Series: crítica de «Los Mufas», de Gabriel Medina (Disney+)

Series: crítica de «Los Mufas», de Gabriel Medina (Disney+)

Un periodista se pone a investigar el mundo de los «mufas», personas que tienen una condición física particular que los lleva a causar daños a su alrededor. Con Daniel Hendler y Diego Cremonesi. En Disney+.

Si bien su promoción y su subtítulo («Suerte para la desgracia«, que no parece ser parte del título original de la serie en función de sus créditos) da a entender que LOS MUFAS es una comedia, en realidad es muy poco lo que la serie tiene de humorística, más allá de algunos momentos y situaciones específicas. La serie creada por Gabriel Medina es más bien un thriller o, dicho de otro modo, una mezcla de drama, relato de suspenso y una lateral película de superhéroes sobre una suerte de X-Men locales (o, digamos, anti X-Men) que tienen poderes especiales que, considerando los problemas que causan, preferirían no tener.

En la realidad ligeramente alterada de la serie, los «mufas» –término que se usa para definir a personas que, se dice, traen mala suerte a los demás– existen y son reales. No se trata de un comentario hiriente o despectivo sobre alguien sino de una condición psicofísica que afecta a algunas personas y que genera que a su paso sucedan desgracias. Son muy pocos los que tienen idea de que esto existe, pero uno de los que supo investigar el tema fue un tal Mario Durriel (Damián Dreizik), que intentó determinar qué causaba el problema y cómo frenarlo, pero desapareció sin haber encontrado la supuesta cura.

En el presente, su hijo, Roque Durriel (el muy ocupado Daniel Hendler, que en poco más de un año dirigió dos películas, protagonizó una de ellas y actuó además en varias series y films) es un periodista que se dedica a investigar temas paranormales, al punto de haber ganado «un premio en Cannes» con un documental sobre el tema. Atravesando un duro divorcio (Pilar Gamboa, otra ocupada actriz, encarna a su ex, Rosario), Roque no tiene muchas ideas para notas ni ganas de pensarlas, hasta que se le presenta una curiosa situación. Un tal Vicente Malfatti (Diego Cremonesi, con un raro look de veterano emo) se comunica con él para que lo ayude con su problema, ya que de niño Vicente fue una suerte de «conejillo de indias» de su padre. Roque no sabe cómo ayudarlo ni tiene muchas ganas de hacerlo, hasta que se le ocurre una posible solución: hacer un informe periodístico para su canal sobre los mufas.

Vicente es un mufa severo y pronto queda claro que a su paso todos sufren algún tipo de desgracia. A tal punto es así que vive encerrado en un bunker y trata de no acercarse a menos de diez metros de otras personas. Roque lo entrevista, arma el informe, pero ambos se sorprenden cuando el canal para el que Roque trabaja no lo emite. No solo eso. Al pedir explicaciones en el medio se entera que el material fue destruido y que el poderoso dueño del canal, Valerga (Osmar Núñez), exigió su despido inmediato. Entre intrigado y furioso, Roque va a encararlo con la ayuda del «peligroso» Vicente y allí se empieza a revelar un misterio que le abre las puertas a un mundo desconocido, uno que incluye a muchas otras personas como Vicente y hasta la existencia de una secta en la que viven muchos con esa condición y en la que estaría secuestrada la hija del empresario, Sofía (Sofía Brito).

Eso es tan solo la puerta de entrada para esta serie de ocho episodios breves que tiene características más cercanas a un relato de suspenso a lo Brian De Palma que a una comedia ligera sobre gente que causa accidentes a su paso. De hecho, el guión toma esa condición de manera muy seria y traumática. Tanto Vicente como otras personas que la padecen viven vidas de encierro y marginación, sabiendo que cualquier contacto con el resto de la sociedad podría causar algún tipo de desgracia a los otros. Claro que habrá excepciones, engaños y sorpresas, por lo que pronto nuestros perturbados antihéroes, con la ayuda de Emma (Carla Quevedo), otra «mufa», estarán investigando qué se esconde detrás de las manipulaciones que se hacen con esas personas.

Medina le incorpora a la serie un drama familiar ligado tanto al pasado como al presente de Roque. Es que el tipo no tuvo casi relación con su padre y meterse en este mundo es una forma de conocerlo. A la vez, su separación y creciente distancia con su propio hijo lo llevan a plantearse si no está él haciendo algo similar. Si bien esa subtrama ocupa un espacio limitado en la historia, es central para darle peso y hasta un momento de genuina emoción a la trama. Curiosamente, es gracias a la seriedad con la que se toma el quizás absurdo (y obviamente metafórico) tema de «los mufa» que la serie funciona y va más allá de lo que permite imaginar su propuesta inicial. De hecho, cuando toma caminos más parecidos a una comedia de acción es donde el interés decrece.

LOS MUFAS es una buena serie que se permite entrar en un tema complicado (en el mundo real, que a una persona se la califique como «mufa» puede ser tan duro como estigmatizante) desde un ángulo original. Es una serie que habla del dolor, de la soledad, de la dificultad de conectar con el otro por temor a causar un daño –o salir dañado– y que apuesta, como otras obras de Medina (LOS PARANOICOS, LA ARAÑA VAMPIRO), a utilizar la aventura como un mecanismo para enfrentarse a los miedos y superar, en la medida de lo posible, algunos traumas.