté con la experiencia.
Shanghai impacta, abruma, pero Loza logra mirarlo desde la calma que habitualmente presentan sus trabajos y que quizás ocultan –o al menos disimulan– que la persona que hay detrás de esas imágenes no es necesariamente alguien zen que está en paz con el mundo. Y esa fricción entre la maravilla cultural y turística que se abre ante los ojos y la cámara y la voz de un cineasta que por momentos parece decir «preferiría no estar ahí» es la que le da a LOS DIAS CHINOS su carácter distintivo y su discreta pero relevante emoción. La ciudad puede encandilarnos con la luz que, en muchos sentidos, emana. Pero los que la miramos, la interpretamos –y la traducimos– con nuestras impotencias.
Diego: pensaste alguna vez en escribir acerca de tus viajes a China?
Podrías incluir tu tarea como programador de festivales.
Saludos