Series: reseña de «Teacup», de Ian McCulloch (Universal+)

Series: reseña de «Teacup», de Ian McCulloch (Universal+)

En un rancho aislado de Georgia, una familia y sus vecinos se ven obligados a unirse cuando una misteriosa amenaza comienza a acecharlos. Con Yvonne Strahovski y Scott Speedman. Desde el 17 de octubre por Universal+.

Uno de los inconvenientes de recibir series localmente con un importante retraso respecto a su estreno original (en este caso, un año entero) es que uno ya se entera de cosas que ponen en perspectiva la experiencia. En este caso, la noticia es que TEACUP, la serie que estrena el 17 Universal+, ya no fue renovada para una segunda temporada, algo que parece contradecir el final de esta, la primera. Sin embargo, irónicamente, ese dato puede jugarle a favor a esta serie que mezcla terror y ciencia ficción, ya que su más o menos compacto desarrollo de ocho episodios de más o menos media hora cada uno (salvo el quinto que es bastante más largo), pueden verse como una historia completa, con principio y una suerte de fin.

Producida por James Wan pero con un universo que parece tomar más inspiración del mundo de M. Night Shyamalan –por la decisión de tomar un evento de alcance posiblemente mundial y reducirlo a un espacio físico limitado y a unos pocos personajes aislados del resto del mundo–, TEACUP se basa en la novela de Robert R. McCammon STINGER, editada allá por 1988. Creada por Ian McCulloch (sin relación con el cantante de Echo & the Bunnymen que lleva su mismo nombre), la serie tiene como protagonistas a Yvonne Strahovski (EL CUENTO DE LA CRIADA) y Scott Speedman (FELICITY, GREY’S ANATOMY), que interpretan respectivamente a Maggie y James Chenoweth, un matrimonio que vive en una granja rural en Georgia en la que empiezan a suceder algunos hechos extraños, misteriosos y en principio inexplicables.

Una mujer convaleciente que parece hablar en lenguas de forma agresiva es la primera imagen shockeante que veremos para luego conocer a los personajes centrales. Si bien la vida de la pareja con sus dos hijos –la adolescente Meryl y el más pequeño Arlo, interpretados respectivamente por Emilie Bierre y Caleb Dolden– parece idílica, pronto queda claro que no lo es, básicamente por la tensa y un tanto amarga relación entre los padres. Con ellos vive «la suegra», Ellen (la gran Kathy Baker), una veterana hippie que escucha todo el tiempo a Neil Young y sufre los inicios de una esclerosis múltiple. El grupo lo completan dos parejas de vecinos con los que conviven de un modo acaso menos armonioso de lo que de entrada parece.

El enigma se presenta de a poco. Típicamente, lo perros y los caballos comienzan a actuar raro o desaparecer. Dejan de funcionar las cosas eléctricas (la radio, los autos que no arrancan, etcétera) y pronto vemos circular por alrededor de la zona a un hombre con una máscara de gas que hace pensar en algo similar a EL ETERNAUTA. Si bien la serie no tiene mucho que ver con el clásico cómic (y serie) de la Argentina, hay algunas conexiones temáticas sorprendentes entre ambas. El enmascarado se comunica con los del pueblo usando carteles tras marcar una línea azul en medio del área en la que viven. En esas pizarra les dice que no la crucen porque es peligroso y pronto nos queda claro –cuando alguien no se entera de lo que pasa y la cruza– que las consecuencias de hacerlo son brutales.

A la par de eso, el pequeño Arlo, tras un encuentro/posesión en el bosque con la mujer que vimos al inicio, vuelve a su casa cambiado. Cada tanto parece poseído, habla de amenazas mortales e intenta explicarle a su madre, su hermana y el novio de esta los peligros que los rodean. Pero nadie entiende muy bien qué es lo que le pasa. La posterior aparición de otros enigmáticos personajes dejan entrever que hay algo pesado sucediendo allí y pronto sabremos que tiene una lógica un tanto más ligada a la ciencia ficción que al terror clásico.

Enigmática y sugerente durante sus primeros episodios, TEACUP es una serie que sabe dosificar muy bien su intriga a partir de episodios cortos y efectivos que van alterando la lógica de lo que pasa de a poco. A la vez, no se desentiende del todo del conflicto humano que atraviesan los protagonistas y que de algún modo terminará conectándose –o siendo fundamental– a la hora de la resolución de la cada vez más bizarra trama. Es que quizás el problema de la serie es que en cierto momento toma algunas ideas propias del imaginario de David Lynch (especialmente de TWIN PEAKS), pero no tiene la creatividad ni el riesgo visual necesarios como para llevarlas adelante de una manera, sino creíble, al menos creativa.

Pese a desmembrarse un poco (o más que un poco) en su segunda mitad, TEACUP cumple con el objetivo de ofrecer una más que digna «producción de octubre», mes ya establecido como el de los estrenos de terror. En ese sentido, el hecho de que haya sido cancelada, no le juega tan en contra como parecería. Uno puede ver con inquietud y cierta angustia esta historia familiar en la que, de algún modo, se juegan destinos planetarios, sin precisar dedicarle decenas de horas a su cada vez más alambicada trama. Con una sola temporada, McCulloch deja un producto inquietante que ha sido recomendado hasta por Stephen King, un hombre que de este tipo de universos sabe y mucho. Y con eso es más que suficiente.