
Series: reseña de «The Paper», de Greg Daniels y Michael Koman (HBO Max)
Este «spin-off» de «The Office» se centra en un pequeño diario de Toledo, Ohio, que intenta volver a ser lo que alguna vez fue pero con gente sin experiencia en periodismo. Desde el 18 de septiembre por HBO Max.
No es fácil ni del todo justo analizar una comedia tras una sola y breve temporada. Solo basta recordar que algunas clásicas sitcoms empezaron de forma mediocre y recién consiguieron establecerse con el paso del tiempo para entender que siempre hay que permitir que la química entre los personajes se vaya desarrollando con el correr de los episodios. El comienzo de THE PAPER, suerte de spin off de THE OFFICE, es un caso modélico en ese respecto. Es obvio que pierde en comparación a su «pariente» pero a la vez aquella serie tuvo también una primera temporada en la que no todo cuajaba bien. Así que lo mejor que se puede decir de esta sobrina de aquella es que es promisoria, entretenida y que, con mucha suerte y buenos guionistas, quizás logre con el tiempo estar a la altura de THE OFFICE. Por ahora, le falta.
La relación entre ambas es bastante casual y es lo primero que se establece. En la ficción de THE PAPER, los documentalistas que filmaban THE OFFICE –si recuerdan, el concepto de aquella serie era de un falso documental con un grupo de cineastas filmando a los oficinistas– vuelven muchos años después a la oficina de Stranton para encontrarla cerrada y transformada en otra cosa. Averiguando qué pudo haber sido de la vida de Dunder Mifflin (así se llamaba la papelera) terminan llegando a Toledo, Ohio, donde se enteran que fue adquirida por una corporación papelera más grande, cuyo principal negocio es la venta de papel higiénico.

Entre las pequeñas compañías que tiene el grupo –la que da más pérdida– está el periódico de la ciudad, el Toledo Truth Teller, un diario que supo ser importante en una época y que hoy se reduce a un par de empleados copiando y pegando cables con noticias del espectáculo, clickbaits varios y avisos sociales. Cualquiera que haya trabajado en una redacción llena de periodistas y vibrantes como la que se muestra acá en imágenes de (falso) archivo, se dará cuenta la diferencia. Ahora hay solo una decena de personas aburridas en sus escritorios, la mayoría de ellas ligadas a cuestiones comerciales, venta de publicidad, contabilidad y, como siempre, gente que no se sabe bien qué hace. De hecho, uno de ellos, Oscar Nuñez, era parte de THE OFFICE y es quien conecta directamente ambas series.
Es allí que llega Ned Sampson (Domhnall Gleeson), un periodista que quiere llevar al diario de vuelta a su época de gloria: notas serias, política local, periodismo de verdad, datos, fuentes, lo básico. Pronto se da cuenta que va a ser difícil: la empresa no tiene dinero ni quiere gastar en un tipo de negocio que no funciona, la editora interina actual Esmeralda Grand (la actriz italiana Sabrina Impacciatore) está más que contenta con subir noticias del corazón a la web y, salvo por Mare (Chelsea Frei), la única periodista de verdad allí (hay otro, pero está retirado y solo duerme o fuma en la oficina), a nadie le importa que el diario vuelva a ser serio. Pero Ned es persistente. Lo que no sabe es que no solo no hay dinero para contratar gente sino que ninguno de los que trabajan allí ha escrito una nota periodística en su vida.
Los episodios de la primera temporada se irán en buscar esas historias para el diario y fracasando la mayoría de las veces, junto a las situaciones humorísticas y románticas que se desarrollan en el diario, todas armadas de una manera relativamente similar a la de THE OFFICE. De hecho, la química que hay entre Ned y Mare es muy similar a la que había allí entre Jim y Pam. Lo que no hay es un jefe que haga las veces de Steve Carell allí o de Amy Poehler en la similar PARKS & RECREATION. Lo más parecido que hay a una persona desorientada y absurda es la italiana Esmeralda, pero no tiene el peso clave ni causa tanta gracia por ahora como aquellos.

La serie va buscando su ritmo y por momentos lo encuentra. Los que son (somos) periodistas y han (hemos) atravesado alguna situación similar encontrarán humor en pequeños momentos curiosos, errores en los textos, problemas con los cierres, confusiones, malos entendidos, celos profesionales y personas que, por más que tengan buenas intenciones, trabajan bastante mal. A eso se le suman cosas propias de la actualidad: la falta de presupuesto, el desinterés por el medio tradicional de los dueños de la corporación y la preponderancia de la web y los influencers.
THE PAPER ya tiene encaminada una segunda temporada y, a juzgar por la primera, hay un material sobre el que se puede construir algo bueno y duradero. Por ahora es un demo, una maqueta, un intento simpático de recuperar la magia de THE OFFICE que, inevitablemente, sufrirá por la comparación. Quizás el éxito reciente de ABBOTT ELEMENTARY –otra serie que utiliza un similar registro de falso documental– haya despertado en sus creadores las ganas de volver al formato. Si los planetas se alinean, algo que muy de vez en cuando sucede, THE PAPER puede terminar teniendo más suerte que los diarios en papel a los que homenajea.