
Estrenos: crítica de «La mujer de la fila», de Benjamín Avila
Cuando su hijo es detenido, una mujer de clase media alta se mete en el para ella desconocido mundo de las visitas carcelarias. Con Natalia Oreiro y Alberto Ammann. Estreno: 4 de septiembre.
Para mucha gente de clase media, media alta, como la protagonista de LA MUJER DE LA FILA, una cárcel es un territorio misterioso, inexplorado, algo que se desconoce, se teme, se niega. Algo así es lo que le pasa a Andrea (Natalia Oreiro), una mujer que se despierta una mañana sin saber que en apenas unas horas su vida cambiará por completo. Sus hijos se han ido al colegio y ella está sola (es viuda), en su casa, ocupándose de su trabajo y de sus cosas, tranquila. De golpe, entra la policía violentamente al lugar con una orden de allanamiento, llevándose todo por delante, rompiendo cosas, tirando otras, gritando agresivamente. ¿Qué es lo que está pasando?
Su hijo Gustavo (Federico Heinrich), un adolescente, ha sido detenido. La película se demora una excesiva cantidad de tiempo para revelar el motivo de su detención, quizás porque asume que lo fundamental pasa por el convencimiento de Andrea de que se trata de un error. «Mi nene es inocente», dirá, palabras más, palabras menos. Y con esa misma sensación de privilegio intentará liberarlo: le exigirá eso a su abogado, irá a la cárcel en la que está detenido y se saltará la fila para verlo, le gritará a todo el mundo. Pero pronto se vuelve evidente que ella es una más de las mujeres que están ahí, esperando para ver a sus familiares, haciendo filas durante horas, siendo revisadas bruscamente, cargando con comida, ropa, zapatillas, un termo o lo que sea que su ser querido necesite.
LA MUJER DE LA FILA es una película sobre una toma de conciencia. O varias, quizás. Para Andrea es el descubrimiento de un mundo que negaba y con el que, de a poco, se empieza a amigar. Al principio hay una mutua tensión con las otras señoras que van a diario a la prisión, miradas desconfiadas. Pero de a poco eso cambia. Y lo mismo pasa con otros detenidos, como Alejo (Alberto Ammann), un veterano ladrón que está «en cana» y que ayuda a su hijo a lidiar con la complicada adaptación al lugar. En el medio, el guión de Benjamín Avila y Marcelo Müller se toma algunas libertades con el caso real que inspiró al film –el de Andrea Casamento, fundadora de la Asociación Civil de Familiares Detenidos (ACIFAD)– para armar un tibio relato de investigación que lleva a la mujer a tratar de saber si su hijo es o no culpable de lo que se le acusa.

En su eje principal, LA MUJER DE LA FILA tiene elementos intrigantes, cercanos a los que podrían plantear los hermanos Dardenne en cuanto retrato humanista de un universo áspero, a años luz de las versiones televisivas (tipo EL MARGINAL) de esos lugares. Puede ser un poco naive, es cierto, pero Avila consigue lo mejor al mostrar a la siempre creíble Oreiro empezando a empatizar con otras mujeres aparentemente muy distintas a ella que quizás, en el fondo, no lo sean tanto. En la relación que tiene con «La 22» (la actriz chilena Amparo Noguera) y en el cambio que se va produciendo en su relación con las otras «mujeres de la fila», la película muestra sus mejores cartas, las más sensibles, honestas y verdaderas.
El film del realizador de INFANCIA CLANDESTINA pierde algo de fuerza cuando se escapa de ese eje central, tanto en lo que tiene que ver con la relación romántica que Andrea establece con Alejo –relación que empieza como un sostén emocional mutuo para luego ir subiendo en tono–, como en su breve y no muy feliz coqueteo con el policial de investigación, giro que resulta forzado, visiblemente guionado y algo innecesario, metiendo en riesgos un tanto insólitos a una madre que de golpe se ve transformada en amateur investigadora que lidia y negocia con delincuentes.
Esa zona romántico-policial estira la resolución y por momentos debilita la potencia acumulativa que posee del relato, pero cuando la película logra regresar a su núcleo central –esa noción de encuentro de clases, de conexión emocional con esa otredad que para Andrea representa el mundo carcelario y quienes lo habitan o recorren–, LA MUJER DE LA FILA recupera su fuerza, su potencia y su conexión con ese afuera que está más cerca de lo que muchos suponemos.
EL DIRECTOR Y GUIONISTA BENJAMÍN ÁVILA (N. 1972) ES EL RESPONSABLE DE ESTE INTENSO DRAMA FAMILIAR CARCELARIO BASADO EN HECHOS REALES.
EN EL INICIO DE LA PELÍCULA, EN EL AÑO 2004, LA PROTAGONISTA ANDREA CASAMENTO (NATALIA OREIRO CADA VEZ MEJOR ACTRIZ), UNA MUJER VIUDA DE CLASE MEDIA ALTA DE 40 AÑOS A CARGO DE SUS TRES HIJOS (UN ADOLESCENTE ADEMÁS DE UN NIÑO Y UNA NIÑA EN LA ESCULA PRIMARIA), SUFRE UN ALLANAMIENTO POLICIAL EN SU CASA Y A SU HIJO MAYOR SE LO LLEVAN PRESO SIN EXPLICACIÓN.
A PARTIR DE ALLÍ SU VIDA CAMBIA DRÁSTICAMENTE E INICIA UNA LUCHA,AL PRINCIPIO SOLITARIA, POR SABER LA VERDAD SOBRE SI SU HIJO HA COMETIDO O NO UN DELITO, CUESTE LO QUE CUESTE,QUE LA VA A LLEVAR A SITUACIONES DE RIESGO HASTA QUE LA AMISTAD CON OTRA MADRE DE UN PRESO APODADADA «LA 22» (GRAN ACTUACIÓN DE LA ACTRIZ CHILENA AMPARO NOGUERA) HARÁ QUE EMPIECE A INVOLUCRARSE CON LAS MUJERES QUE HACEN FILA EN LA ENTRADA A LA CÁRCEL PARA VISITAR A FAMILIARES PRESOS, LLEGANDO A FORMAR PARTE DE UNA ASOCIACIÓN CIVIL DE FAMILIARES DE DETENIDOS (ACIFAD).
LA PELÍCULA, MÁS ALLÁ QUE ABRE VARIAS SUBTRAMAS, ACIERTA EN LO FUNDAMENTAL QUE ES LA DESCRIPCIÓN DEL PROFUNDO CAMBIO QUE EXPERIMENTA LA PROTAGONISTA CON ESCENAS MUY EMOTIVAS Y UNA APROXIMACIÓN MUY INTERESANTE AL UNIVERSO CARCELARIO.
PELÍCULA QUE GENERA DEBATE CON MÉRITOS MÁS QUE SUFICIENTES PARA COMPETIR POR EL OSCAR Y EL GOYA (8/10)