Venecia 2025: crítica de «My Tennis Teacher» («Il Maestro»), de Andrea Di Stefano (Fuera de competición)

Venecia 2025: crítica de «My Tennis Teacher» («Il Maestro»), de Andrea Di Stefano (Fuera de competición)

por - cine, Críticas, Festivales
31 Ago, 2025 04:16 | Sin comentarios

Pierfranceso Favino interpreta a un ex tenista que empieza a entrenar a una joven promesa del «deporte blanco» en esta comedia dramática italiana que se presenta en el Festival de Venecia.

El tenis italiano vive el que quizás sea el mejor momento de su historia. No solo tienen al Número 1 del mundo (Jannik Sinner) sino que tienen además nueve jugadores, la mayoría de ellos jóvenes y promisorios, entre los primeros cien, además de un renovado interés por el «deporte blanco». Eso se refleja también en el cine ya que el año pasado Luca Guadagnino estrenó CHALLENGERS, película sobre tenistas que pese a ser norteamericana reflejaba bastante la exuberancia peninsular. Ahora llega IL MAESTRO, otro film que usa el tenis como eje central y en cierto modo excusa para contar una suerte de doble coming of age: el de una joven promesa del tenis y el de un profesor.

El gran Pierfrancesco Favino (EL TRAIDOR, NOSTALGIA) encarna aquí a Raul Gatti, apodado «El Gato», un veterano y retirado tenista que, a fines de los ’80, está intentando regresar al deporte convertido ahora en profesor. Pronto es claro que Gatti viene de una estadía en una residencia psiquiátrica y está medicado, que no tiene experiencia alguna como docente de nada y que su vida, desde que dejó el tenis hasta la actualidad, fue poco menos que un caos. Pero el tipo parece dispuesto a encauzar su rumbo y, aprovechando su fama como figura, consigue un primer trabajo.

En paralelo conocemos a Felice (Tiziano Menichelli), un promisorio jugador de 13 años entrenado por su obsesivo padre, que lo conduce con mano firme y decenas de estrictas reglas acerca de cómo jugar, cómo entrenarse y cómo vivir. Cuando Felice gana un torneo regional, alcanza los puntos para competir en los nacionales y es ahí que su padre, que no puede acompañarlo de gira por su trabajo, decide invertir los ahorros de la familia (suspendiendo las vacaciones, para fastidio de su otra hija y su esposa) contratando a Gatti, con el que supone que el concentrado e intenso Felice dará el salto de calidad esperado.

Lo que no sabe es que Gatti no tiene mucha idea qué hacer, no tiene muchas ganas de trabajar con el chico y prefiere, más que nada, conocer mujeres, divertirse, tomarse algo y pasear. A tal punto que se queda dormido en medio de los partidos. Para Felice es un problema mayúsculo: acostumbrado a una relación tensa pero simbiótica con su padre, no sabe qué hacer ante un coach que solo le dice «atacá» y no mucho más. En el mejor de los casos, le cuenta que su ídolo no es otro que el gran tenista argentino Guillermo Vilas que, según él, salía de fiesta por las noches y al otro día era capaz de vencer a cualquiera. Pero Felice aprendió a admirar el metódico y aburrido Iván Lendl. ¿Podrá cambiar?

MY TENNIS MAESTRO se centrará en la evolución de esa relación a lo largo de la gira, que es más caótica y llena de aventuras que lo esperado. Y, por más que los resultados tenísticos no sean lo deseado, la experiencia de vida los modificará a ambos. Es, a su modo, un film sobre el crecimiento de los dos, uno que debería permitir a Felice acercarse a la adolescencia y a su futuro de un modo un tanto más libre y relajado, disfrutando un poco más de su día a día (en lo deportivo, la metáfora pasa por ir más al ataque que devolver sobre la base, que es como el chico aprendió a jugar con su padre), mientras que al profe debería servirle para repensar algunas de las «macanas» que se mandó a lo largo de su vida.

Más allá de que le sobran dos vueltas de tuerca y 20 minutos, la película de Di Stefano es disfrutable como una muy amable y convencional comedia de costumbres entre dos personas muy distintas forzadas a convivir por un tiempo on the road en una relación que a la larga es más parecida a la de un padre sustituto que otra cosa. Favino le da una densidad a su personaje que va más allá de lo escrito en el guión y va construyendo a un hombre complicado, que quiere hacer las cosas bien pero no puede evitar, por distintos motivos, meter la pata una y otra vez. Con el tenis, se sabe, se pueden cometer errores y hasta perder sets, pero lo importante al fin y al cabo es ganar el último punto. Y la película, con esfuerzo y sin lujos, lo gana.