Viennale 2025: crítica de «Duse», de Pietro Marcello

Viennale 2025: crítica de «Duse», de Pietro Marcello

por - cine, Críticas, Festivales
18 Oct, 2025 04:56 | Sin comentarios

En sus últimos años, la legendaria actriz italiana Eleonora Duse (Valeria Bruni-Tedeschi) regresa al escenario tras un largo retiro, reavivando viejas pasiones y conflictos mientras su salud se deteriora y el fascismo comienza a emerger en Italia.

La decisión de donde poner el foco a la hora de hacer una biografía, especialmente si se trata de una celebridad, es bastante complicado. Un repaso general por la carrera de alguien puede dar algo parecido a un grandes éxitos de una vida mientras que un acotado recorte de una etapa o un episodio puede quedar como una elección caprichosa que no permite conocer a la figura en su totalidad. En lo personal, prefiero este último tipo de retratos: son más concretos, más coherentes, trabajan sobre ideas más específicas y no se pierden en largos recorridos que muchas veces terminan siendo páginas de Wikipedia filmadas.

Esa es la decisión que tomó el italiano Pietro Marcello a la hora de retratar a la famosa actriz italiana de principios del siglo XX Eleonora Duse. Pero a diferencia de otras biopics que suelen centrarse en una parte de una carrera artística (la reciente de Bob Dylan en sus comienzos en Nueva York, la inminente de Bruce Springsteen en la grabación de un solo álbum), Marcello elige retratar a la actriz bien al final de su carrera, cuando ya está –o al menos parece estarlo– retirada de la vida pública, una en la que nunca participó del todo.

La película asume una familiaridad con Duse que no todo el mundo tendrá pero eso –que fue bastante criticado por varios colegas– no es un problema aquí ni mucho menos. Con solo ver la composición de Valeria Bruni-Tedeschi –estilizadamente melodramática, al borde de la sobreactuación y del patetismo–, uno tiene claro aún sin saber los detalles que se trata de una Gran Dama de los escenarios. Y eso es lo que la mujer es. O fue, ya que al comenzar el film está retirada y solo regresa ocasionalmente para actuar para los soldados que regresan de la Primera Guerra Mundial.

Pero la vuelta al ruedo la hace querer seguir adelante y es así que monta más obras y termina embarcándose en un inesperado regreso que empieza muy bien –haciendo una exitosa obra de Ibsen–, pero que se va volviendo complicada por distintos motivos. Por un lado, la tensa relación que tiene con su hija (Noémie Merlant) se interpone en su camino y lo mismo pasa por la relación que fue romántica pero ahora es más complicada con el poeta y autor Gabriele D’Annunzio (Fausto Russo Alesi), que se retoma con una gira que lo incluye.

Pero eso no es todo ya que hay otros dos temas que complican aún más su situación. Por un lado, su cada vez más frágil salud (le cuesta respirar, tose todo el tiempo y necesita en un punto una especie de respirador) y, por el otro, sus crecientes deudas económicas, que la llevan no solo a seguir actuando sino a establecer una conexión con un personaje mucho más turbio que recién surgía en esos primeros años ’20 y cuyo apodo es muy similar al de ella. Ya imaginarán a quién me refiero.

Más allá de ese recorte específico, el guión escrito por e director junto a Letizia Russo y Guido Silei es de los más clásicos y, si se quiere, convencionales de la filmografía del director de MARTIN EDEN, algo que se remarca aún más por el tipo de actuación en clave melodramática intensa que el elenco propone y el director acepta. Lo que sí mantiene de otras películas suyas es un costado documental, insertando imágenes de la actualidad social y política de la época que da cuenta de las cosas que suceden a la par de los raros caminos que va tomando la carrera y la vida de la diva.

La aparición de otra gran diva teatral como Sarah Bernhardt (interpretada con toda la pompa por Noémie Lvovsky) le agrega otro elemento dramático al film que encuentra su mayor potencia en su segunda mitad, cuando la salud va decayendo, el trabajo se complica, sus relaciones se marchitan (con D’Annunzio, con su hija) y aparece una peligrosa tabla de salvación que la pone, de una manera impensada, entre la espada y la pared.

La intensidad de Bruni-Tedeschi puede fascinar o irritar dependiendo del espectador (a mí me pareció coherente con el tono que propone Marcello y con lo que se espera de un personaje de ese tipo), pero es su actuación la que lleva adelante una historia que se va volviendo más densa y oscura con el paso de los minutos. Un drama sobre las formas en las que el arte, la vida y la política se conectan en formas complicadas y potencialmente peligrosas, DUSE termina siendo actual por poner en discusión exactamente eso: la lucha entre la vanidad, la decadencia, el dolor y las manipulaciones de los que tienen otros intereses en la mira.