
Venecia 2025: crítica de «Hijra», de Shahad Ameen (Spotlight)
Una abuela y su nieta inician un riesgoso recorrido por Arabia Saudita para buscar a otra nieta que súbitamente desapareció en medio de un viaje de peregrinación a La Meca.
Historias contadas a través del punto de vista de niñas parece ser una tendencia, al menos inicial, del Festival de Venecia. Se ve en films de distintas latitudes que tienen en común ser dirigidos por mujeres. En HIJRA, la niña que protagoniza la historia, Janna (Lamar Fadan), tiene 12 años y, cuando comienza la historia, viaja en un bus junto a muchas otras mujeres en peregrinación hacia La Meca. No va sola. Con ella está su hermana mayor, Sara –de 18 años–, y su abuela, Sitti. Ese viaje esperado cobrará un sentido inesperado cuando, al detenerse en un lugar en el camino, Sara se pierda entre la gente y desaparezca.
Es poco lo que conoceremos a Sara pero, a partir de la imagen inicial en la que se la ve escuchando música en auriculares un tanto desentendida de todo ceremonial y la última mirada suya que captamos, da la impresión de que se trata de una desaparición voluntaria, quizás una fuga. Como la chica no aparece a Janna y a su abuela las bajan del auto con maleta y todo, por lo que quedan varadas intentando saber qué pasó con la chica. Y como no quieren que el padre se entere, tratarán de encontrarla por sus propios medios. Ese será el comienzo de una aventura que las hará desviarse por completo del recorrido planificado e ingresar a otro más complejo desde lo familiar, lo personal y lo emocional.

Va quedando claro, con el paso de las horas, que la abuela Sitti (Khairia Nathmy) es una mujer dura, seca, inflexible. Y que la historia familiar es un tanto complicada. Las dos terminan subiéndose a la camioneta de un tal Ahmed (Nawaf Al-Dhafiri), que está tratando de hacer algunos dineros con los peregrinos, y será él quién las conduzca en su viaje por investigar el paradero de Sara, viaje que las llevará a Jeddah, a ver a otros miembros de la familia, a conocer algunos secretos de la chica ausente pero, sobre todo, a recalibrar las relaciones. En especial la tan estructurada y tensa que Sitti tiene con sus nietas y, en más de un sentido, con el mundo.
La segunda película de la realizadora saudí Shahad Ameen es una historia de mujeres que tratan de funcionar y manejarse en un mundo que las tiene bastante marginadas. Son muchas las suspicacias, las complicaciones y los límites que aparecen a lo largo de su viaje –dos mujeres solas siendo llevadas por un hombre que no es su familiar es un potencial problema serio allí–, pero el recorrido termina cambiándolas a todas, armando una peregrinación paralela que funciona como un recorrido por Arabia Saudita, sus distintas regiones y su gente. En el medio, abuela y nieta empiezan a conocerse desde otro lugar, entendiendo el pasado de una y el posible futuro de la otra.
Si bien la historia transcurre en 2001, no son muchas las diferencias que podría tener con una actual. HIJRA es un film bello, visualmente cuidado y prolijo, que se hace fuerte gracias a los rostros de las protagonistas, cuya cercanía subraya la tensión, la preocupación y la emoción que las recorre a lo largo de ese curioso road trip en el que terminan metidas. Intentando balancearse entre tradición y modernidad, entre el respeto a ciertas costumbres y la crítica a la cerrazón de otras, la película de Ameen tiene algo de película «correcta y respetable» de esas que circulan por festivales internacionales pero eso no quita su ocasional potencia y su notable ambición.