
San Sebastián 2025: crítica de «Redoubt» («Värn»), de John Skoog (New Directors)
En plena guerra fría, un granjero sueco empieza a fortificar su casa para protegerla de un potencial ataque. Sus vecinos, excepto los niños, acogen perplejos la iniciativa. Con Denis Lavant.
Filmada en un elegante y evocativo blanco y negro, la segunda película del director sueco de TEMPORADA es un relato de calma pero a la vez expectante observación que se centra en los denodados y un tanto excéntricos esfuerzos de un granjero de una zona rural para fortificarse ante la posibilidad de un ataque extranjero. Es la época de la Guerra Fría pero en esa aldea sueca, de no ser por algunos hábitos musicales, bien podría ser muchas décadas antes. Todo lo que se ve transmite la idea de permanencia.
Karl-Görna Persson (encarnado por el siempre peculiar actor francés Denis Lavant) es un hombre solitario que vive allí y tiene poco contacto con los otros adultos del lugar. Su mayor conexión es con los chicos, que entienden sus excentricidades y raras costumbres. Según nos va contando la voz infantil que relata la historia, Karl comienza a obsesionarse por construir una suerte de fuerte para resistir algún ataque a partir de leer un manual de indicaciones gubernamentales que indica qué hacer ante casos de ese tipo. Lo que para muchos es apenas un consejo, para él es una ley absoluta.

Y es así que el tipo empieza a juntar metales, reforzar paredes, encerrarse en una casa que se vuelve una extravagante fortificación que no solo será para él sino para el pueblo entero. Y si bien los niños lo aceptan y hasta lo ayudan en su recogida de materiales, los adultos pasan de mirarlo con asombro a molestarse por algunos de sus actos y costumbres. Y más allá de algunos detalles, reuniones y bailes en el pueblo y algún ocasional encuentro y conversación con otras personas igual de marginales que él, Karl se sigue encerrando en silencio en su fortaleza a prueba del mundo.
Es una película con poquísimos diálogos y Karl, especialmente, apenas pronuncia palabra alguna y habla entre susurros. Skoog ocupará casi todo el relato en ponerlo en acción: fundiendo metales, levantando paredes, arrumbando objetos, entre obsesionado y entusiasmado ante algo que está más en su cabeza que en el mundo real. O, al menos, eso parece en medio de una aldea cuya importancia estratégica en cualquier conflicto internacional parece ser nula.
REDOUBT es una película de asombrosa belleza, con un elegíaco uso de la música y del blanco y negro, así como de planos abiertos en los que la áspera pero a la vez bonita región deja en claro que sus habitantes viven dentro de otro encierro, en este caso abierto, que los separa del resto del mundo. Si bien uno podría visualmente equipararla a títulos como LA CINTA BLANCA, Skoog plantea algo casi opuesto a lo que hacía Michael Haneke en ese film. Acá los chicos son una presencia constante, pero en lugar de ser un problema para el protagonista son casi su reaseguro, los que se ocupan de acompañarlo y de que, quizás, no pierda por completo su sanidad.