
Estrenos online: crítica de «Vice is Broke», de Eddie Huang (MUBI)
Este documental recorre la carrera de VICE, una revista convertida en imperio multimedia que tuvo una época de gloria y rápidamente implosionó.
Reflejo de la cultura pop y online de los primeros y caóticos años 2000, la revista VICE fue un medio inicialmente gráfico que capturó la efervescencia de aquella época, entre lo políticamente incorrecto, lo «zarpado» y la producción de contenidos originales y desacartonados. Con el tiempo la pequeña redacción de Williamsburg, en Brooklyn, se fue transformando en un monstruo multimedia que creció tanto para mediados de los 2010 –gracias también a acuerdos con grandes empresas y al crecimiento de su contenido en video, tanto en HBO como online– que perdió buena parte de su creatividad y credibilidad al estar más pendiente de ganar grandes sumas y cerrar acuerdos comerciales que otra cosa. De ahí en adelante, fue todo barranca abajo. Y hoy es una mínima sombra de lo que en algún momento fue.
VICE IS BROKE es un documental acerca de esa experiencia, dirigido, narrado y conducido por alguien que estuvo ahí, Eddie Huang, un chef convertido en presentador de programas (un admirador y émulo de Anthony Bourdain) que tuvo varios shows en esa cadena de canales en la que se convirtió la empresa. Y el documental intenta entender desde adentro –sin negar las tensiones que hay hasta hoy entre Huang y VICE, ya que le deben dinero– la lógica y la mecánica de un medio que quizás desde sus inicios estaba destinado a explotar por los aires como lo hizo.

El documental trata de mantener la frescura, la originalidad y la irreverencia de las producciones de la propia VICE para contar el lado oscuro de su historia. Aquí las entrevistas son (o parecen ser) muy honestas y brutales, y se habla en general de casi todo sin muchas vueltas. Lo que cuenta, esencialmente, es la historia de un grupo de amigos que se quedaron con la marca de una revista en Montreal, recibieron algo de dinero, se mudaron a Nueva York y a partir de ahí crearon un imperio basado en la irreverencia y en un espíritu punk (la estética skater de Spike Jonze de la época es una clara representante) que de a poco se fue desvirtuando por distintos motivos. VICE era una referencia de lo cool en aquellos años, pero pronto se acabó.
El film se mete bien adentro de sus personajes y problemas internos, entre los que se destaca inicialmente uno: que su cofundador, Gavin McInnes, la voz más ácida y radical de sus páginas se fue en 2007 y años después se ha convertido en el creador de los Proud Boys y una de las voces más radicales de la ultraderecha neonazi. Los que se quedaron, como Shane Smith, la cara visible y ex CEO, cayeron en otro conflicto, ya que intentaron monetizar tanto su contenido –que era periodísticamente provocativo pero éticamente impresentable– que terminaron rompiendo cada vez más la marca. Y sin hablar de la cantidad de problemas internos, especialmente acosos sexuales, que le hicieron perder la poca reputación que le quedaba a la compañía.
Al margen de su profunda inmersión en los detalles corporativos, VICE IS BROKE es un gran reflejo de una época previa a las redes sociales, en el que la web era un caos, las revistas en papel sobrevivían y las grietas culturales y políticas no eran tan grandes como ahora, al punto que la llamada «incorrección política» podía hacer convivir a personas ideológicamente muy distantes. Los cambios posteriores que hubo en el discurso social destruyeron todo: algunos se volvieron libertarios en su afán por defender su libertad de expresión (léase, sus derechos a insultar a cualquiera) y otros se pasaron de rosca con sus coqueteos corporativos. Hoy casi toda esa cultura inicial fue borrada, atomizada, destrozada y reconvertida en TikToks. Y poco y nada de lo que aspiró a ser VICE sobrevive.