
Series: crítica de «Caballos lentos – Temporada 5» («Slow Horses»), de Will Smith y Saul Metzstein (Apple TV+)
Los inadaptados espías de Mick Herron regresan a la acción en una temporada que mezcla caos político, complots terroristas y un genio flatulento, demostrando una vez más que son los salvadores menos ortodoxos del MI5. Desde el 24 de septiembre por Apple TV+.
Tan sólida como la saga de novelas en la que se basa –y tan efectiva en cuanto a su anual continuidad–, SLOW HORSES vuelve con una quinta temporada en la que nuestros espías de segunda línea vuelven a meter al mundo en problemas para luego demostrar que son los únicos capaces de solucionarlos. «Nuestros métodos son poco ortodoxos», dirá uno de ellos al salvar una situación dramática. Y vaya si lo son. Con un jefe alcohólico (Gary Oldman) que no se baña jamás y espanta con sus gases a medio Londres, y un grupo que se divide entre agentes de segunda línea, problemáticos o directamente freaks, los espías de la «Slough House» vuelven a sus andadas en otra efectiva, entretenida y ligera temporada de la serie que los tiene como protagonistas.
El concepto de la serie ya a esta altura lo deben conocer (pueden recuperarlo acá), por lo que vamos directo a los hechos. La temporada arranca con un suceso muy dramático y violento: un hombre armado abre fuego en un zona concurrida de la ciudad matando a once personas en un atentado terrorista que termina con ese mismo hombre asesinado por otro. Al escapar, intentan matar a Roddy Ho (Christopher Chung), el irritante y creído tech guy de la Slough House, y nadie entiende la conexión. Pronto Ho quedará pegado al hecho al descubrir que hay una chica, que él consideraba una «conquista romántica», que lo estuvo manipulando. El, obvio, cree lo contrario.

Así, entre atentados diversos que tienen lugar en la ciudad –que son por suerte menos brutales que el inicial pero que involucran caos de tránsito, tachos de basura incendiados y pingüinos muertos– se va tejiendo lo que parece ser una trama terrorista empujada por un grupo árabe. No es para nada casual que esto suceda poco antes de la elección a alcalde de Londres que tiene como contrincantes al «progresista» Zafar Jaffrey (Nick Mohammed, de TED LASSO) y a un candidato de ultraderecha, Dennis Gimball (Christopher Villiers).
Obviamente los «caballos lentos» quedarán marginados (Ho es considerado responsable en parte del caos, detenido e interrogado), pero de todas maneras se las irán arreglando con el ingenio que los caracteriza para resolver los problemas que el MI5 oficial, liderados por la sagaz Diana Taverner (Kristin Scott Thomas) y el bastante inútil Claude Whelan (James Callis), no logran nunca descifrar del todo. Y eso, claro, involucra nuevas amenazas, ataques, persecuciones, dinero en juego y puestos de poder en riesgo.
A diferencia de la temporada anterior, la nueva, basada en la novela de Mick Herron LONDON RULES –quinta también de la saga–, no va para atrás en la historia del espionaje británico ni tampoco se mete mucho en el pasado de sus protagonistas, algo que sí hacía en la anterior, gracias al personaje de River Cartwright (Jack Lowden) y su abuelo (Jonathan Pryce). Aquí, si bien se referencian algunos horrores del espionaje británico a lo largo de su historia colonialista, el tono está más virado todavía que otras veces hacia el humor, que funciona muy bien cuando está a cargo de Jackson Lamb (Oldman) pero que es un poco más endeble cuando recae en algunos personajes secundarios.

Tengo la impresión de que el humor es un componente esencial, valioso y muy importante en el funcionamiento de la serie, pero hay momentos en los que el guión de Will Smith –creador de la serie y que se retira después de esta temporada– se pasa de «vivillo», queriendo hacer chistes y bromitas simpáticas cuando no corresponden y se sienten gratuitas. Eso pasa mucho con el personaje de Roddy Ho, que Chung interpreta muy bien pero que termina siendo más un gag en sí mismo que un aporte a la historia.
Más allá de eso, la serie sigue siendo excelente ya que permite a los viejos amantes de las tramas de espionaje recuperar el aroma de aquellas novelas de John le Carré (o las películas y series derivadas de su obra) y a la vez agregarse un tono ácido y contemporáneo. SLOW HORSES ya está lejos de ser una serie plausible o realista –Lamb tiende a encontrar soluciones a todo como si fuera el X-Man más mugriento de la historia–, pero no por eso deja de ser muy eficaz e ingeniosa. Y eso lo logra gracias a las novelas de Herron, sí, pero también a un equipo de patéticos pero queribles perdedores que encuentran siempre la manera de resolver las cosas por las vías menos ortodoxas imaginables.



