Estrenos: crítica de «El cuadro robado» («Le tableau volé»), de Pascal Bonitzer

Estrenos: crítica de «El cuadro robado» («Le tableau volé»), de Pascal Bonitzer

por - cine, Críticas, Estrenos
08 Sep, 2025 04:50 | Sin comentarios

La aparición de un cuadro de Egon Schiele robado por los nazis a una familia judía desata una tensa lucha entre sus verdaderos dueños, los que lo poseen y los que quieren venderlo. Con Alex Lutz, Léa Drucker y Louise Chevillotte. Estreno en cines: 11 de septiembre.

Con un timing impecable en función del reciente hallazgo en Mar del Plata de un cuadro robado por los nazis a una familia judía, se estrena en Argentina EL CUADRO ROBADO, película de 2024 de Pascal Bonitzer. Reconocido crítico de Cahiers du Cinéma, guionista de muchas películas de Jacques Rivette y André Techiné, entre otros, además de director de cierta experiencia, el septuagenario Bonitzer se basa también en un caso real que tuvo lugar en 2005 en un pueblo de Francia cuando apareció allí, para sorpresa de todo el mundo, un cuadro de Egon Schiele que se consideraba perdido.

Contada desde el punto de vista de los que trabajan en una agencia de subastas, la película comienza mostrando la tensa relación entre André (Alex Lutz), el áspero subastador, y su asistente Aurore (Louise Chevillotte). Cuando la chica le lee la carta de Suzanne (Nora Hamzawi), una abogada diciendo que la familia a la que representa tenía en su poder Los girasoles, André no puede evitar reírse, incomodando y ofendiendo a su subordinada, que lo desprecia cada vez más. Seguro es falso, dice. Recibimos cientos de estos reclamos.

De todos modos, la dupla viaja en compañía de Bertina (Léa Drucker), una especialista y ex esposa de André, a chequear la pintura a una casa humilde en Mulhouse, una pequeña ciudad cerca de la triple frontera entre Francia, Suiza y Austria. Allí viven los Keller: una señora humilde (Laurence Côte) con su hijo veinteañero, Martin (Arcadi Radeff), quienes recibieron ese cuadro del antiguo dueño del lugar. Para el asombro de André y Bertina, el cuadro resulta ser verdadero. Y restaurándolo un poco puede llegar a venderse por varios millones de dólares.

Eso sí, al ser un cuadro robado hay que hablar con los herederos de los dueños originales del cuadro, la familia Wahlberg. Y ellos aceptan venderla. En el medio surgirán algunos inconvenientes. Sin ánimo de llenarse los bolsillos, los que tenían el cuadro quieren recibir algo a cambio. Y eso no será lo más sencillo de conseguir. A la par, entre André, Bertina, Aurore y Suzanne surgirán algunas incómodas situaciones que van tensando también la decisión de qué hacer y cómo manejarse con un cuadro que muchos dudan que sea realmente lo que dicen que es. Además de eso, algunos amigos del joven Martin Keller, parecen tener sus ojos puestos en el cuadro con intenciones un tanto sospechosas.

Bonitzer no lleva los acontecimientos hacia la comedia absurda ni al drama policial, formatos a los que bien podría optar a partir de la situación planteada. EL CUADRO ROBADO se mantiene hasta el final como una ácida pero amable comedia de costumbres que enfrenta a distintos personajes que se ubican en posiciones enfrentadas respecto a la decisión que tomar. André parece el más cínico y ventajero, Aurore la que ve todo con malos ojos y Martin el único que solo quiere unos billetes para mejorar en algo su estilo de vida. Pero lo que para él es algo personal pronto se vuelve una noticia nacional.

Hay, sí, ironías maliciosas respecto al mundo del arte, los precios, las subastas y la gente que lo rodea, pero en ningún momento la película se transforma en una sátira. Bonitzer observa las manipulaciones, los juegos de poder, las trampas y los trucos, pero en todo momento deja constancia de la seriedad del asunto, de la historia que precede al cuadro y de lo que seguramente sucedió en la Segunda Guerra y que derivó en que hoy el cuadro haya terminado convertido en una disputada mercadería. Si bien los personajes y parte de la trama son falsos e inventados, el despiadado robo de obras de artes a familias judías de parte de los nazis fue uno más de las tantos abusos cometidos por ese régimen. Y el emotivo final del film, de una forma discreta pero tocante, le hace homenaje a esa historia.